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Clarinete, viola y piano (1/8/1997)

03 de Octubre de 2003 | 11:04 |
Federico Heinlein

1/8/1997

Ximena Ugalde (piano), Luis Rossi (clarinete) y Enrique López (viola) ofrecieron un programa muy variado en el Aula Magna del Centro de Extensión de la Universidad Católica. De entrada escogieron el trozo clásico para dicha mezcla instrumental: el Trio K.498, apodado “de la cancha de bolos”, donde, según una tradición, Mozart lo habría compuesto.

Los excelentes solistas se complementaron armoniosamente en su ejecución. El Andante lo comenzaron de manera retenida, casi arrastrada.

En el Minué dieron sumo interés al perfil de la parte central con sus agitados tresillos y, similarmente, supieron recalcar la índole sombría del repentino Do menor con el solo de la viola, que resalta entre la mansedumbre del Mi bemol mayor predominante en el Allegretto. Cautivaron las proezas individuales que el compositor exige de los tres instrumentistas.

Piezas para viola y piano del inglés Frank Bridge (1879-1941), profesor de Benjamin Britten, recibieron una entrega afectuosa. Por sus hallazgos sonoros sobresalió la Elegía entre las dos canciones de cuna, pareciéndonos más endeble la Serenata final.

El “Trioneiron” del argentino Gerardo Gandini cuya primera audición en Chile se efectuó, hace algún tiempo, con el autor al piano, puede parecer una obra experimental de poco provecho. Sin embargo, hay factores novedosos en los sonidos de combinación del clarinete y los sollozos de la viola sobre el goteo musical del teclado: aleación inquietante que obtuvo el aplauso de la sala.

Gustó a los asistentes la escueta “Melodía para clarinete”, del brasileño Osvaldo Lacerda: especie de improvisación sobre giros populares, hecha en forma imaginativa y entregada por Luis Rossi con el adecuado sentimiento melancólico.

Grata y positiva resultó igualmente la intrepretación del Trío para piano, clarinete y viola, de Carl Reinecke. Su riqueza sonora y sensibilidad, unidas con la más acendrada solidez de oficio, a menudo recuerdan a Brahms, coterráneo del músico alemán (1824-1910). Eximio melodista, cautivó gracias al arte cohesionado de los tres intérpretes, notables en la expansión lírica del Intermezzo, el control del matiz en la Leyenda y el vuelo alado del Final.

Vivas manifestaciones del público agradecieron la hermosa velada.
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