Federico Heinlein
15/11/1997
El Instituto Cultural de Providencia presentó al Conjunto de Música Antigua del Instituto de Música de Santiago dirigido por la profesora Sylvia Soublette con un programa de obras coloniales hispanoamericanas, que se desarrolló en la iglesia de la Divina Providencia. Impresionó el nivel parejamente alto de los cantantes e instrumentistas que participaron, conocidos casi todos por su labor profesional en nuestra vida de conciertos.
El bloque inicial de la audición contenía la ópera-serenata “Venid, venid Deydades”, de Fray Esteban Ponce de León, de la catedral de Cuzco: disputa imaginaria entre esta ciudad y Arequipa. Su parte musical acusa, más que el resto de la selección, la influencia del Barroco europeo. Tanto los solistas vocales como los miembros de la orquesta mantuvieron un grado notable de eficacia bajo la segura conducción de la maestra.
En la segunda mitad de este concierto hubo, igualmente, trozos de gran interés y entregas muy logradas. Destacaríamos “Céfiros alegres”, cuatro al Santísimo cuyo autor, Fabián García Pacheco, baraja voces e instrumentos de un modo especialmente feliz, en combinaciones que equivalieron a un logro significativo dentro de esta velada.
El excelente coro a capella supo crear una atmósfera de unción profunda en “María, todo es María”, de la colección de Fray Pedro de Zuola. “A cantar un villancico”, de Roque Ceruti, tuvo particular éxito debido al desplante de los tenores solistas. “Las estrellas se ríen”, juego de cañas de Juan Gutiérrez Padilla, conquistó al auditorio con refrescante alternancia de tres y seis voces corales.
Entre los números fuera de programa, exigidos por el aplauso de la concurrencia, se distinguió el primero, gracias a su vaivén rítmico e impulso danzante. En todo momento apreciamos la idoneidad de los intérpretes y la certidumbre con la que Sylvia Soublette obtuvo la cabal coordinación de todos los parámetros.