Federico Heinlein
26/11/1997
Una muy grata hora devocional nos depararon en la capilla del Verbo Divino de la Avenida Presidente Errázuriz los conjuntos Ludus Vocalis y Syntagma Musicum, amén de cuatro instrumentistas invitados (flauta travesera, violín, violón y fagot barrocos). Hace un mes, el maestro-director Alejandro Reyes nos había ofrecido un adelanto parcial de la selección de trozos sacros alemanes que el Conjunto de Música Antigua estaba incorporando a su repertorio. Ahora pudimos oír el programa germano completo, no sólo con acompañamiento de órgano como en aquella ocasión sino iluminada por una rica variedad instrumental.
El hermosísimo “Verbum caro factus est” no acompañado, de Hans Leo Hassler, se benefició del ambiente y la acústica de iglesia. Un eufónico grupito instrumental puso la aureola a “Lux beata trinitas”, del insigne Michael Praetorius, autor entre 1612 y 1619 de los tres tomos del tratado “Syntagma Musicum”. Merecen rectificación algunos datos del programa impreso:
Praetorius murió en 1621, y Franz Tunder (no: Thunder), en 1667.
“Das ist je gewisslich wahr”, de Heinrich Schuetz, mostró particularmente las buenas voces del coro, en el que cada cantante tiene calidad de solista.
Notable nos pareció el “Wachet auf”, de Tunder: melodía coral ornamentada, con el solo de la voz grave masculina apoyado por toda suerte de instrumentos.
Impresionó la nobleza del dúo vocal bellamente entregado “Orietur sicut sol”, de Christian Geist, organista en Copenhague donde murió de la peste negra.
Dos obras mostraron el calibre musical de Dietrich Buxtehude, que en Luebeck recibió la prolongada visita del joven Bach. En “Liebster Herr Jesu” escuchamos una voz femenina sobre un continuo y, después de un interludio, la segunda estrofa por el coro. La congoja del “Klag-Lied”, con otra solista, encontró el adecuado tinte sombrío en las cuerdas graves y el órgano.
Luego oímos tres motetes coronados por sendos corales luteranos. Cada trozo empezaba en metro ternario, lo que confería cierta solemnidad a la conclusión binaria.
En “Erforsche mich, Gott”, de J.L. Krebs, apreciamos la acrisolada versión a capella. “Ich lasse dich nicht”, que esta vez el programa impreso asignó pensamos que correctamente a Juan Cristóbal Bach, mostró las cualidades de los grupos combinados y la solidez contrapuntística de este hijo del gran Bach.
Juan Sebastián puso fin al muy variado programa con el motete “Komm, Jesu, komm”. La expertísima dirección por Alejandro Reyes obtuvo una entrega esplendorosa y de vigor irresistible, a la que contribuyeron todos los intérpretes reunidos.