EMOLTV

M. Troup y Messiaen (9/9/1998)

03 de Octubre de 2003 | 10:33 |
Federico Heinlein

9/9/1998

Invitado por el director del Instituto de Música de la Universidad Católica, Alejandro Guarello, el conocido profesor, musicólogo y pianista anglo-canadiense Malcolm Troup nos acercó a Olivier Messiaen. El visitante no sólo hizo su tesis de doctorado sobre este compositor, sino que tuvo la suerte de colaborar con él en varios oportunidades. Siendo Troup un verdadero iniciado en el arte del célebre francés fallecido en 1992, fue para los oyentes un real privilegio escuchar su disertación, en un castellano de fluidez y riqueza notables.

Messiaen buscaba “una música resplandeciente, que dé al sentido auditivo placeres voluptuosamente refinados”. En el tratado “Técnica de mi lenguaje musical” nombra como fuentes de su estilo el canto llano y los modos antiguos; los ritmos asimétricos hindúes, la influencia debussiana y, desde luego, los recursos del órgano (fue por muchos años organista de la Trinité en París). Profundamente católico, ensalza al Creador, el Espíritu Santo, la Virgen, el niño Jesús y, entre lo creado, de preferencia las aves.

Exégeta magnífico, Troup analizó la simbología musical de Messiaen con numerosos ejemplos al teclado. Mostró sus antecedentes en Liszt y Debussy; analizó su principio del palindromo, la simetría y lo cíclico, junto a la correspondencia total que había, para Messiaen, entre color y sonido. Aún quienes no tenemos el don de dicha síntesis, nos subyuga su opulencia tímbrica, que bajo los dedos del visitante cobró vitalidad extraordinaria.

Con su manera vívida para decir las cosas, Troup supo apelar al humor de los oyentes, como cuando se refirió a la hidalguía de Messiaen de tratar el piano como a una dama, agregando “por ejemplo, no introducirle ningún objeto”. Dicho trato respetuoso no contradice, por cierto, las tremendas erupciones de violencia en algunos casos, tanto al describir Messiaen el éxtasis supremo como cuando nos pinta lo terrible de la naturaleza o los gritos crueles de los pájaros en la inhabitada isla Ouessant, de Bretaña.
Sinceramente fascinado, el auditorio celebró las palabras iluminadoras del conferenciante no menos que sus esclarecidas entregas de ejemplos musicales al piano: un Estudio, con la fogosidad de ritmos mágicos de Papúa; el preludio “Los sonidos implacables de un sueño”; dos trozos de las “Miradas sobre el Niño Jesús”, y el drama desolador del “Chorlito ceniciento” con el que concluye el “Catálogo de pájaros”. Todo eso, vertido de memoria, con certidumbre admirable.

Al final hubo un animado simposio de preguntas y respuestas, con participación destacada del profesor Guarello.
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?