Federico Heinlein
7/11/1998
Para el día de Todos los Santos, el conjunto de cámara Ludus Vocalis, dirigido por el maestro Alejandro Reyes, ofreció un precioso concierto de música sacra renacentista en la Santiago Community Church, de Providencia. A través de sus años de práctica, este coro mixto a capella ha llegado a una perfección asombrosa, que pudo aquilatarse desde el primer trozo, “O quam gloriosum”, del flamenco Jacobus Vaet (1529-1567).
La cultura vocal y pureza de afinación de los cantantes iba mano en mano con su noble tono y acentos expresivísimos. “O sacrum convivium”, de Giovanni Croce (1557-1609), fue uno de los raros ejemplos de su época sin asomo de armonía modal. El “Stabat Mater”, de Palestrina, recibió una entrega notable por su reciedumbre y animación, sólo apaciguadas en el “Quando corpus morietur” de la última estrofa.
De los hermanos Anerio - quienes cantaban bajo la dirección de Palestrina en San Pedro de Roma- oímos sendas páginas magistrales. “Christus factus est pro nobis”, de Felice, y el “Requiem aeternam”, de Giovanni Francesco, destacaron por la calidez entrañable de su ejecución. El ofertorio “Improperium”, de Orlandus Lassus, al término del primer bloque, fue un dechado de serena hermosura.
Luego de un breve intermedio nos avasallaron la plenitud y el poderío de las voces del “Ludus” en tres Lamentaciones del Profeta Jeremías, del mismo compositor. Pocas veces hemos palpado la grandeza de Lassus con tanta intensidad.
Parecía difícil que, después de esto, hubiera algo aún más impresionante. Sin embargo, el “Miserere”, de Gregorio Allegri (1582-1652), para un doble coro de nueve voces, superó todo lo anterior. En la interpretación, a la vez impecable y de fuerza inaudita, Alejandro Reyes y sus cantantes - con el barítono Pablo Castro de antifonero- llegaron a cumbres artísticas que, en respuesta a las ovaciones del numeroso público, obtuvieron de encore el salmo “Cantate Domino canticum novum”, en una versión inspirada.