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“No me gusta la palabra romanticismo” (3/10/2003)

03 de Octubre de 2003 | 00:00 |
“No me gusta la palabra romanticismo”

Cosa curiosa: el responsable de los “te amo, te amo, te amo, te amo” más populares de la canción italiana dice que “toda esa cosa del hombre, la mujer y la puesta de sol… me aburre”. Es que Franco Simone cree que el erotismo está en los lugares menos pensados. Como en la música y en su atractivo por televisión, por ejemplo.

Por Marisol García
(3/10/2003)



-Das muchas entrevistas y en todas te presentan como un cantante. Parece que olvidan que también eres autor.
-No sé, quizás. Soy la misma persona: soy autor, soy intérprete. No veo el problema.

-Pero con esa voz podrías haberte dedicado sólo al canto. ¿Cuándo surge la inquietud de hacer tus propias canciones?
-Yo empecé componiendo desde siempre. Tengo una hermana con una voz lindísima y empecé, como a los veinte años, componiendo canciones para ella. Entonces yo, claro, comienzo como autor. Cuando canto, a veces canto canciones que no son mías. Pero normalmente canto mis temas. Son dos momentos distintos: el momento del autor y el momento del cantar.

-¿Puede ser creativo también, el momento del cantar?
-Sin duda. Sí, sí. Cada vez que subo sobre un escenario y canto un nuevo tema, me doy cuenta que tengo la posibilidad de crear algo… como si fuera la primera vez.

-Era lo que decía Frank Sinatra.
-No lo sabía, pero lo imagino. Es lo que pienso, sinceramente.

-¿Es el mundo popular el que más te interesa abarcar como autor?
-Yo he estudiado muchísimo. Y sé que las cosas verdaderamente importantes no están en la música ligera. Entiendo que es parte de la vida, pero una canción no tiene la importancia de una obra de Mozart, o una ópera de Giuseppe Verdi. Por eso lo que hago, humilde y sinceramente, es expresar mis sentimientos, pero sabiendo que hay personas que hacen cosas mucho más importante de lo que yo pueda hacer.

-¿Debe la balada, por lo tanto, simplificarse también el mensaje?
-No. Lo importante es expresar con sinceridad lo que uno siente en lo profundo de su alma. Yo nunca hubiera pensado en llegar al público de Chile… ni siquiera al italiano; yo cantaba para mis amigos. Pero no sé darle un número a lo que hago.

-Te lo preguntaba porque las temáticas de la canción popular deben ser entendibles.
-Sí, pero hay cosas muy elegantes y muy lindas, que son comprensibles y misteriosas. Lo que hizo Violeta Parra no es vulgar ni demasiado popular. Se ha vuelto popular por su exceso de belleza. Pero hay algo misterioso que no creo que se pueda entender así, livianamente. Hay cosas muy profundas. Creo que las creaciones deben tener claves de lectura distintas. Si tú tienes una preparación cultural que te permita llegar a un nivel más alto, podrás encontrar algo. Si tienes un nivel más bajo, encontrarás otra cosa; pero algo. Cualquier composición debe tener esta posibilidad de llegar desde lados distintos. Violeta Parra, para mí, es lo máximo de la elegancia, de la profundidad, y también del misterio de la composición. No se puede decir que era simple.

-¿Desde cuándo la escuchas?
-El nombre ya en Italia era mítico sólo por el tema “Gracias a la vida”. Luego, acá, he conocido otros temas. Pero creo que Violeta Parra es una criatura de la que no necesitas conocerlo todo. Escuchas dos frases y ya te das cuenta que estás frente a una figura sincera y de grandísimo valor.

-Como letrista, ¿en qué autores te apoyas? ¿Cómo es tu relación con las palabras?
-Yo escribo muchísimo, hasta he trabajado como guionista televisivo. Entonces tengo mi computador lleno de millones de páginas. Creo que las palabras son muy importantes. Encontrar la palabra justa es como encontrar el pensamiento justo; la forma de ponerse frente a los demás. Creo que es importante no sólo lo que dices sino cómo lo dices. Si digo amor, pobreza, sentimiento… cualquier cosa; si le doy el sentido justo a la palabra, puedo darle el sentido justo al concepto. Yo no tengo confianza en las personas que confunden las palabras. Son personas que confunden el sentido de la vida.

-El amor es el género asociado a más lugares comunes. ¿Ves el seguir componiendo versos románticos como un desafío?
-Yo no he elegido ser romántico y no me gusta la palabra romanticismo. Creo que crea muchísimos problemas en las relaciones sentimentales.

-¿Por qué?
-Porque hay, precisamente, demasiados lugares comunes. Las telenovelas construyen, a veces, situaciones que no existen en la vida. Y vuelves a tu vida y pareciera que tus relaciones “románticas” son mucho más pobres. Creo en el romanticismo verdadero de la gente que vive su amor sin explicaciones. Es lo que canto en mi nuevo sencillo, “Inútiles palabras de amor”. La cosa del hombre, la mujer y la puesta de sol… me aburre.

-Tus letras sí son más atrevidas.
-¿En que sentido?

-Por lo eróticas, por ejemplo.
-Es que tengo una visión muy poética del erotismo. Yo estoy orgulloso de mi educación, y una cosa que me enseñó Platón era que el mito de Eros daba las alas para volar. Yo creo que nosotros los humanos vivimos una condición pobre: sólo durante el amor se nos permite tener alas para llegar a Dios. Por eso, no me gusta el erotismo bajo, porque yo tengo esta visión profunda del erotismo, y es el concepto que prefiero de romanticismo. Hasta la música es erotismo.

-Hasta a ti te encuentran erótico.
-Qué sé yo: me dicen que tengo los ojos verdes, que me veo bien en televisión… ¡Pero sí es la música!

-¿Lo que te hace ver guapo?
-Sí, sí. Sin duda. Lo he comprobado en mi vida. El erotismo es una cosa divina que se podría hablar hasta con los niños. No me gusta que haya cosas “para adultos”, “para niños”.

-En tus canciones hay guitarras eléctricas, un ritmo fuerte muchas veces. ¿Ha sido el rock una influencia importante para ti?
-Escucho tantísima música, pero no creo que el rock esté dentro de mis raíces. Me gusta el soft-rock de gente como Peter Gabriel, Sting, U2. Son personas maravillosas que forman parte de una cultura diferente. La diferencia que creo que tengo frente a muchos colegas es que nunca imito. Sé que lo que hago yo puedo hacerlo yo. Si ellos entran en mi terreno, yo gano. Y, al revés, si yo me entrometo con ellos soy yo el que pierdo. Entonces no conviene.

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