PEKÍN.- China está viviendo su particular transición social con acontecimientos como el concierto de rock que durante tres días hizo vibrar a 10.000 jóvenes a las afueras de Pekín, en lo que muchos ya han bautizado como el “Woodstock” chino.
A pesar de la reticencia oficial a la celebración de conciertos de rock por considerarlos contestatarios, el Festival Midi de Música Moderna celebró este año su cuarto certamen y segundo al aire libre.
“El festival refleja la vida de los jóvenes chinos, tiene colorido y es necesario para que se puedan expresar libremente”, dice Li Tieqiao, saxofonista de “Meihao Yaodian” (Hermosa Farmacia), uno de los grupos de jazz-folk que clausuraron el viernes el certamen.
Miles de rockeros, artistas y estudiantes de toda la nación acudieron desde el 1 de octubre a la explanada propiedad de la Escuela de Música Midi, no lejos de las Montañas Perfumadas (noroeste), para dejarse seducir con las actuaciones de los grupos de música alternativa.
Entre el público pudo verse al que está considerado padre del rock chino y una de las leyendas de Tiananmen, el cantautor Cui Jian, venerado por los jóvenes músicos.
Cui Jian fue también el organizador del primer concierto de rock en agosto del año pasado en Lijiang, provincia meridional de Yunnan, después de años de prohibición, y que también fue calificado por el público como el primer “Woodstock chino”.
En sus últimas ediciones, el festival Midi ha ganado tanta popularidad que más de 200 grupos solicitaron participar este año, aunque por falta de tiempo finalmente sólo pudieron actuar 43.
La variedad de las actuaciones es sintomática del heterogéneo panorama musical chino, muy pendiente de las tendencias occidentales y con estilos que van desde el rock duro y el jazz, pasando por el folk, el hip-hop y el punk, hasta el grunge y la música electrónica.
Como en la llamada “movida madrileña” de los años ochenta, la efervescencia musical no es sinónimo de calidad, pero grupos como Ershou Meigui (Rosas de Segunda mano), CMCB (China McBrothers), Shanren (Hombre de Montaña) o Meihao Yaodian (Hermosa Farmacia) están dignificando el panorama musical chino.
La influencia occidental es evidente en grupos como Joy Side, los “Sex Pistol” chinos, mientras que otros trabajan en una fronteriza fusión, como Erguang (Bofetada en la oreja) o Muma (Caballo de Madera).
Este certamen acogió también a grupos extranjeros como el japonés Brahman o los noruegos Blister.
Como en Occidente, el festival también tiene sus lemas sociales, en China más inocentes pero necesarios: el de este año era la protección de los animales, un mensaje muy alejado de la situación política china.
La Escuela de Música Midi es una organización privada que desde 1993 imparte cursos de música moderna y no tradicional a unos 200 estudiantes.
El año pasado, al ser la primera vez que se celebraba al aire libre, el festival recibió la visita de la policía, que argumentó que algunos de los granjeros de los alrededores se habían quejado del ruido.
Estas actuaciones policiales se incrementaron también en los locales de música alternativa de Pekín en la víspera y durante la celebración del histórico XVI Congreso del Partido Comunista, en noviembre de 2002.
El secreto para evitar estas visitas “burocráticas” es celebrar el festival en los terrenos de la escuela y no cobrar entrada para evitar que la policía exija una licencia.
La escuela, que paga su propios guardias de seguridad durante el certamen, organizó el festival hace cuatro años para motivar a sus propios alumnos.
Con el tiempo, esos alumnos formaron sus propios grupos, cuyas actuaciones también se incluyeron hasta llegar a convertirse rápidamente en un acto multitudinario a pesar de no tener ningún apoyo oficial.
Como en Woodstock, cientos de jóvenes con melenas y “piercing” se dejan llevar por algunos de estos ritmos salvajes acampados en la hierba, comiendo, bebiendo y en, algunos casos, consumiendo drogas o retozando.
“Que no se vea no quiere decir que no esté sucediendo”, dice uno de los organizadores aludiendo a la peculiar manera de los jóvenes chinos de disfrutar de esas libertades, consideradas por la sociedad una influencia occidental contraproducente.
La mayoría del público destacó la profesionalidad y el orden con los que se organizó el último certamen del festival, uno de los múltiples eventos culturales con el que los jóvenes buscan forjar una nueva identidad china.