Daniel Quiroga
28/9/2003
Jorge Federico Haendel sabía perfectamente cómo encontrar y entusiasmar al auditorio de sus obras. Llamaba la atención que recorriera Europa desde Alemania, pasando por Italia hasta llegar a Inglaterra dejando a su paso un gigantesco número de obras instrumentales, óperas y oratorios que sostenían un prestigio europeo para el modesto músico nacido en una aldea alemana. No tenía problema en ofrecer sus obras en países cuyo idioma ignoraba pero que aprendía mientras trabajaba en ellos, más allá de las capacidades artísticas de los intérpretes. Sus cuatro primeras óperas llevaron su nombre desde Hamburgo a Florencia, Venecia y Londres.
Una cierta deuda existía con el oratorio Sansón (Londres, 1743), ya que en Santiago no era aún tan conocido como El Mesías, Judas Macabeo y tantas otras de sus obras de índole religiosa y del género instrumental que él mismo ejecutaba con éxito. El maestro Fernando Rosas, en su habitual prólogo dirigido en esta oportunidad al público del Teatro Oriente, explicó con modestia el trabajo realizado por la Orquesta de Cámara de Chile, el Coro de Cámara de la Universidad Católica y el grupo de ocho solistas que asumieron el compromiso de la interpretación de los solos, dúos, recitativos y pasajes instrumentales del Oratorio. Parte fundamental de este trabajo colectivo correspondió al Coro de Cámara de la Universidad Católica, cuyo director, Mauricio Cortés, obtuvo un notable éxito en la disciplina vocal y la calidad de sonido. Con mayor o menor experiencia profesional, destacaron en sus roles respectivos las sopranos Stephanie Elliot, Claudia Trujillo y Catalina Bertucci; la contralto Pilar Díaz; los tenores Rodrigo del Pozo y Jorge Contreras; el barítono Esteban Sepúlveda y el bajo Sergio Gómez.
La Orquesta de Cámara de Chile renovó el reconocimiento de su profesionalismo en el difícil acompañamiento de los solistas, con el apoyo del continuo en clavecín y órgano a cargo de Alejandro Reyes.
El auditorio del Teatro Oriente premió con sostenido aplauso esta versión del oratorio Sansón, comprendiendo el singular esfuerzo musical cumplido por coro, orquesta y solistas, con la dirección general de Fernando Rosas, quien agrega otra merecida distinción a su esfuerzo artístico.