Alucinados por Bach
Víctor M. Mandujano
4/10/2003
Conmovedora fue la interpretación que el grupo Música Antiqua de Köln hizo el jueves en el Teatro Oriente de El Arte de la Fuga BWV 1080, la obra póstuma de Johann Sebastian Bach, con la que culminó su segunda visita a nuestro país.
No es aventurado afirmar que esta obra maestra inconclusa (durante muchos años se creyó que era un ejercicio teórico no destinado a la interpretación) es el más excelso tratado en torno a la fuga, una forma de contrapunto extensamente practicada en el Barroco y una de las más complejas de la música. La genialidad de Bach exploró allí todas las posibilidades del género. Comenzó su composición hacia 1747 sin titularla, por lo que pudo consistir en una obra didáctica demostrativa en cuanto a las técnicas en diversos tipos de fuga, convirtiéndose más tarde en una pieza maestra de imaginación creadora y de técnica suprema al resolver deliberadamente diversos problemas del contrapunto.
Consiste en 14 fugas y cuatro cánones basados en un mismo tema, por lo que también es conocida como una amplia colección de variaciones.
Stephan Schardt (violín I), Reinhard Goebel (violín II), Karlheinz Steeb (viola), Klaus-Dieter Brandt (cello) y León Berben (clavecín) hicieron de esta cima musical un verdadero portento de fineza y justicia interpretativa, modulando cada frase en su más íntima lectura. La entrega fue secundada por la pastosa sonoridad de los valiosísimos instrumentos de época que poseen: Schardt (violín P.G. Rogeri, Brescia 1713), Goebel (violín Jacobus Stainer, Absam 1665), Steeb (viola Lorenzo Storioni, Cremona 1780) y Brandt (cello copia de D. Montagna, R. Hargrave 2000). El clavecín empleado por León Berben fue cedido por Rodrigo del Pozo y su sonoridad se vio disminuida por la mala acústica del teatro.
En una magnífica mixtura de combinaciones instrumentales que se suceden a lo largo de la obra, el conjunto de Colonia dio contundentes razones que justifican su cartel de ser una de las mejores agrupaciones del mundo en la interpretación de la música barroca.
Habían comenzado su presentación (sin intermedio) con las Fugas I y II a cuatro voces (1604) de Valentin Hausmann. Luego de los atronadores aplausos del público al terminar El Arte de la Fuga, el conjunto alemán ofreció como encores Chacona, de Biber, y La Folia, de Domenico Gallo, interpretadas con igual maestría.