Daniel Qurioga
22/10/2002
La Orquesta Sinfónica abrió su Festival de Primavera con varios puntos de interés. La dirección sobresaliente de la maestra brasileña Ligia Amadio tuvo a su cargo un programa de homenaje a dos destacados maestros y concertistas que cumplieron larga tarea en la vida musical chilena. Alberto Dourthé, violinista, y Emilio Donatucci, fagotista, recibieron el reconocimiento de sus colegas y del público al recordarse su trayectoria profesional en la Sinfónica, en la docencia y como solistas dentro y fuera de nuestro país.
Ligia Amadio inició la parte musical del emotivo homenaje, con la obertura "Oberon", de Carl M. Von Weber, que antecedió al concierto para violín y orquesta (1853) de Robert Suman, con el maestro Alberto Dourthé Abbé como solista. El profesionalismo del solista y el apoyo de la eficiente batuta de la directora brasileña revivieron una obra, sin duda de las menos representativas del romántico maestro alemán.
Escrita en el período final de su vida, afectado por su enfermedad mental y rodeado de un ambiente profesional lleno de incomprensiones. Directora y solista lograron animar el recuerdo final del gran romántico.
La segunda parte del programa dio oportunidad al maestro Emilio Donatucci para lucir su virtuosismo en el "Gran Tango para fagot y orquesta" (1991) del argentino Julio César Pardo. Conocedor profundo de la vida y de la música popular rioplatense, Pardo entrega un colorido ambiente regional en los tres movimientos alternativos de su "tango", de comunicativa vitalidad.
En la obra mencionada y en la Bachianas Brasileiras Nº 4, (1942) de Heitor Villalobos, la directora visitante ganó entusiasta aplauso luego de una entrega llena de calidez y comunicativa expresividad. Al término de su actuación, fueron los músicos los que se adelantaron a aplaudir a su directora.
Ella y la Sinfónica compartieron una de las mas bellas composiciones basadas en la música popular del Brasil.