El garbo y la estampa
Marcelo Contreras
3/10/2003
Si Lucho Gatica hubiera nacido en Argentina o México, hace rato una avenida llevaría su nombre. Pero no. Lucho Gatica nació en Chile, y hace un par de años nuestra ignorancia lo humilló junto a Antonio Prieto en la Quinta Vergara. Es más, hasta anoche en su primer concierto en el país, en el Hotel Hyatt, la expectación se mezclaba con el morbo. ¿Soportaría su voz gastada hora y media de concierto? Pero Lucho Gatica es un grande, y los grandes saben aguardar su momento.
No sólo tuvo una partida notabilísima con Bésame mucho sino que su registro avasalló con tantos clásicos - Historia de un amor, Contigo en la distancia, Sabor a tí, entre decenas de canciones- , que los 150 asistentes a la cena de gala en el salón Regency del Hyatt se emocionaron genuinamente con su humor, su histrionismo único y un estilo. Si el público local no tiene empacho en aplaudir a cantantes como Adamo o Camilo Sesto que reditúan sin complejos de la nostalgia, es incomprensible que nuestro Lucho Gatica no se lleve de Chile el aplauso que sobradamente merece. Sólo un centenar de personas ha comprado boletos para verlo esta noche en el Teatro Oriente. Esto no es una campaña a su favor. Simplemente se trata de justicia con una figura que merece todo nuestro respeto y que a los 75 años aún en está en forma escénica para reclamar ese derecho.
