Willy Landin, regisseur argentino, se refiere a la moderna ambientación de la ópera de Ruggero Leoncavallo.
Maureen Lennon Zaninovic
(20/10/2003)
Me da placer asumir riesgos, dice Willy Landin, regisseur argentino que está a cargo de Pagliacci, de Leoncavallo, y Gianni Schicchi, de Puccini, los títulos que cierran la temporada lírica del Teatro Municipal, a partir del sábado 25, a las 17:00 horas.
Para ambientar la ópera de Leoncavallo, se creó un set de televisión, con cámaras, micrófonos y graderías para el público. Junto con ello, habrá proyección de imágenes que reforzarán el caracter multimedial de la puesta en escena. La escenografía tiene una razón de ser. “Pagliacci” es considerada una de las piezas esenciales del verismo. Como ejemplo está el prólogo, donde el narrador dice que lo que se quiere llevar a escena es la vida misma.
Dentro de ese contexto, aparece el coro como espectador, como si se tratara de un juego de espejos. Con eso le estamos diciendo al público “ustedes señores que están mirando el espectáculo, van a estar representados en el coro”. Hoy uno está desayunando, mojando una galleta en el café con leche, mientras ve imágenes de personas que mueren en una guerra y da igual. Se ha producido un distanciamiento. La TV muestra la realidad y tiene esa pedantería de decirnos, señores esta es la vida misma, explica Landin.
El director de escena precisa que hay títulos que admiten una lectura moderna y otros no.
Con la vestuarista Imme Möller y el escenógrafo Enrique Bordolini llevamos más de un año trabajando en la puesta, esta lectura moderna no es un capricho. Con humildad digo que la última palabra la tiene el público y perfectamente puede no gustarle.
Sobre la representación conjunta de Pagliacci y Gianni Schicchi, Landin agrega: Me preguntaron si me parecía bien unir estos dos títulos y dije ¡qué fantástico! Primero, por el orgullo que me da tener a un monstruo como Leo Nucci sobre el escenario. Él abre la función con el prólogo, con las palabras “si puo, si puo”, compuestas originalmente para barítono, aunque después se las han apropiado los tenores, y cierra “Gianni Schicchi” con la frase “la commedia e finita” de “Pagliacci”: la velada será abierta y cerrada por él. Esto es un acierto de Andrés Rodríguez, director del Teatro Municipal. Me parece que todo tiene un sentido y es mágico.
- ¿En qué época específica decidieron ambientar Pagliacci?
A fines del 40 y principios del 50. Así como esta ópera inicia el verismo, a mediados del siglo XX comenzó a irrumpir la televisión. Si hay una frase que podría resumir de manera actual lo que es “Pagliacci” es “el show debe continuar”, y a mi juicio el medio que mejor lo representa es la TV.
Hay pasajes musicales en esta obra que son de una modernidad increíble, por ejemplo, el dueto de Nedda y Silvio es realmente ver cine. Ubicados en un contexto más contemporáneo, es impresionante como salen a flote en su expresividad. Leo Nucci me dijo textual: “Willy, quédate tranquilo, “Pagliacci” es un music hall”. Esas son palabras que yo no me animaría a decir. Lo que sí diría es que es un ejercicio de teatro musical increíble.
- ¿No teme la reacción negativa de un público conservador?
La vida me ha enseñado que no hay que tener preconceptos de las personas. Decir que es un público conservador, significa mirarlo en menos. Puedo paracer joven, pero poseo una cierta experiencia. He trabajado en importantes teatros. No tengo esa superficialidad de hacer cosas por hacerlas. Lo que hay sobre el escenario tiene un sentido. Por eso el montaje de “Gianni Schicchi” es tradicional, es teatro puro. Darle una ambientación diferente habría sido algo banal, sería avasallar su espíritu, romper con ese sentido de laboratorio dramático.