¿Quién es Peaches?
La presencia en Chile de la cantautora electrónica Peaches -el próximo 7 de noviembre en el Galpón 6 de Chucre Manzur- constituye un acontecimiento privilegiado. La atrevida artista canadiense llega a Santiago en su peak de prestigio y creatividad, reconocida mundialmente por figuras como Madonna e Iggy Pop. Sus shows en vivo parecen ser pura provocación.
Marisol García C.
(31/10/2003)
Alcanzar fama mundial como una cantautora electrónica y feminista es una situación inusual que a Peaches no termina de sorprenderle. No tanto porque recuerde sus inicios laborales como profesora básica, cuando aún se identificaba por su nombre (Merrill Nisker) y pensaba que viviría y moriría confinada a Toronto, Canadá. Es inesperado, más bien, porque su eterna inquietud musical nunca tuvo a la fama dentro del presupuesto, acogida siempre a bandas independientes de sonido atrevido, pero ambiciones moderadas.
Peaches cantó folk con el grupo Mermaid Café, jazz de avanzada con Fancypants Hoodlum y ruido noise en The Shit; pero recién en el año 2000 su apuesta de versos sexuales y feministas llamó de verdad la atención fuera del circuito de pubs. Para ello, debió primero mudarse a Berlín, Alemania, y comenzar a experimentar con la electrónica más dura. Trabajado casi completamente en solitario con diversas máquinas de programación, el disco
The teaches of Peaches (2000) se construyó sin parecerse a nada, aunque uno lo entiende de inmediato: un tecno duro y agresivo, como un punk sin guitarras, apoyando letras impensables incluso en los clubs de baile más atrevidos. Letras que comienzan a ser analizadas en centros académicos de estudios de géneros, y que muchas revistas se han negado a reproducir. Son versos que circulan con entera libertad en torno al poder femenino en la relación sexual, a la que a su vez presentan como génesis de energía. Utilizando palabras soeces que pierden su carga grosera y se convierten más bien en mantras energéticos, esta fanática de Joan Jett y Chrissie Hynde (The Pretenders) transmite algo más cercano a la fuerza que a la transgresión.
The teaches of Peaches circuló a nivel underground con rapidez y alcanzó una audiencia inusual, casi sin trabajo alguno de promoción. En una entrevista reciente, Madonna confesó que ella hacía gimnasia al ritmo de “Fuck the pain away”, uno de los singles del álbum. Iggy Pop, Pink y los cantantes de Pet Shop Boys y Elastica comenzaron a asomarse en sus shows. Y dicen que Britney Spears es la más reciente conversa. Pero dicen tantas cosas.
La presencia de Peaches en Chile, el próximo 7 de noviembre en el Galpón 6 de Chucre Manzur (barrio Bellavista) constituye un acontecimiento privilegiado. Peaches está hoy en las portadas de todas las revistas europeas y estadounidenses de música independiente. No para de dar entrevistas, y aumentan con rapidez las ventas de su nuevo álbum,
Fatherfucker, en cuya carátula la rebelde cantautora se muestra con una vistosa barba negra. Si en su disco anterior el concepto fue la liberación sexual de la mujer, hoy Peaches parece preocupada por los códigos que distinguen a los géneros.
“Hay mujeres con barba, hombres con pechos. Hay mucha cosa rara que sucede naturalmente. Y creo que debemos redefinir nuestros roles, o eliminar roles; o reconocer que, interiormente, tenemos cosas femeninas y masculinas”.
Si David Bowie causó un escándalo inolvidable en 1972 cuando comenzó a vestirse como mujer, Peaches retoma la vieja enseñanza bisexual del glam y afirma con ligereza en su tema “I u she”: “No tengo por qué elegir / Me gustan las chicas y me gustan los chicos”. Juega en sus fotos con su imagen, mostrando piel sin depilar y asumiendo poses masculinas que no logran disminuir su estilizado atractivo.
Verla en vivo es terminar de cerrar el círculo del concepto Peaches, en el que la entrega sobre el escenario está abierta a que el público participe activamente del show, e incluso las letras más provocadoras se escuchen con una sonrisa plácida… porque es ironía después de todo. La del próximo 7 de noviembre será una ocasión irreemplazable para apreciar de cerca lo que sea venga a mostrar una artista en el peak de fama y prestigio global. Madonna estaría en primera fila.