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Recital legendario con una artista en plenitud (8/11/2003)

10 de Noviembre de 2003 | 11:04 |
Recital legendario con una artista en plenitud

Juan Antonio Muñoz

8/11/2003

Todo pareció coincidir: una artista en plenitud y total manejo de sus medios, repertorio de altas exigencias, público ávido y entorno acogedor.

Es difícil decir qué estuvo mejor. Primero, Come scoglio, de Fiordiligi en Cosi fan tutte (Mozart), donde Verónica Villarroel exhibió una facilidad sorprendente en los numerosos cambios de registro que exige la partitura, con su voz plena de color. Luego Casta Diva de Norma (Bellini), para seguir con Depuis le jour, de Louise (Charpentier), perfecta en línea, y con Air des bijoux, de Fausto (Gounod).

Después del intermedio vinieron Non ti scordar di me (De Curtis & Furno), la famosa canción estrenada por Beniamino Gigli en el filme homónimo, donde lució el centro amplio y pastoso de su voz; y Canzone del salice y Ave Maria, de Otello (Verdi), interpretada desde la interioridad con un respeto absoluto por la palabra. Muy bien la necesaria Emilia de la soprano Francesca Tomarelli.

En el número final, Pace, pace mio Dio, de La fuerza del destino (Verdi), el caudal sonoro tuvo un efecto impresionante que jamás ocultó los matices musicales y el esmalte tan particular de un órgano vocal en perfectas condiciones.

Como regalos, O mio babbino caro, de Gianni Schicchi (Puccini), coronado por pianísimos entrañables, y L''''altra notte, de Mefistófeles (Boito), donde el gesto preciso y efectivo de la actriz (una moderna mirada a la locura de Margarita) se unió al tejido aterciopelado de la voz y a una llegada imbatible al agudo.

La Orquesta Filarmónica Regional tuvo su mejor momento en la sugerente Meditación de Thais (Massenet), donde el concertino Carlos Cifuentes lució su poder expresivo. Miguel Patrón Marchand es un conocedor de las voces y eso se ve en la atención a cada frase de la cantante; además, con mano firme guió al conjunto por difíciles oberturas de Mozart (Las bodas de Fígaro) y Verdi (La fuerza del destino y preludio de Aída), logrando dar cuenta de las variaciones de dinámica en las que vive el poder expresivo de esta música.
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