Dinky Cerebro
En la legión extranjera de músicos electrónicos chilenos de punta hay una mujer. Alejandra Iglesias, conocida como Dinky en Nueva York o Berlín, vuelve a casa a tocar. Y a presentar a su novio. Y a visitar a su abuela.
David Ponce
(27/11/2003)
Pasó con Tommy Rey. Pasó con Lucho Gatica. Pasó incluso con Nicolás Massú. Todos chilenos con problemas de visa en los EE.UU. post Torres Gemelas, que en los últimos meses tuvieron su mal rato en la aduana y acabaron sin poder entrar a ese país.
Y pasó con Alejandra Iglesias, que no sólo es chilena, sino que además vivió los últimos siete años de su vida en Nueva York, pero no pudo renovar su permiso de estadía en EE.UU. Con una diferencia: para Alejandra, conocida como Dinky en el circuito de la música electrónica, ésas no fueron malas noticias. Tuvo que dejar Nueva York pero ahora vive hace seis meses en Berlín. Gracias, señores de Migración.
“Se me acabó la visa americana”, explica por teléfono desde su nueva casa. “Fue lo mejor que me podía haber pasado. El trámite se demora cuatro o cinco veces más y están más coladores. Pero fue un súper regalo: en Nueva York te agarra la ciudad, el ritmo, y al final nunca iba a salir; estuve un año y medio pegada. Aquí está la mayoría de mis amigos, Berlín no es tan cara y el mercado es mucho más grande para el tipo de música que hago, electrónica más minimal, más underground”.
Dinky empezó como DJ en Santiago en 1994, a los diecinueve años. Se puso a hacer música propia en 1999, a los 24. Y está tocando esa música en vivo desde el año pasado. Ya tiene siete discos publicados en sellos como el alemán Traum y el más nuevo es “Black cabaret” (2003), donde se acerca a su gusto por la música pop, canta y mete samples de Pet Shop Boys, Prince o “Material girl”, de Madonna.
Y ahora que vive en Berlín está al lado de la comunidad de chilenos afincados en ese país: DJs, músicos y productores como Martín Schopf (alguna vez socio de Jorge González en Gonzalo Martínez), Ricardo Villalobos (alguna vez socio del propio Schopf en Rick y Martin) o el dúo chileno-venezolano Mambotur.
“Esos amigos me conocen desde que soy cabra chica. Me siento más segura. Estoy viajando y tocando todos los fines de semana”, explica. Sus escenarios en los últimos días han sido clubes de Berlín, Münich, Stuttgart o Zurich. Los próximos serán chilenos: Dinky viene a tocar al Hotel Carrera, a la fiesta Woman on the Mix y, en enero, al festival Mutek, entre otras fechas. En Mutek va a tocar su propia música; en todas las otras va a pinchar discos.
“Me encanta disjockear y llevo más tiempo en eso”, dice. Pero su último disco la entusiasma igual. “Antes de “Black cabaret” me conocían por la onda de (el sello) Traum, más intelectual. Esto es súper pop”.
De Plaza Brasil a Nueva York
Antes de tocar música y de poner discos, lo que a Alejandra Iglesias le gustaba era cantar. “Cantaba en el coro cuando era chica, en el colegio”, recuerda, y eso sí es Santiago de Chile, donde nació en 1975. Coordenadas chilenas son ese coro en el colegio Craighouse, o esa academia de órgano Yamaha en Apoquindo donde estudió junto a las primeras lecciones de piano contratadas por su madre, hasta los quince años.
Y hay otra coordenada anterior, localizada en plena Plaza Brasil: la academia Espiral, dirigida por Joan Jara y Patricio Bunster, donde la quinceañera Alejandra tomó sus primeras lecciones de danza.
“Me sirvió mucho entrar al Espiral. Empecé a trabajar con músicos, en grupo”, explica. Y tuvo también uno de sus encuentros con hombres notables, cuando Peter Gabriel se hizo presente, invitado al festival de Amnistía Internacional en 1990. Al día siguiente, Dinky y otras compañeras bailaban durante la actuación de Gabriel en el Estadio Nacional.
“Llegó al Espiral un día, avisó dos horas antes, preparamos una comida y dijo ya, voy a tocar para las chiquillas. En la sala de danza éramos como cuarenta y tocó con el hijo de Ravi Shankar; después bailamos todos onda discotheque”, recuerda. “Y al otro día fuimos con la Joan (Jara) y otras chicas como la (actual bailarina) Francisca Sazié al estadio y nos dijo ya: improvisen. Bailamos mientras cantaba “In your eyes”. Estadio lleno. No lo voy a olvidar”.
La danza la llevó a Nueva York en 1997, para matricularse en la escuela de Martha Graham. “Pero empecé a disjockear y caché a los 23 años que era imposible hacer las dos cosas juntas. La danza requiere mucha salud, levantarse temprano. Y ser DJ es todo lo contrario. Ahora puedo decir que no tomo alcohol, ya estoy chata de la noche, pero antes uno se mete totalmente en la volada”, distingue. Y Nueva York fue además el lugar de encuentro con Jorge González, que aparte de cantante de Los Prisioneros es otro de los músicos chilenos cercanos al circuito tecno de Uwe Schmidt o Martin Schopf. Ahí, Dinky y González grabaron una pista, aún inédita, llamada “La arpía”.
“Somos súper amigos con el Jorge. Nos juntamos, llevé el tema cuando él estaba grabando un disco (de Los Prisioneros) en Nueva York y lo terminamos en dos noches. Es un tema chilensis. Medio techno, pero con percusión de La Tirana”.
El club de Dinky y Tobi
Cuando empezó a grabar su propia música para el sello alemán Traum, Dinky puso unos títulos exóticos a sus discos. “Atacama” (2000) y “Valparaíso” (2001) fueron los dos primeros. “Es chileno porque es un estilo distinto a los otros. Es la naturaleza, suena como estar en la jungla o en el océano, hay pájaros. Son sintéticos igual, pero te transportan a otro estado”, explica.
De alguna manera Chile sigue en los mapas de Dinky. Y esta vez vendrá con su novio, el DJ alemán Tobi Neumann, productor del trío femenino Chicks on Speed o la francesa Miss Kittin, musa del reciente movimiento electroclash. “Él es mucho más conocido que yo, y vamos a tocar juntos”, dice. “Es súper entretenido tener un novio DJ, nunca me había pasado. Nos repartimos discos, este para ti, éste para mí. Trabajando con él he aprendido un montón”.
A sus 27 años, Dinky ya no llegará a la casa de sus padres en Chile, sino a la suya. “Tengo buena onda con mis papás, pero no puedo hacer música en su casa porque es muy fuerte y soy súper respetuosa”, dice. “Ellos están orgullosos, ven que viajo, pero ésta no es la música que escuchan. Y producir (música electrónica) te pone repetitivo, con el mismo beat cuatro horas vuelves loca a la gente. En Nueva York mis vecinos estaban vueltos locos”.
Hay una excepción familiar: la abuela de Dinky, Nora. “Es la que más echo de menos”, se ríe la nieta, en Berlín. “Con ella no hay problemas. Mi abuela es fan total”.
DJ Dinky
Con DJs Paula Burgos, Marcelo Rosselot, Claudio Abe y Vicente Sanfuentes. Viernes 28, 23 hrs. Hotel Carrera, Agustinas 1320, (09) 435 1914. $8.000, venta anticipada $5.000 en Extravaganza! (Providencia 2169 local 30). |