PARÍS.- La ciudad francesa de Lille se estrena mañana como nueva capital europea de la cultura con una fiesta multitudinaria, abierta por el director de orquesta Jean-Claude Casadesus y la música de Berlioz.
Para su mayor placer, los 1,1 millones de habitantes de esta “metrópoli comunidad urbana”, aspiran compartir los fastos de Lille 2004 y sus 2.130 manifestaciones con más de 70 ciudades de la región y con los tres millones de visitantes suplementarios que esperan atraer.
Las reservas hoteleras anuncian ya completo “casi al cien por cien”, para este fin de semana inaugural, y comercios, empresas de transporte y restaurantes se frotan las manos.
La felicidad es pletórica en esta urbe del noroeste francés, situada a una hora de París, 1,40 de Londres y 40 minutos de Bruselas, deseosa de mostrar al mundo su brillante recuperación de la crisis industrial minera, metalúrgica y textil.
El honor de convertirse por un año en capital cultural europea, compartido con la ciudad italiana de Génova, ha encontrado en Lille una inversión de 150 millones de euros en espectáculos y en trabajos urbanos que la han metamorfoseado para el futuro.
Las primeras notas culturales europeas sonarán mañana, a las 18.30 GMT, en la explanada de la Estación Lille-Flandres, para escuchar “Le chant des chemins de fer”, una cantata creada por Hector Berlioz en 1846, cuando se inauguró la línea ferroviaria que le unió a la capital francesa.
Un millar de músicos y coristas, exactamente 1.035 miembros de la Orquesta Nacional de Lille, de otros conjuntos de la región de Pas-de-Calais, de Bélgica y del Reino Unido, y también aficionados, seguirán la batuta de Casadesus, emblemática figura de la vida musical ciudadana.
Terminado este primer mega-concierto, clásico y popular a la vez, el Grupo F, inventor de espectáculos de calle pirotécnicos desplegará su arte y estallará en efectos luminosos antes de dar la salida de un gran desfile popular.
El cortejo recorrerá las principales arterias de la ciudad, entre ellas la avenida Faidherbe, símbolo de su metamorfosis definitiva.
Cañones de nieve, proyectores de imágenes, música electrónica y un sinfín de efectos especiales, darán realce a la procesión, que terminará hacia las 22.00 GMT, justo antes de que comience el “baile blanco de San Nicolás”, en Lille, y en una decena de ciudades de la región.
Este baile inaugural intentará revivir aquel “espectáculo mágico” en que se convirtió, según cuenta en su “Autorretato” el fotógrafo Man Ray, el ofrecido un día por el conde y la condesa Pecci-Blunt, cuando el artista proyecto un filme de Mélies sobre los disfraces blancos de los invitados que formaban una “especie de pantalla en movimiento”.
La cultura en todos sus aspectos llenará hasta rebosar el año 2004, con un ecléctico programa protagonizado por artistas de múltiples países, expertos en las artes y expresiones más diversas, del cine al teatro, la literatura, el circo o la arquitectura al diseño y la rehabilitación urbana.
Generosa, la fiesta cultural, pensada “como un encuentro carnal entre un territorio por descubrir, sus habitantes, los artistas invitados productores del evento y los visitantes”, no sólo se desbordará por otras ciudades de Pas-de-Calais, sino también de Bélgica.
La reapertura de la Ópera de Lille, que renace enteramente renovada tras cinco años de inactividad, dará el martes las segundas campanadas europeas, con la ambición de abrirse a las orquestas y coreografías del mundo entero.
El primer encargado de plasmar este deseo municipal, dirigido por la alcaldesa socialista, Martine Aubry, es el coreógrafo neoyorquino Bill T. Jones, que celebrará, a la vez, el vigésimo aniversario de su compañía.