EMOLTV

Sírvase una pichanga

24 de Diciembre de 2003 | 00:00 |
Íñigo Díaz

Poco convincente fue la advertencia que el baterista Cristián Bidart realizó antes de iniciar este misterioso número jazzístico: “Vamos a hacer una música que tiene distintos ingredientes. Como la pichanga, que le lleva queso, jamón, cebolla, aceituna y otras alternativas”.

Claro, el chilenísimo producto que tiene por nombre “pichanga”, aperitivo de dudosa procedencia y calidad, reúne dentro del mismo receptáculo elementos muy diversos, casi siempre zambullidos en vinagre. Y en ocasiones, presentado en plato plástico, resulta un tanto “vulgar”. Al final de cuentas esta figura gastronómica no se condice con la propuesta sonora del trío llamado La Pichanga, que es todo sofisticación.

El espacio central de La Sala Fech fue el escenario escogido para el regreso del trío al circuito del jazz chileno, tras un receso que se estaba extendiendo más de lo debido. El proyecto dirigido por Bidart (baterista de Akinetón Retard), presenta en sus líneas al contrabajista Francisco Carvajal (miembro del trío bop de Mario Feito) y al nuevo gran hallazgo del free jazz, el saxofonista alto de 21 años Edén Carrasco. Con seguridad estamos en presencia del más adelantado proyecto jazzístico construido hoy en nuestro medio (incluyendo por cierto el trabajo experimental que el pianista Carlos Silva ha logrado con sus tríos, y las performances de vanguardia del baterista Andy Baeza).

La actuación de poco más de sesenta minutos confirmó a quienes habían podido ver en acción a La Pichanga en otros momentos, que el tiempo no pasa en vano. Ya totalmente afiatado, el conjunto apareció entre la oscuridad y el silencio del público para deslumbrar con una serie de improvisación avanzada que por fin da una respuesta concreta a los auditores que buscan algo más que swing y solos templados.

Por momentos imaginamos que el antiguo Five Spot Cafe de Nueva York -club donde actuaban los cultores del avant-garde- debió haber presentado shows como el de La Pichanga: una música no convencional plena de libertad para los solistas, riesgo colectivo, experimentación y un auditorio reducido, como las 13 personas que asistieron a la Sala Fech (incluyendo al sonidista, al iluminador y a la chica que hacía el registro audiovisual), y que finalmente degustaron una poco común versión de la “pichanga” nacional.
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?