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"¿Qué mejor que te llamen ícono?" 15/10/2004

15 de Octubre de 2004 | 00:00 |
La famosa intérprete de "Heart of glass" llega por primera vez a Chile con tres de sus compañeros de toda una vida y un disco nuevo que la llena de orgullo.



Marisol García C. 15/10/2004


Deborah Harry creció creyendo que la palabra ícono estaba para referirse a instituciones como la Gioconda, la torre Eiffel o el Big Mac. Hasta que un día abrió una revista y se encontró ahí, con poco más de treinta años de edad, junto al título que la perseguiría el resto de su vida: "Blondie es el ícono del pop".

—Al principio fue muy chocante. Tiene que haber sido a mediados de los años ochenta: el grupo ya era bastante popular, pero continuaba teniendo un cierto seguimiento "de culto". Pero de repente la palabra comenzó a salir en todas partes; una y otra vez. Yo me asusté mucho, más que nada porque no sabía si quería tener tanta responsabilidad encima. Ahora es distinto, porque ¿qué mejor cosa que te llamen así? Me hace feliz ser considerada de ese modo.

De hecho, actualmente el principal llamado en el sitio web oficial de Blondie es para que los fanáticos voten por Debbie Harry como "el mayor ícono musical de todos los tiempos" en la encuesta alusiva que está llevando a cabo la revista inglesa Q para una edición especial de fin de año. Y es claro que no habrá necesidad de cohecho: sobran las razones para pensar en la cantante de "One way or another" y "Heart of glass" como un símbolo indispensable para comprender la cultura rock de los últimos cincuenta años y el papel que las mujeres se permitieron tener como cantantes desde la década de los setenta en adelante. Su peso es tan indiscutible como el de Madonna, el de Prince o el de Bono. Y no deja de ser sorprendente que la voz suave al otro lado del teléfono sea algo así como la de un equivalente rockero a Frida Kahlo o Simone de Beauvoir.

—Es evidente que ese peso no ha sido, en tu caso, un asunto puramente visual. La importancia de tu figura tiene mucho que ver también con tu personalidad, tu actitud y tu atrevimiento.

—Bueno, claro, aunque no debes olvidar que lo que veo desde dentro es muy diferente a lo que tú me dices desde afuera. Supongo que el tiempo ha ido aquietando y normalizando todo aquello que yo hacía en los [años] setenta. Lo que antes se consideraba experimental, hoy lo ves en todas partes. Del mismo modo, hoy es inmensamente más fácil tener una cara linda y, a la vez, que escuchen lo que tú tengas que decir. Eso antes era algo contradictorio.

La antigua cara linda de Blondie es hoy el rostro de una mujer madura que no intenta esconder su edad —cumplirá ¡60! el próximo año—, y que hace poco vimos en el cine, en el rol de un desastre de señora que súbitamente encuentra a su hija con cáncer (Mi vida sin mí; "una bella pequeña película", según ella).

Sin embargo, quienes lleguen temprano al Estadio San Carlos de Apoquindo el próximo 5 de noviembre tendrán a su rostro eterno muy cerca, pues el grupo Blondie se encuentra embarcado en su primera gira por Sudamérica. Su parada en Chile está programada para la segunda jornada del prometedor festival S.U.E. II. Nuevo disco y una formación con cuatro de los integrantes de siempre (además de Harry, el guitarrista Chris Stein —su pareja sentimental durante décadas—, el baterista Clement Burke y el tecladista James Destri) son los pilares excepcionales de un concierto que combinará nuevas y viejas canciones, según garantía de la mujer más autorizada para decirlo.

—Estoy muy emocionada por conocer Chile, ese país tan largo. Durante años hemos escuchado a amigos músicos diciéndonos: "Deben ir allá, ¿cómo puede ser que nunca hayan bajado ahí". Y la verdad es que no teníamos excusa.

—La crítica hacia The curse of the Blondie ha sido muy entusiasta. ¿Lo sienten también ustedes como un disco sólido?

—Absolutamente. El disco sólo comprueba lo sólida que se ha vuelto la banda. Hemos estado tocando durante el último par de años, casi sin parar; y yo siento que a estas alturas estamos muy bien "aceitados". Es un disco muy vivo, con un pulso muy funk. Y eso me llena de orgullo, considerando lo suave y detallista que hoy se ha vuelto el pop. Acá habrá algo más crudo: lo verás en el escenario.

—El título del disco es muy gracioso: la maldición de Blondie. ¿Tan complicadas han sido las cosas para el grupo?

—No. Más bien se trata de humor negro. Ya sabes como es la vida: palos porque bogas, palos porque no bogas. Así se te va el tiempo, y de algún modo queríamos reírnos de todas las cosas que pueden no haber sido tan sencillas como en algún momento pensamos. Con los años te das cuenta que las dificultades afirman tu personalidad, y que tener todo dado fácilmente te volvería loca. Aprendes a decir: "Que se jodan", y créeme que eso es algo muy sano (sonríe). ¿Por qué tienen que ser malas las dificultades? Son parte de tu vida, de tu historia, y también de la historia de esta banda.

—¿Qué tiene que ver eso con las lecciones que te dejó el punk? ¿Qué te queda del punk?

—No sé si Blondie fue alguna vez una banda punk...

—Lo fueron en filosofía: fueron parte de ese círculo.

—Ah, claro, y me siento muy afortunada por eso. Fuimos parte de un momento único en la historia, en el sentido de que nos permitió encontrar rápidamente nuestra voz; y créeme que no había cosa que me importara más en mi adolescencia que saber quién era yo, cómo podía expresarme. En ese sentido, la actitud punk fue muy útil para mí: me dio la fuerza para defender mis derechos, perseverar y permitirme creer en lo que hacía. ¿Qué queda de eso? Pues todavía me gusta mucho vestirme de negro [se ríe]... No sé, preferiría que esa fuerza no fuese algo verbal, sino que se mostrara a través de mi música.


"Más bien liberal" se define la señora Harry ante las próximas elecciones en su país, aunque no estará allí para ejercer su derecho a voto. "No puedo hablar por todos en la banda, pero personalmente creo que necesitamos un cambio; una aproximación fresca, con alguien más sofisticado para manejar nuestros problemas de política internacional".


Qué propiedad tiene Deborah Harry para hablar de "sofisticación". Si tan sólo George W. hubiese escuchado un poco más a Blondie...

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