Gilberto Ponce
Continuando con el Segundo Encuentro de Música Sacra que se realiza en la Capilla del Campus Oriente de la Universidad Católica, tuvimos oportunidad de escuchar -en estreno para Chile- el oratorio "La Resurrección" de Georg Friedrich Haendel. Sus intérpretes fueron el Ensamble Vocal e Instrumental "Concerto Vocale", que dirigen Víctor Alarcón y Rodrigo del Pozo.
Este conjunto se ha especializado en música barroca y sus presentaciones se han constituido en referentes por lo acertado de sus enfoques y la pulcritud en la preparación de las obras.
Este hermoso oratorio es una reflexión en torno al poder de Dios en su lucha contra el Demonio, que se pone en evidencia con la Resurrección de Jesús, al vencer el bien al mal.
Al revés de otras obras del mismo autor, esta tiene apenas dos breves coros para finalizar cada parte, centrándose toda la responsabilidad dramática en los solistas, quienes son bastante exigidos en sus posibilidades.
En cuanto a estilo, se reconoce al Haendel de hermosas melodías, brillante orquestación y sentido del drama cercano al estilo italiano.
El conjunto de solistas lo encabezaron María José Brañes y Carolina García, sopranos; Evelyn Ramírez, contralto en este concierto, pues en la función anterior fue cantado por Pilar Díaz, además el tenor Rodrigo del Pozo junto al bajo Leonardo Aguilar. El rendimiento de los solistas fue parejamente alto, con inconvenientes de tipo acústico que produjo desfases en los pulsos y el cansancio que llevó a "calar" en ciertos momentos a las sopranos cerca del final.
No obstante, quedan en el recuerdo las hermosas voces de Brañes y García, junto a la seguridad de su canto; la generosa voz de Evelyn Ramírez, el ajustado estilo y manejo vocal de Rodrigo del Pozo y el carácter dramático de Leonardo Aguilar.
Entre los mejores momentos de la noche destacamos el dúo de Magdalena y Cleofás (García y Ramírez) de la primera parte, el Aria de Magdalena (García) "Dulces clavos", el Nº 24 "Aria del Ángel", donde se reflexiona en torno a la mujer y el pecado original y la posibilidad de la salvación por medio de la resurrección, que cantó bellamente M. J. Brañes, y los dos coros conclusivos de cada una de las partes.
Debemos suponer que debido a la acústica poco favorables los resultados en este oratorio de Haendel no fueron los esperados, pues en numerosas oportunidades se produjeron desajustes rítmicos en la orquesta, como entre esta y los solistas.
También pensamos que la tardía hora de la presentación influyó en el cansancio de algunos cantantes y en evidentes desafinaciones en las cuerdas del conjunto instrumental.
El enfoque de Víctor Alarcón fue más hacia lo operístico que al espíritu religioso y el arco dramático expresivo quedó en manos de los solistas, pues él debió dedicarse a evitar los desajustes entre orquesta y cantantes.
Pensamos que en acústica más favorable, Alarcón podrá desarrollar su concepto musical de la obra, que evidencie mejor la seriedad del trabajo de uno de los más importantes conjuntos de la capital.
