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Pianista Martha Argerich recibe "sorprendida" el premio imperial de artes de Japón

"Estoy muy sorprendida y un poco avergonzada. No sé realmente si me lo merezco, pero eso no significa que no esté muy contenta por ello", señaló la artista argentina, quién recibió el galardón de manos del príncipe Hitachi.

18 de Octubre de 2005 | 14:18 | EFE
Martha Argerich
La artista argentina posa con la medalla del "Praemium Imperiale" 2005, categoría música.
TOKIO.- La pianista argentina Martha Argerich se declaró hoy sorprendida por haber sido galardonada con el "Praemium Imperiale" a la música, el máximo reconocimiento que se otorga en Japón a los artistas.

"No me lo esperaba, porque la mayoría de los que han sido premiados anteriormente eran también creativos, compositores", afirmó la célebre intérprete de piano en alusión a músicos como el canadiense Oscar Peterson o el estadounidense Leonard Bernstein. Argerich (Buenos Aires, 1941) atendió a un grupo de periodistas en un lujoso hotel de la capital japonesa poco antes de participar en la ceremonia solemne donde recibió el premio de manos del príncipe Hitachi, hermano del emperador.

"Estoy muy sorprendida y un poco avergonzada. No sé realmente si me lo merezco, pero eso no significa que no esté muy contenta por ello", señaló la artista quien reconoce tener una "relación de amor" con Japón.

Desde 1996 es Directora General del "Festival Musical Beppu Argerich", que se celebra todos los años en el suroeste del archipiélago nipón, donde actúa junto a grandes artistas de todo el mundo.

"Me gusta mucho la mentalidad japonesa. La gente siempre me sorprende positivamente. Son capaces de sentir las cosas sin que se produzcan, observar sin parecer que están observando. Hay una cierta libertad que no siento en otras partes. Aquí no me siento presionada", afirmó.

Pese a no tener nada más que demostrar, tras haber actuado en todas las salas importantes del mundo, dando recitales solistas, presentándose con las principales orquestas y haciendo música de cámara, la pianista argentina quiere seguir progresando.

"En Japón cuando uno llega a los 60 se dice que ya está acabado. Yo no pienso lo mismo. Hay muchas cosas que no he hecho, con mis propias posibilidades y talento. Todos los días me pregunto, qué puedo hacer, qué puedo aprender", dijo la artista, quien ha dedicado toda su vida a la música.

Comenzó a tocar el piano a los cinco años. Tres años más tarde ofreció su primer recital interpretando obras de Mozart y Beethoven. A los dieciséis, ya instalada con su familia en Europa, ganó dos concursos internacionales, el "Busoni" (Italia) y el de Ginebra (Suiza).

Pero su consagración en el panorama mundial como una consumada pianista le llegó en 1965, con 24 años, al obtener el Primer Premio en uno de los más importantes certámenes, el Internacional Fryderyk Chopin de Varsovia.

"No sé cuando tiempo me queda. Ahora no soy ni tan joven ni tampoco tan mayor", señaló, al tiempo que mostró su deseo de aprender nuevas obras y de regresar a la interpretación en solitario porque se siente "extraña" sin hacerlo.

"Como no soy un director de orquesta, no tengo proyectos grandiosos, sino de una escala más modesta", indicó.

Junto a la apasionada pianista argentina, también fueron galardonados este año el pintor norteamericano Robert Ryman, el escultor y modisto japonés Iseey Miyake, el arquitecto japonés Yoshio Taniguchi y el coreógrafo y bailarín norteamericano Merce Cunningham.

Los cinco artistas recibieron el prestigioso galardón "por el impacto que ha tenido su obra en el ámbito internacional y por su contribución a la vida artística de la comunidad mundial".

El "Praemium Imperiale", dotado con 15 millones de yenes (unos 130.000 dólares), fue establecido en 1987 para conmemorar el centenario de la Asociación de Arte de Japón y como reconocimiento a artistas de todo el mundo que se hayan destacado por su contribución al desarrollo y promoción de la cultura.

Entre los ganadores de pasadas ediciones figuran Antoni Tapies, Eduardo Chillida, Roberto Matta, Ingmar Bergman, Akira Kurozawa, Arthur Miller y Ornette Coleman.
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