Marcelo Contreras
Las cosas como estaban: Lucybell en vivo, tras editar Lúmina (2004), bostezaba cómodo entre el griterío fiel de su ejército femenino de fanáticas. Abundaban los baches, faltaba energía, sobraba la condescendencia. Sale Francisco González, el último miembro de la partida original junto a Claudio Valenzuela, y entra Cote Foncea, batero de Dracma, una apuesta de rock metálico que nunca despegó.
La noche del sábado Foncea rindió examen masivo en el estadio Víctor Jara. En una línea, su técnica muta en latigazo lo que antes era susurro. Al fin, tras una lenta metamorfosis, Lucybell se ha convertido en una banda de rock con todas sus letras. Foncea y sus cierres a doble pedal, masas y otros trucos del baúl metalero, inyectó glicerina en las tibias brasas rítmicas registradas por su antecesor.
Aunque su facha apenas conecta con el hálito afectado que impone Claudio Valenzuela (en el último tercio del show un sonriente Foncea tocó a torso desnudo), la química de esta nueva alineación del trío palpita. Quedan ajustes: guitarra y bajo naufragaron frente a los decibeles del nuevo compañero. El bajista Eduardo Caces y Claudio Valenzuela deben saldar el duelo que propone contar con un refuerzo que los supera en técnica. Es un giro tan dramático como necesario y oportuno en la historia de Lucybell.
