Después de haberse iniciado en los ’70, de gestionar las ya asentadas Escuelas de Rock y de producir los cuatro discos de Sinergia, este músico chileno presenta ahora su primer disco en diez años:
La risa o el send. "Con estos sonidos volví a mi peña rockera", dice.
David Ponce
Andrés Godoy actúa este viernes a las 21.30 horas en la Feria del Libro de Viña del Mar y el domingo a las 20.30 horas en la Feria del Libro de Santiago, en el Parque Forestal tras el Museo de Arte Contemporáneo. |
Andrés Godoy es el nombre más durable de toda una generación de músicos que empezó a tocar rock desde mediados de los años ’70 en Chile. Con su dúo Andrés y Ernesto y luego asociado a la banda rockera Alejaica coincidió en esos años de toque de queda con grupos como Arena Movediza, Tumulto o Millantún, pero desde entonces no ha parado de actualizar su trabajo. Es solista desde 1985, fue uno de los gestores de las Escuelas de Rock y de la Asociación de Trabajadores del Rock (ATR) y es productor musical, oficio en el que la carrera del popular grupo Sinergia es un logro mayor.
Y aparte ahora tiene un disco nuevo, recién editado a fines del año último.
La risa o el send (2006), el quinto de su carrera, es una colección de canciones y temas instrumentales con la voz y guitarra acústica de Godoy como protagonistas íntimos, y que se conecta con esa historia.
"Hice el disco pensando en volver a lo que siempre hice, cuando quise dedicarme a esto, que fue entre los años ‘75 y ‘78 y yo tocaba con una guitarra acústica", recuerda. "En peñas. Folclóricas. Sin amplificación. Por tanto en esas peñas tenías que demostrar varias cosas: que tenías un discurso, una consecuencia y que además tocabas. No era como el farandulismo de hoy, que te permite cualquier cosa. Y con estos sonidos volví a mi peña rockera. Porque siempre fui rockero, por lo demás. Rock no se podía hacer en las peñas porque era ‘imperialista’ y era como mal visto", sonríe. "Pero el rock siempre estuvo en mí presente, entre la Violeta (Parra), los Beatles, Alí Farka Touré, Víctor Jara, Los Jaivas".
El mandamiento de tocar
Ahora era el turno de las canciones acústicas porque Andrés Godoy ya tenía un disco de composiciones para guitarra eléctrica. Es
Diez piezas para una mano (1994), titulado así porque el músico de hecho toca sólo con la mano derecha, tras el accidente en el que perdió el brazo izquierdo cuando tenía catorce años. Hoy tiene 53, y
La risa o el send también tiene que ver con un apremio más reciente: un cáncer que hace dos años puso en riesgo su otro brazo y que finalmente logró curar.
"Hice el disco porque era una necesidad interior muy fuerte. Una vez más la música ha puesto la verdad sobre mis ojos y he tenido que darle el valor que tiene", reconoce. "Me metí en la vida a hacer diversas cosas, gestión, producción, y esto había quedado en espera, ahí, al aguaite. Siempre la música o los valores importantes en la vida a uno lo esperan. Uno es el que no espera nada. Uno es el que tiene eyaculaciones precoces para todo. La vida te está ahí esperando".
–¿Tenía que venir esta enfermedad para que te dieras cuenta?
"Una vez más. Sí. Me vino una lesión en el brazo. Y fue muy grave. Pero hice todo lo que era necesario para vivir. Tratamientos, estupideces, absurdos varios…"
–… encalillamientos…
"… cheques en blanco… y finalmente un aspecto del tratamiento fue: ‘tienes que volver a tocar’".
–¿Recetado por el médico?
"Recetado por el médico. ‘Tienes que volver a tocar’. Y ya no existía eso para mí, pero en el contexto en que fui retomando mis viejos ejercicios de guitarra fueron saliendo estas canciones, me fui mejorando y terminé terminando el disco. Y quiero decir una cosa más: cuando lo hice, pensé ‘OK, si me mejoro, el disco me va a servir para irme’. Porque en realidad no lo voy a tocar aquí en Chile, así como creo que en Chile las personas son viejas a los treinta años, para cualquier rubro, para cualquier rol".
–¿Te refieres a irte de Chile?
"Sí, porque también uno de los objetivos de un músico es transitar. Yo no entiendo a la gallá que hace música y se instala en un lugar para quedarse ahí, inmóvil. La música es un elemento que transita, entonces quienes la toquen también. Pensé en volver a lo mínimo, que es una guitarra, yo y alguna secuencia, y con eso me puedo parar en una calle de París, de Londres, de Nueva York, de México, me da lo mismo".
–¿Eso resulta más fácil que tocar en Chile?
"Para mí: claro".
–Porque parece una empresa titánica ir a pararse a las calles de un país, más encima desconocido.
"Más titánico es conseguirse un lugar para tocar aquí. Y más titánico es que alguien te tome en serio y te hagan una nota en el diario, en la radio, en la televisión. Yo lo viví antes. Ahora estoy viviendo el beneficio de mi vejestud, de que tengo algunos prestigios y algunas medallas porque he sido otras cosas antes que músico".
–¿Sí? ¿Esas medallas no te vienen por la música?
"Por la gestión, por temas que atañen más a lo social dentro del mundo de los músicos, he hecho cosas como asesorías en la SCD, la ATR, las Escuelas de Rock, una serie de producciones musicales con diversas bandas".
–¿Eso da más jinetas que tocar?
"Es que la música en Chile todavía no tiene una instalación en el espíritu de la ciudadanía. Tiene una instalación en los medios: radio, prensa. No tiene una instalación de valor todavía en la población, entre los ciudadanos, en nuestro pueblo".
–¿Y eso siempre fue así, tú que vienes tocando desde los ‘70? ¿Antes era diferente el espíritu de los chilenos con la música? ¿Nunca existió, o se perdió?
"Yo creo que era diferente. Yo creo que se perdió. A mí me tocó vivir en los años ‘60 toda la Nueva Ola, y hay sucesos impactantes en la época. Músicos y agrupaciones impresionantes que movían a muchísima gente. No era la época del Internet, del MP3, nada, pero había más cercanía. También estaban las bandas de rock, y en Chile hasta el ‘73 el mundo del rock era tan fuerte que era paralelo a lo que sucedía en Argentina, y te diría un poco superior, pero aquí a partir del golpe militar y la dictadura, desaparece, por lo menos en el ámbito del rock. Entonces siento una distancia".
El recurso de rascar
A propósito de Nueva Ola y rock and roll, "ráscale, Godoy" es una expresión que Andrés Godoy usa en una de las canciones de su nuevo disco, antes de un solo de guitarra. "Eso es recordando al maestro Óscar Arriagada", sonríe, en referencia al histórico guitarrista nuevaolero que hace dos años grabó el disco
Playa solitaria (2005) con Ángel Parra Trío.
"En las canciones que (Arriagada) tocaba en la época, y que yo alguna vez lo vi y era un ídolo, y lo sigue siendo, hacían ese tipo de juego", explica Godoy. "En esta canción, como no tengo a nadie, juego conmigo: ‘Ráscale, Godoy’. Y es porque efectivamente lo que estoy haciendo en la guitarra es rascarla. O sea, mi técnica es una técnica de rascar".
–Nunca fue más exacto.
"O sea: ‘Ráscale, Godoy’, y ahí estoy. Te puedo decir que la técnica tiene un nombre, que se llama tatap, que yo mismo se lo puse, que mezcla elementos del legato y del
hammering y está bien. Pero en la realidad para mí nunca fue más que lo que tengo que hacer es rascar. No fue consciente: surgió por una necesidad de expresión. Y toda mi familia se incorporó a esa locura. Porque mi vieja me hacía de mano derecha (imita el gesto). Tocábamos y cantábamos familiarmente, con los amigos del barrio. Después mi hermano aprendió, a veces mi hermana. Entonces era la familia en torno a la locura", se ríe, "de una persona conectada a un sentimiento infantil".
–Pero ahí tenías "otra mano".
"Y resulta que cuando no estaban ellos venía mi problema. Eso me permitió en el tiempo desarrollar esa técnica".
Con nombres como "El uapiti de Boris" inspirado en Boris Vian o "Tu destino es las estrellas" sobre un poema de Jodorowsky, las nuevas canciones de Andrés Godoy tienen además títulos como "Ahí viene el sol", "Soñar cosas bonitas" o "Hazlo con dulzura". "En general el disco tiene el intento por relacionarse con la belleza", dice. "Porque donde uno va se encuentra en medio de la brutalidad. No es que me considere un loto, para nada".
–¿Un qué?
"Un loto: ¿viste que la flor del loto crece en medio del pantano? Al contrario, yo soy la anti flor del loto. Pero todo nuestro entorno, el de mi barrio, de mi población, de mi comuna, de Santiago, de Chile, es brutal. No sólo brutal: el tono que hay en la relación es violento. Y de mediocridad. Donde al revés de lo que dicen las encuestas o las estadísticas, siento que hay muy poca tolerancia y muy poca reciprocidad. Creo que hay un arribismo enfermizo que en general nos tiene mal a todos".
–Tú vives en La Florida. Un paréntesis, pero ¿ése es un observatorio particular para eso? Está la idea de que es la comuna aspiracional por definición, pero a lo mejor es un insulto gratuito…
"Es que ésa es la instalación de un modelo, con el mall y todo. Pero para trasladarte al mall necesitas viajar, y te compras un auto a cuarenta y ocho mil meses plazo que pagas hacinado en una casa, o si no vas y te cogotean en cualquier lado. Yo no sé de qué es un modelo eso. Para mí es un lugar tal cual como puede ser Huechuraba o Cerro Navia, con la diferencia de que ahí instalaron un par de malls y un metro que hacen que pareciera que la vida fuera más cómoda, y no lo es. No lo es para nada".
–Lo dice un habitante del lugar.
"Lo digo yo. No lo es para nada. Yo vivo ahí hace veinticuatro años, en una casa del Serviu y toda la historia. Yo tengo mi casa que deslinda con La Granja, y he visto cómo ha ido cambiando. Y claro, da la impresión de que uno vive mejor en términos materiales, pero en términos sociales y de relaciones humanas vive muy mal".
El hombre detrás de Sinergia
Una sola canción no inédita hay en el disco. Es "Trenes de paseo", que data de su álbum de 1994 y esta vez fue grabada con Joe Vasconcellos en percusión. "Nos encontramos y lo pusimos", recuerda. Es el único invitado del disco además de Bruno Godoy, mucho más conocido como el baterista de Sinergia, que además es hijo de Andrés Godoy.
"Podría haber hecho un disco lleno de gente invitada", dice el guitarrista. "Y agradecido de toda la gente que quiso compartir, pero como lo hice pensando también en que tenía que tocar solo y fuera de Chile, no podía hacerlo con parafernalia. Y fue duro, porque muchos amigos, tremendos músicos nacionales, quisieron colaborar, y les tuve que decir que no, que les agradecía, en fin".
–A propósito de Sinergia, como veterano, como profesor de las escuelas de rock, ¿crees que Sinergia es la continuidad de los Arenas Movedizas y los Tumultos de los ‘70?
"No. No tiene nada que ver".
–¿Ni siquiera porque interpelan al mismo público popular?
"Son cosas muy distintas. Esas bandas creo que no tenían discurso: primera diferencia. El discurso era más bien el de la estrella del rock and roll. Y en plena dictadura no podías soñar con ser estrella del rock and roll, era un absurdo total. Por lo tanto todo el movimiento rockero estaba en ese minuto contra sí mismo. Segundo, hay una coherencia entre lo que Sinergia es y escribe. Todo el mundo les pide que por favor sean más glamorosos. Pero el gran valor de Sinergia es ser quienes son. Yo los conozco del ‘94 y son realmente unos pajarones. A mí me costó entender que fueran tan pajarones".
–Dicho con cariño, ¿no?
"Pero es es el tipo de pajarones que quisiera ver siempre, porque es creativo, inspirador, estimulador. Bienvenidos todos los pajarones si tienen ese carácter, de ser ellos, de tener identidad".
www.myspace.com/andresgodoy