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Vargas Llosa: El escribidor

El oficio que transformó al escritor peruano en un hombre público, comenzó como una actividad escondida: leyó libros prohibidos por su madre y escribió líneas eróticas a espaldas de sus profesores.

27 de Marzo de 2006 | 12:12 | Estefanía Etcheverría T.
Un pulpo literario

De comunista a liberal



SANTIAGO.- Una enorme curiosidad y la emoción de lo ilícito fue lo que llevó a Vargas Llosa a fascinarse con los versos de Neruda antes de cumplir los 10 años. A escondidas leía "Veinte poemas de amor y una canción desesperada", libro que su madre le había prohibido. Aunque todavía pensaba que los niños los traía la cigüeña, intuía que algo pecaminoso anidaba en esas palabras.

Primero lo hizo a escondidas, pero luego él se ocultó en la lectura. Cuando la presencia del padre comenzó a hacerlo sufrir, optó por salir de ese mundo y refugiarse en uno donde se sentía identificado con los héroes.

Luego, decidió compartir los placeres de las letras con otros. Tras perder la virginidad con una prostituta brasileña, usó la experiencia para escribir novelitas eróticas que vendía a sus compañeros del liceo militar al que su padre lo envió para alejarlo de la literatura. Sus escritos tuvieron tanto éxito, que en las noches la cuadrilla entera se masturbaba mientras uno de ellos leía la historia en voz alta. Los cuentos eran la coartada perfecta, podía seguir escribiendo y parecer un macho; mientras que si se dedicaba a los poemas, lo acusarían de homosexual.

Su carrera siguió de manera más convencional cuando en 1952 colaboró como periodista en los diarios "La Crónica" y "La Industria". Pero jugó a tres bandas, porque ese año también estrenó su obra teatral "La huida del inca" y el compilado de cuentos "Los jefes". La literatura, el drama y el periodismo han sido tres actividades que lo han acompañado el resto de su vida y por las que ha recibido importantes premios como el Príncipe de Asturias y el Planeta que recibió en 1993 por "Lituma en los Andes". Además, ha escrito crítica literaria.

En 1961, en una buhardilla parisina, Mario por fin terminó de expulsar sobre el papel las palabras de una de sus experiencias más traumáticas: la estadía en el Liceo Leoncio Prado. Dos años después la novela fue publicada con el título de "La ciudad y los perros". Este hecho marca el comienzo de la fama del escritor y el inicio del "boom" de la literatura latinoamericana. Pero el éxito de la crítica contrastó con la calificación de "enciclopedia de mentiras" y los 1500 ejemplares que se quemaron en Perú.

Luego vinieron otras importantes novelas escritas en Francia, como "La casa verde" que ganó el premio de la crítica española de 1967 y "Conversación en la catedral" de 1969. De lo escrito en los años que pasó en Barcelona, desde 1970 hasta 1974, destaca "La tía Julia y el escribidor" y "Pantaleón y las visitadoras". Esta última fue considerada una ofensa a la mujer peruana por el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado.

Después, publicó otras narraciones relevantes como "La guerra del fin del mundo" de 1981, "El pez en el agua", memorias que escribió en 1993; "La fiesta del chivo" publicada el 2000 y "El paraíso en la otra esquina" del 2003. Todas escritas siguiendo los rigurosos métodos que Vargas Llosa utiliza para crear.

Por el conjunto de su trabajo es considerado uno de los grandes novelistas hispanoamericanos del siglo XX. Su éxito se resume en los numerosos premios que ha recibido, en los más de 30 títulos que se le ha concedido como Doctor honoris causa, en la adaptación cinematográfica de alguna de sus creaciones y en las decenas de idiomas a los que ha sido traducida su obra. A pesar de los reconocimientos, el autor ha confesado que si tuviera que volver a escribir sus libros, los haría todos de una manera distinta.
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