El cantante no descarta la resurrección de su ex banda. "Pero no por ahora", comenta, y una razón tiene: el lanzamiento de su nuevo disco solista,
Ahí vamos, con el que deja atrás la electrónica y homenajea el elegante rock de Soda. Cerati está de vuelta. Como en los viejos tiempos.
Ernesto Garratt Viñes, Wikén, enviado especial a Buenos Aires.
Gustavo Cerati está bajo los focos. Las cámaras no paran de apuntarle, los flashes se disparan y la luz lo rodea. Cerati es el centro de atención. Y le gusta. Ésta es su noche. Usa un peinado afro, por completo ruliento y viste unos jeans y una chaqueta militar verde. Es el uniforme del ejército de un solo hombre: Cerati, que vuelve armado de sus más clásicas municiones para este nuevo asalto. Sentado en un sofá blanco, con 45 años y casi 25 de carrera musical, es el iluminado de este momento. En un centro de eventos de Puerto Madero, en una nublada noche en Buenos Aires, está lanzando su nuevo disco solista, "Ahí vamos". Es su regreso al ruedo del pop y el rock refinado de Soda Stereo, luego de pasearse durante una década por la electrónica.
Fueron casi diez años, desde el fin de su grupo en 1997, en que estuvo dedicado a la experimentación y a una rutina sin tantas luces. No hubo flashes ni periodistas persiguiendo cada sílaba que se le salía de la boca.
Pero ya no más. Los trece cortes de "Ahí vamos" suenan a
Canción animal (1990) o
Dynamo (1992), con letras líricas, coros pegajosos y un elegante rocanroleo que hace pensar en un regreso. Una vuelta al origen y a la masividad. A estar, otra vez, en boca de todos. No por nada este disco es una de las grandes apuestas roqueras de 2006 del sello Sony e incluye un tour por América Latina, España y Estados Unidos. Y que lo trae en septiembre a Chile.
"Este disco es como mi
Canción animal solista", confirma el propio músico. "Necesitaba esta energía ahora. En este momento", argumenta, y ahí están las canciones para demostrarlo: la balada de desamor "Crimen", leída como un mensaje a la ruptura con su ex novia, la modelo y ahora cantante Déborah de Corral. Se trata del primer single de este disco que ya en Argentina tuvo una preventa de 40.000 ejemplares. También está "Adiós", que fue coescrita junto a su hijo Benito Cerati Amenábar, de 12 años. Y "Otra piel", donde participa Sofía Medrano, su nueva novia, veinte años más joven que él.
La crítica ha sido benevolente con él: "El mejor álbum solista del músico", han dicho. Y él asume que éste es un regreso a sus orígenes, aunque también recalca que no se ha ido nunca. "Lo que pasa es que es evidente que en los discos anteriores tuve una cuestión sonora más relacionada con lo electrónico (...) La diferencia que yo veo es que éste es más rockero. Hay más guitarreo y posiblemente es menos disipado en cuanto a sus diferentes vertientes. Va más al punto. Tiene un sonido vector. A la gente creo que le calza mejor por ese lado el regreso, aunque yo no me haya ido para ningún lado".
"Quería que este disco tuviera ese carácter porque, no sé, llegó el momento de eso", agrega, y comenta que ya en las presentaciones de "Siempre es hoy" (su disco previo) estaba "más amplificado". "Ahora no escatimé en subir el volumen con todo". Y esto es claro si se compara con su pasado reciente, cuando alternó el guitarreo con las influencias de los beats y las pulsiones electrónicas en discos como
Bocanada (1999) y
Siempre es hoy (2002). Porque él cambió los estadios repletos por las discos y a Charly Alberti y Zeta Bosio por otros amigos de ruta. Por ejemplo, los chilenos Andrés Bucci, Guillermo Ugarte y Christian Powditch, con quienes formó el proyecto electrónico Plan V.
Y para qué hablar de Ocio y Roken. Más intentos en el punchi punchi y agrupaciones con vocación de tornamesa y electrónica. Incluso miró a la música selecta para alejarse de su pasado masivo, y lanzó en 2001 el exótico
11 episodios sinfónicos, una versión en clave orquestada del cancionero de su ex banda. Con Cerati disfrazado de Principito y críticas dispares. La cosa era clara. Cerati se estaba rearmando. Reinventando. Dejando atrás las disputas con su vieja banda y las diferencias que envenenaron la relaciones al interior de Soda. Problemas de convivencia que llevaron a la separación del grupo.
-Morrissey dijo que se comería un testículo antes de juntarse con The Smiths ¿Harías lo mismo para evitar la junta de Soda?
"No me comería nada de nada. No puede ser que la reunión de Soda no vaya a ocurrir. Sería muy petulante de mi parte decir eso, pues la mayoría de los grupos terminan por juntarse en algún momento de sus vidas. No sé cuándo será ese momento. Pero no va a ser ahora. Eso está claro. Estoy metido en este disco y estoy metido con esto, que me parece es lo que me representa. Si alguna vez ocurre, como lo redicho, será porque todo se confabula para eso".
-¿Pero depende de ti entonces? ¿Tú tienes que dar el sí de la novia?
"De mí depende que nos volvamos a reunir. Como dependieron de mí muchos aspectos de la composición y todo eso. Pero además tiene que ver con el cosmos. No quiero ser místico, pero tiene que ver cuando las cosas confluyen y no sólo la guita que me ponés arriba de la mesa. Porque ya sé que existe".
Y la opción es real. Una compañía de telefonía móvil ha ofrecido a los ex miembros de Soda Stereo millones por volver. "Hemos tenido encuentros últimamente", confirma Cerati. "(Junto a Charly y Zeta) nos hemos sentido por lo menos más descansados de todos nuestros conflictos. No nos olvidemos que si nos separamos fue por algo. Y alguna vez me decía Andy Summers, de The Police, que los problemas por los que te separas pueden volver a aparecer a los cinco minutos de rejunte".
-Bueno, y si se juntan podrían tocar con Benito Cerati, ¿no?
"Claro (risas). Eso sería como Devo 2.0. ¿Conocés ese proyecto?: una versión infantil de Devo. Muy de locos".
Los ex compañeros de Cerati también han estado alejados de las luces. Sin el síndrome polilla. El bajista Zeta ha ejercido como productor de artistas jóvenes, under y modernos (Oisin, Charlie 3, Ana Volena, etc.) y además como reportero de bajo perfil, despachando notas desde festivales rock para un canal de cable. Y Charly Alberti ha seguido en el mundo de la tecnología desde su compañía Cybrel Digital Entertainment. Y lejos de las luces, en la privacidad, los tres han ido reparando los vínculos y rehaciendo los afectos. "Lo primero es sentirnos bien entre nosotros", ha dicho Cerati.
Y si de reparar cosas se trata, el músico intenta con
Ahí vamos mejorar el impacto en la gente respecto de su anterior trabajo:
Siempre es hoy.
"Todos los discos funcionan un poco dialécticos. Hasta pasaba con Soda Stereo. No sé, hacíamos
Doble vida, que era un disco muy producido y que hicimos junto a Carlos Alomar (quien trabajó con David Bowie) y después salíamos con
Canción animal, que era un disco mucho más visceral. Como que necesitás desempolvarte. Venís varios años tocando lo mismo y creo que sí. Ahora quería levantar los tempos, levantar el cachete. Ya no creo que sea una cuestión personal, por eso se llama
Ahí vamos. Siento, sin ninguna actitud de mesianismo, que la industria necesita eso, que el rock necesita eso".
-¿Y piensas en las lucas que pueda producir el disco, quizás indirectamente?
"¡Noooo! Quizá directamente. Dejémonos de hablar boludeces. No solamente quiero vender. O sea, vender, ya no sé si se venden discos (risas). Que se venda lo que se venda. Lo que quiero realmente es llegar. No quiero que quede flotando algo no definido. No hay dudas en eso. O sea, lo que yo busco es una impronta rockra que no tiene vuelta. Los temas son bien clásicos. Y no porque haya bajado un cambio. Todo lo contrario. Aprieto el acelerador porque necesito que eso llegue".
Y Cerati encendió el motor de partida hace siete meses, cuando en su propio estudio, Unísono, comenzó el proceso de composición. "Hay temas que hice en mi casa o en hoteles de turno. La mayoría los hice con la banda, dirigiendo a la banda", dice sobre el trabajo con los músicos de su actual troupe. El álbum, coproducido por Cerati y Tweety González, contó con las guitarras Richard Coleman (muy amigo de Cerati desde los años ‘80 y temprano compañero de música en la banda de culto Fricción), el tecladista Leonardo Fresco, el bajista Fernando Nalé, el baterista Pedro Moscuzza, Flavio Etcheto y la corista Lucía Gasparini. Y es simbólico, en vista de los resultados, que el método escogido por el argentino para hacer el disco remitiera a sus días con Zeta y Charly. "Fue como cuando trabajaba con Soda", recuerda. "Iba dirigiendo armónicamente, melódicamente las cosas. Así se fue creando".
Gustavo Adrián Cerati Clarke viajó a Nueva York para masterizar su álbum, con el ingeniero Héctor Castillo, quien trabajó con David Bowie, Lou Reed, entre otros. "Un bacán", piropea el argentino, quien estuvo hasta el último día en Nueva York retocando su álbum. Su juguete nuevo. Para que sonara como juguete, no viejo, pero sí roquero.
-¿Haces un disco así porque buscas un golpe de juventud?
"Sí, sí, es un disco un poquito adolescente. Tengo que reconocer. Sí, sí. Es cierto. Me puse como una nena puta cantando. No es que lo haya fraguado. Salió de la excitación de estar tocando ahí, en el estudio, y agarrar la guitarra y revolear. Viste. Llegó ese momento".
-Colaboraste con Shakira. ¿Te inspiró eso para el cambio? ¿Aprendiste a mover la cadera?
"A mí no me va a salir así, viste. Y a pesar de que se lo pedí, ella tampoco me lo mostró. ‘Mirá mis videos’, me dijo. No, mentira. La cuestión con Shakira fue interesante por eso que decís. Es una chica colombiana muy trabajadora. Un día está en Vancouver, otro en Nueva York y luego en Japón. Es una locura. Yo nunca viví una cosa así. Y no creo que pueda (...) Yo ya pasé por muchos estados. No me molestaría tocar en un lugar grande como no me molestaría en uno chico. Pero la verdad no sé si me daría para trabajar de esa forma. Ni siquiera tengo la edad para eso. Sinceramente. Tengo energías para hacer y tocar este disco, para tocarlo mucho si quieres, pero para entrar en semejante nivel de presión, no creo".
-Pero te ves joven. No pareces de 45 años...
"Por dentro estamos todos hechos bolsa. No, no. Somos cosas diferentes. Shakira apunta a una situación y es consumida de una manera diferente a lo que puede ser mi música. Por más que haya punto de contacto".
-Produjiste a Nicole. ¿Con cuál te quedas: Nicole o Shakira?
"Sabés que el que yo haya trabajado con Nicole (en el disco Sueños en tránsito, 1996) fue importante para Shakira. Quedó muy impactada. Shakira estaba empezando cuando escuchó mi colaboración con Nicole".
-¿Y qué has escuchado de música chilena?
"Me perdí a Pánico. Me encantan. Una lástima no verlos. Últimamente no tengo contacto con la música chilena, como tampoco con la música argentina. Estuve metido en el estudio como un enfermo estos últimos meses. Me tomé un par de meses de vacaciones y me fui por lugares muy agrestes. No tuve mucho contacto con nada".
Pero ahora Cerati ha despertado. Vestido de militar y metiendo tanto ruido como puede el ejércitro de un solo hombre. Armado para el éxito. De nuevo.