Marcelo Contreras
La nostalgia es poderosa, pero el talento puede más. Entre tema y tema, el público que llenó el sábado por la noche el capitalino teatro Caupolicán para ver a Vicentico coreaba canciones de Los Fabulosos Cadillacs.
Pero el ex líder de la banda que mejor resumió en Argentina el concepto de rock latino se mantuvo firme. Es dueño de un pasado glorioso; así también de un respetable nombre, independiente de su antigua militancia. Y eso es lo que pesa en el escenario.
La partida fue algo vacilante. El cover de "Live and let die", de Paul McCartney, no cuajó. Pero desde "Se despierta la ciudad", del debut homónimo del argentino en 2002, la compacta maquinaria de su banda marcó una rúbrica de precisión instrumental y voces dignas de la mejor tradición coral rioplatense.
La potencia musical se acoplaba perfectamente a la renovada estampa de Vicentico: el líder tiene menos panza y más energía.
Para la nostalgia, la versión de "Los condenaditos" de "La marcha del golazo solitario" (la última entrega de Los Cadillacs) fue soberbia. La melancolía vivió su fulgor con "La señal" y "Los caminos de la vida". Y el baile, la impresión imperecedera que transmite la voz de Vicentico, se lució con "Tiburón", el cierre antes del bis. Fue ése el momento en que el Caupolicán todo era carnaval.