EMOLTV

Versatilidad a toda prueba

18 de Julio de 2006 | 00:00 |
Gilberto Ponce

Una muestra de gran versatilidad mostró el pianista Alfredo Perl en el ciclo “Grandes Pianistas”, del Teatro Municipal de Santiago. A través de obras de cuatro compositores muy dispares entre sí vimos a un Perl maduro, en plena posesión de su técnica y que abordó al menos dos obras poco frecuentes en nuestros escenarios.

Del polaco Karol Scymanowski —prolífico autor de una gran cantidad de obras para piano, así como de un conocido “Stabat Mater” para coro y orquesta— Alfredo Perl inició su presentación con las tres piezas de “Mascaras”. La interpretación obliga al intérprete a llegar a momentos de gran virtuosismo, los que en el caso de Perl fueron resueltos brillantemente tanto a nivel de articulaciones como de contrastes dinámicos.

El “Carnaval de Viena” Op. 26 de Robert Schumann, cerró la primera parte. Aquí el solista nos lleva al Romanticismo más puro cuando acomete su introducción, “Allegro”, con energía en un certero estilo y gran manejo de las tensiones expresivas. En una muestra de notable sensibilidad, la segunda parte —“Romanza”—, él la convierte en un gran triunfo de interpretación. Lúdico fue el “Scherzino”, mientras que en el “Intermezzo” desbordó en un amplio arco romántico que ancló en la desolación. Perl tuvo gran claridad en las diversas voces y eso fue evidente en el exigente "Final". Tal vez nos habría gustado mayor fuego en esta versión, la misma que nos maravillara cuando el mismo Perl interpretó el año pasado el "Carnaval" Op. 9 del propio Schumann.

Las sugerencias impresionistas de “Images I” de Claude Debussy, hicieron que el intérprete fuera desde la sutileza de “Reflejos en el agua” a la serena solemnidad del “Homenaje a Rameau”. Y lo hizo con espléndida progresión dramática hasta rematar con los magníficos balances sonoros y la claridad temática de “Movimiento”, la pieza conclusiva de la obra, que con sus exigencias técnicas nos mostró a Perl en gran nivel.

Un solista debe estar muy seguro de sus medios para atreverse a terminar un recital con una obra de gran finura, casi introvertida y no de las más populares de su autor. Nos referimos a la bella “Sonata en Fa mayor” K. 533, donde Perl obtuvo su triunfo más importante. En esta obra es posible encontrar reminiscencias del barroco por sus múltiples adornos y requiere por lo tanto de una digitación perfecta, de fraseos claros y dinámica justa capaz de resaltar los valores implícitos en ella. Todo eso lo encontramos en Alfredo Perl. Desde la exposición del tema del primer movimiento al expresivo y profundo “Andante”, con su tema recurrente que nunca fue tocado de la misma forma.

El “Allegretto” final, con su elegancia y transparencia, mostró el dominio del estilo que Perl tiene sobre Mozart. El sutil “encore” nos dijo una vez más, que Alfredo Perl no estaba buscando la espectacularidad, sino simplemente, y como ocurrió durante todo el recital, “hacer música”.
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?