SANTIAGO.- En su primera visita a Chile como director invitado de la Orquesta Sinfónica de Chile, el maestro argentino Alejo Pérez trae un considerable currículum bajo el brazo: es director asistente de la Orquesta Sinfónica de la Radio del Norte (NDR, de Hamburgo).
"La Sinfónica de Chile tiene una actitud muy fresca, muy saludable, positiva, es una orquesta muy joven que evidentemente ha tenido un recambio generacional que la hace muy abierta y activa en su manera de ensayar y de tocar", dice momentos antes de dirigir la obra del compositor ruso Igor Stravinsky.
-¿Es "La Consagración de la Primavera" una obra capital del siglo XX?
-Sin duda, no solamente del siglo XX sino de la literatura orquestal. Sin limitarse a períodos, es uno de los grandes monumentos que ha logrado la música orquestal. Tiene todos los componentes de la paleta a pleno, tanto en materia solista donde todos tienen la posibilidad de lucirse, pero un lucimiento en base a una riqueza tímbrica, de registro. La exploración de combinaciones que escapaban de las fórmulas típicas. Ensanchar los límites de lo que se creía que realmente eran las posibilidades de una orquesta sinfónica tradicional.
-¿Cómo la define usted?
-Si algo puede definir a "La Consagración…", más allá de toda consideración técnica que las hay muchas, es que es música creada desde las tripas, no desde el cerebro sino desde las fibras más íntimas que se refleja en ese poder brutal, esas sonoridades feroces, esos ritmos conmovedores que uno ya no los percibe solamente con el oído sino como sucede algo visceral.
-Esta obra fue creada para ballet ¿cree usted que depende de él?
- No, la obra musical se defiende por sí misma y me atrevería a decir que es hasta mejor sin el ballet. En esta obra Strawinsky logra una claridad de discurso, de presentar un elemento armónico, rítmico, orquestal, melódico y luego abandonarlo para pasar a otra cosa. O sencillamente repetirlo con pequeñas variantes, pero nunca desarrollarlo por esta recurrencia a basarse en fórmulas melódicas folclóricas, en fórmulas melódicas muy simples, en modos pentatónicos, en modos de cuatro o seis notas solamente, pero sencillamente variarlo con dos notas más, con una nota diferente, con una corchea demás, hacer esta repetición minimalista y pasar a otra cosa inmediatamente.