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Upa, a la luz de los verdaderos años ‘80

18 de Agosto de 2006 | 00:00 |
Upa fue un grupo new wave cuando ésa era realmente la nueva ola en boga. Hoy siguen activos, tocan este fin de semana en Santiago y su guitarrista, radicado en Francia, mira a Chile con otros ojos y por partida doble: desde afuera y desde la experiencia. "Un país donde la gente se demoran tres horas en ir a la pega y le pagan la mitad no puede progresar", dice Mario Planet.

David Ponce



Sebastián Piga (saxo y guitarra), Octavio Bascuñán (batería), Mario Planet (voz y guitarra) y Pablo Ugarte (voz y bajo) son Upa y tocan el 18 y el 19 de agosto en Cine Arte Alameda y la Blondie (foto: archivo El Mercurio).
Upa está inventando un sistema nuevo para funcionar como un grupo de rock. Tres integrantes viven en Chile y un cuarto en Francia, se mantienen en contacto y componiendo canciones a la distancia y se juntan con una frecuencia variable de un par de veces al año, a tocar.

Así lo harán este fin de semana en la capital, en vivo el viernes 18 de agosto en Centro Arte Alameda y el sábado 19 en la discoteca Blondie. "Me gusta. Me gusta mucho", precisa el guitarrista Mario Planet, el hombre con sede en París. "Y por qué no, si lo que nos tuvo juntos en el ochenta y algo y lo que nos tiene juntos ahora es exactamente lo mismo, y es el alucine de tocar juntos, para que esto siga sucediendo".

Lo que ha tenido juntos a Upa hasta ahora es la música que empezaron a hacer desde sus inicios a mediados de los ’80, que consta en los discos Upa! (1986), Que nos devuelvan la emoción (1988), Un día muy especial (1991) y Punto infinito (1999) y en canciones como "Cuando vuelvas", "Sueldos", "La bamba", "Fotonovelas", "Ella llora" o "El cité". Hoy tienen un repertorio con diversas fuentes: éxitos de los ’80, canciones de discos más recientes, canciones inéditas y música de la historia del grupo que nunca ha sido grabada.

"Son canciones que quedaron fuera de Un día muy especial, no sé por qué. Tal vez por decisión del productor", explica Planet. El productor de ese disco fue el célebre músico argentino Andrés Calamaro. "De todos modos fue un gran aprendizaje. El tipo andaba con un cuaderno para todos lados, porque decía que en cualquier parte podía venir una idea para anotarla. Hay cosas que aprendí hasta el día de hoy. Era la oportunidad de trabajar con este músico que tenía toda su historia".


Esa fascinación por el ’80: la teoría de Planet

Una de las fechas de Upa tendrá lugar en la discoteca Blondie, que se ha vuelto uno de los epicentros del culto en boga por los referentes populares de los años ’80 en el último tiempo.

"Sí, he visto los afiches a veces en la calle", dice Planet. "Bueno, Blondie es un grupo faro de los ’80. Y parece que, claro, es como la onda de los ’80. ¿Cuánto irá a durar eso?".

–Está durando harto, parece.
"Claro, porque a veces hay años que se quedan. Los ’60 se quedaron un poco. Puede ser algo con la edad de la gente que ahora tiene voz y voto y poder adquisitivo".

–Ya vendrá el revival de Nirvana y los ‘90.
"Claro. Pero es verdad que los ’80 fueron particulares en Chile. En términos emocionales".

–Y todos los ’80 están en un mismo saco. Hay "nostalgia" por Upa, por "Sábados gigantes", por "Jappening con ja" al mismo tiempo.
"Yo me compré un libro, La era ochentera (2005, de Óscar Contardo y Macarena García, Ediciones B), y claro, efectivamente es un mosaico. ¿Cómo explicarlo? Porque es peligroso lo que voy a decir. Lo que unifica todo es la dictadura. Si la gente comparte un sentimiento por los años ’80 se habla de ‘Sábados gigantes’ porque es parte del decorado. Es como la iglesia de San Francisco, como la Torre Entel, ‘Sábados gigantes’… Era la ‘cultura’ que se promovía en aquella época. Y entre Los Cuatro Cuartos y los Quincheros de repente aparecíamos nosotros", se ríe. "Era un espacio importante, finalmente, porque nos daban unas luquitas e ir al programa nos permitía grabar, porque había que hacerlo con playback. Conocimos al tío Valentín (Trujillo) y todo…"

–¿Ya era un mosaico en ese tiempo?
"Es que había que vivir. Eso es lo que hay que acordarse. Cuando hicimos Que nos devuelvan la emoción, de lo que hablaba ese disco es de que había que vivir hoy día. Que no podíamos esperar el fin de la dictadura, aunque habíamos varios del grupo trabajando para que eso se acabara. No éramos gente pasiva, nada más que no andábamos gritando en el techo que estábamos metidos en cahuines, pero estábamos prácticamente todos en actividades para lograr espacios de libertad".

–¿Es muy distinta la mirada que encuentras en ese libro o en la Blondie de tu propia mirada, que fue en tiempo real?
"Sí. Es súper distinto. Yo creo que la gente no sabe exactamente por qué tiene esa fascinación, y la hipótesis que yo adelanto es esa: una dictadura. Si tienes papás súper severos contigo, que te tienen encerrado y todo, te las arreglas para salir y te pones rebelde y te pones inventivo, y haces todo con cuatro chauchas. Si tienes papás muy permisivos, que te dan todo, te apoltronas, te aburguesas, tienes plata para comprarte la ropa que usan todos, y la rebelión viene por cosas más fútiles... El hecho de tener un ambiente tan oscuro y represivo obligó a la gente a jugársela de otra manera, y uno tiene una nostalgia de esa desnudez, de ese riesgo. Porque cuando había algo era genial. Porque era. Siempre he dicho que muchas veces nosotros jugábamos al grupo rock y nuestros seguidores jugaban a los fans de rock. Inventábamos algo".


La nostalgia ya no es la de antes

–¿Luego dejó de ser un juego, con discos grabados y canciones en la radio?
"En un momento éramos lo que siempre habíamos querido ser, músicos profesionales y todo. Pero eso fue más el despegue. Y los más chicos deben tener el eco inevitable, transmitido por los padres, por los medios de comunicación, de que algo pasó, de que había algo interesante. Además hubo esa explosión de música grabada. Porque antes había grupos chilenos, pero que no grababan casi nunca. Había puros recitales: Tumulto, Arena Movediza".

–¿A los grupos como ustedes les gustaba esa música?
"No es que me gustara todo, pero a veces era lo único que había por hacer a mediados de los ’70 era el Tumulto en el (gimnasio) Manuel Plaza. Y a veces había momentos buenos, ¿ah? La primera vez que la banda Miel (el grupo de rock de Juan Carlos Duque en los ’70) tocaron ‘Rasguña las piedras’ (del grupo argentino Sui Generis). Entonces era en castellano. ¡Rock en castellano! Miel me llevó a Sui Generis a través de esa canción, y a la posibilidad del rock en español. Y todos nos pusimos a investigar un poco de qué se trataba".

–¿No se supone que ustedes estaban escuchando música new wave, música inglesa?
"Eso en los ’80. En el movimiento famoso ese de los ’80 había mezclada gente como nosotros, que habíamos alcanzado a vivenciar un poco justo antes el Canto Nuevo, con el grupo Agua, donde Los Jaivas habían vuelto, donde Congreso había sacado unos discos por primera vez con Joe Vasconcellos y con (el bajista) Ernesto Holman y por primera vez Congreso era casi un hit: vendían los discos, pasaba en la radio".

–Estaba Miguel Piñera, incluso.
"Claro, con Fusión Latina. Esa pequeña explosión, todos nosotros quizás, salvo el baterista, porque era más chico, la vivimos en carne propia. Entonces el empalme con los ’80 lo hicimos ya con música en español. Pero lo que nos voló la cabeza fue esta música nueva que venía de Inglaterra, con los Cure, Joy Division, New Order. Estábamos con las dos cosas: esta posibilidad de escribir y estos sonidos nuevos, con los que ya no era necesario ser tan virtuoso, sino que había que tener sensibilidad".

–Antes de ser rockero Pablo Ugarte era un cantautor y apareció en la revista "La Bicicleta"
"Por supuesto. Y quedamos con esta idea de que había que escribir con razón, de que había que decir algo. Estamos muy influenciados por la música inglesa y cierta música estadounidense, pero eso nos puso un poco a salvo del puro yeayea, de la música bubblegum. Había mucho grupo argentino que era de esa onda".

–¿Qué otras cosas gringas escuchaban en ese tiempo, XTC, Gang of Four, Echo & the Bunnymen…?
"Yo quedé rayado con Talking Heads, que no eran ingleses pero son los más ingleses de Estados Unidos. (El cantante) David Byrne es escocés y llegó con su sensibilidad artística inglesa, y eran todos estudiantes de arte. En la época de Upa yo estaba rayado con King Crimson, pero el nuevo King Crimson, que era mucho más pop; con Talking Heads, con U2, que nos habían dejado dados vuelta, y con los Cure, que ya era una obsesión. Y antes, cuando éramos más chicos, con Police".

–Cuando grabaron un reggae como "Africa" en el primer disco, ¿lo habían aprendido más de Police que de Bob Marley?
"Sí, digamos que era la legitimidad que daba Police. Sin embargo yo había hecho un pequeño viaje por Europa, hice una canción que se llama ‘Rock de París’ en el primer álbum. Eso me había abierto las pepas con África, porque aquí tenemos la imagen de Tarzán, pero en Francia se vive África de otra manera".

–Esa canción ("Rock de París") en la letra tenía un guiño al Mundial del 62, que también es un rock and roll.
"Sí. Era un guiño al Mundial del 62, de todas maneras. Somos rockeros chilenos, pensamos: si vamos a hacer un rock and roll vamos a declararlo totalmente".

–Y a la vez era muy new wave tocar rock and roll en ese tiempo, a lo Elvis Costello imitando a Buddy Holly. Era la primera nostalgia.
"Totalmente. Era new wave. De repente uno puede desmenuzar un fenómeno y encontrar cuáles son los referentes. ¿Qué había que hacer para ser new wave? Hay que tocar canciones como Buddy Richard o como los Ramblers. Hay que ser moderno retro".


En la era de las 4x4: recuerdos de un tomador de micro

–En el presente, ¿qué visión te da volver a Chile con estos intervalos regulares, pero espaciados?
"A veces no logro estar mucho tiempo como para emitir un juicio. Pero por lo menos los cambios a la vista son impresionantes. Tengo la impresión de que, claro, los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Ahora, que es un país pujante tampoco se puede negar, pero se ve para dónde está inclinada la balanza: hay muchos autos nuevos, muchos edificios nuevos. A mí lo que me gusta es que el bienestar que se puede generar en un país se puede repartir. Creo que ése es el progreso. Suecia es un país tan perfeccionado no tanto porque tenga billete, sino porque es civilizado, porque todo el mundo tiene la materia suficiente para pensar, para educarse, para vestirse, para comer, y está todo el país en estado de funcionar. En un país donde un tercio de la gallá no tiene suficientes proteínas para pensar, donde toda la energía se les va en sobrevivir, donde se demoran tres horas en ir a la pega y les pagan la mitad, ese país no puede progresar".

–¿Ya manejas ese dato: tres horas en llegar a la pega?
"Me acuerdo ya en esa época (de los ’80). Yo siempre he sido tomador de micro. Las nuevas líneas de Metro: eso para mí es progreso. No es tanto que haya tanto edificio de plástico o tanto cuatro por cuatro".

–¿Es más bien al revés? ¿Mientras más cuatros por cuatro es peor?
"Es peor, de repente. Y veo también que hay muchos grupos (musicales). Hay una cierta industria musical quizás un poco más sólida que la que había cuando yo vivía acá, y eso me da mucho gusto por mis colegas músicos".

–¿Y cómo ves a las personas, se supone que ha cambiado también?
"Creo que no hay un verdadero cambio. El gran contraste que yo hago es entre la gente con que yo vivo en Francia y la gente de aquí de Chile. Entonces veo lo esencial que permanece, no alcanzo a ver tanto lo que ha cambiado".

–¿Y qué es lo esencial que permanece?
"Hay una calidez que es súper potente. Pero con la que hay que tener cuidado, porque esta calidez del chileno no significa una amistad eterna. De repente prefiero a alguien frío y verídico que a alguien cálido e hipócrita".

–¿Cómo crees que será el futuro de Upa?
"Lo más importante que nos está pasando es el reencuentro en vivo. Seguir perfeccionando nuestro show es lo que nos tiene más alucinados y es lo que vamos a proponer a la gente en estas tocatas. Si da para grabar un disco, por qué no. Cualquier cosa que pase va a ser el impulso que vaya a surgir de este encuentro con el público en vivo. El futuro está íntimamente relacionado con estas tocatas".

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