Gilberto Ponce
Juan Pablo Izquierdo es sin duda uno de los directores más importantes de nuestro país, lo que explica la alta convocatoria a sus presentaciones. Más aún más si en este año dedicado a celebrar a Wolfgang Amadeus Mozart es él quien dirige un programa dedicado al compositor.
Fue ante un teatro lleno y en el día en que Fernando Rosas —el gestor de la Temporadas de la Fundación Beethoven del Teatro Oriente— recibió el Premio Nacional de Música. El maestro Izquierdo frente a la Orquesta de Cámara de Chile, el Coro de Cámara de la Universidad Católica y destacados solistas interpretaron la Sinfonía Nº 35 KV 385, llamada “Haffner” y el celebérrimo "Réquiem".
La "Sinfonía Haffner", una de las más bellas escritas por Mozart, fue interpretada en certero estilo y con una orquesta en un gran nivel. Pensamos que en el primer movimiento (Allegro con spirito) los violines sufrieron un poco por el volumen de maderas y bronces, situación ampliamente superada en los movimientos posteriores, donde se lograron balances óptimos.
Transparente y de gran fineza fue el Andante, de precisas articulaciones y fraseos. A pesar de sus logrados acentos e inflexiones el Menuetto fue algo frío, en tanto que el Finale se llenó de energía, con impresionante precisión, claridad de frases y matices que sacaron a relucir elementos que no siempre resaltan.
Estas características se repitieron en la interpretación del “Réquiem”, con la salvedad de que en este caso se trata de una obra de un profundo sentido religioso. Eso requiere un enfoque más expresivo, que por momentos no estuvo presente. Hubo frases muy duras, con acentos inesperados en algunos de los textos y velocidades que a nuestro juicio le restaron profundidad. Pero esto responde al enfoque que el maestro Izquierdo tiene de la obra y que privilegia por sobre todo el fenómeno sonoro.
Destacaremos, eso sí, algunos de los momentos más logrados: la fuerza del “Dies Irae”, el bello sonido que logró el coro femenino en “Rex Tremendae” y en el “Confutatis”, la expresión casi barroca del “Domine Jesu”, y el cálido sonido de toda la masa coral en el “Hostias”.
La velocidad conspiró en contra del éxito del “Lacrimosa” y el “Sanctus” y las fugas fueron de expresión plana. El Coro de Cámara de la Universidad Católica fue esmeradamente preparado por su director Mauricio Cortés, no obstante al haber aumentado su número de voces restó calidad a su sonido habitual. Las sopranos sonaron muy duras en los “forte” y los bajos perdieron el color que los caracteriza. Las cuerdas más homogéneas fueron tenores de hermoso sonido y las contraltos de gran musicalidad.
El cuarteto solista formado por la soprano Patricia Cifuentes, la contralto Evelyn Ramírez, el tenor Luis Olivares y el bajo Sergio Gómez tuvo un buen desempeño musical y se mostró afiatado en los concertados.
Patricia Cifuentes no cantó con su belleza vocal acostumbrada, pero su gran musicalidad hizo casi imperceptible un leve desajuste con la orquesta en el “Introito”. El resto de sus intervenciones fue de calidad. Evelyn Ramírez aportó calidez y musicalidad, Luis Olivares brilló con luces propias tanto en sus solos como en las frases de conjunto, y la noble voz de Sergio Gómez fue de importancia en el “Tuba mirum” a pesar del desempeño poco acertado del trombón.
Una versión con luces y sombras en cuanto a concepto de interpretación, pero inobjetable en cuanto a preparación. Es algo habitual en el maestro Juan Pablo Izquierdo.
Gilberto Ponce.