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Del jazz-funk al bolero latino

31 de Agosto de 2006 | 00:00 |
No es común ver a un tipo de color de cerca de dos metros transitando por Providencia. Para el común sería un gringo más. Pero hay quienes lo han reconocido: Es Stanley Clarke, el bajista eléctrico de la fusión, el que se inició inspirado por Mingus y Pastorius y que fue promovido por Chick Corea. Está de regreso en Chile para tocar dos conciertos en un mismo día. Pero él está de regreso siempre en Chile. Sepa por qué.

Iñigo Díaz


"Luis Miguel, Julio Iglesias y Marc Anthony le deben mucho como cantantes a Antonio Prieto", dice el bajista (foto: Voltio Producciones).

El 11 de agosto de 1988 fue su primera vez en este país. Muy definitoria por cierto. Tocó con banda eléctrica en el ex Estadio Chile junto al trompetista Randy Brecker en la época en que un concierto de jazz fusión producía euforia colectiva. Ahí conoció a una auditora llamada Sofía Espinoza.

Su segunda vez, en cambio, fue en un concierto acústico con otros dos enormes músicos de la fusión. Ese 28 de septiembre de 1995, Clarke tocó el contrabajo y se instaló al medio de la guitarra española de Al DiMeola y el violín acústico de Jean-Luc Ponty.

Después de una gira intercontinental que lo volvió a unir a su socio jazz-funk, el teclista George Duke, Clarke regresa a un escenario chileno para tocar como líder de una banda que tendrá cuatro quintos de músicos con pasaporte nacional y que fueron convocados especialmente para este concierto. Son el guitarrista Emilio García, el bajista Christian Gálvez y los músicos de Congreso Sebastián Almarza (piano) y Raúl Aliaga (batería).

-¿Sabe algo de los músicos que lo acompañarán?
-Hasta antes de llegar a Chile no tuve el gusto de conocerlos. Pero sí he escuchado material de ellos y me han dejado impresionado. Eso refleja el grado de profesionalismo que hay en Chile en estos días. Va a ser lindo tocar junto a ellos.

-¿Qué planes tiene para sorprender al público chileno, que gusta mucho de la fusión
-Vamos a tocar un poco de old school music, un poco de new school music y un poco de música acústica. Va a ser una mezcla muy interesante de culturas musicales, porque además están preparadas algunas composiciones de los propios músicos chilenos.

-¿Cómo ha sido el reencuentro con George Duke en esta larga gira
-¡Excelente! Él es un muy buen amigo, a quien conocí en 1972 en Finlandia. Desde entonces henos estamos tocando juntos por unos diez años. Es uno de los músicos más versátiles que conozco, uno de los pocos capaz de hacer muchas cosas muy bien en la música.

-¿Lo escuchaba desde los tiempos de The Mothers of Invention?
-Claro. Ya me llamaba la atención cuando tocaba en la banda de Frank Zappa y todas esas cosas que él hacía con los pianos eléctricos. Lo conocí por entonces e incluso ellos me ofrecieron unirme al grupo como bajista, pero yo estaba tocando con Chick Corea en ese momento. Me fue imposible.

-¿En esa época ya estaba involucrado con el jazz eléctrico?
-Cuando empecé era un músico de fusión. Me gustaba tocar todo tipo de música, y mi comienzo fue tocando todo tipo de jazz como en 1971. Jazz-rock, funk o jazz acústico. Pero de todas formas mi paso por Return to Forever fue muy especial para mí porque llegó a ser mi primera banda muy famosa. Por eso tengo recuerdos fuertes de los años ’70. Le tengo mucho cariño a los Return to Forever. Y le tengo gran admiración a Charles Mingus, para mí el más importante de todos los tiempo: contrabajista y compositor. Tengo muchos hijos en la música que me gusta como tocan el bajo: Armand Sabl-lecco o Víctor Wooter. Hay que escucharlos.

-Usted es un preservador del viejo sonido del bajo eléctrico
-Me gusta el instrumento con cuatro cuerdas. Prefiero tocar a la antigua. No necesito más.


Su mitad lejana

Hay otros casos de figuras de la música de otras órbitas que han estado casados con mujeres chilenas, como el compositor y director de orquestas Leonard Bernstein y el pianista de jazz panameño Danilo Pérez. Stanley Clarke comparte una vida californiana, musical y artística en Los Angeles con esa auditora que conoció en su concierto de 1988, Sofía Espinoza, quien además es hijo del clásico baladista y bolerista chileno Antonio Prieto.

-¿Cómo apareció Sofía en su vida?
-La conocí en el primer tour que hice a Chile con mi banda a fines de los ’80. La conocí porque estaba vestida muy chistosa y peleamos en el aeropuerto. Por supuesto: tuve que conocerla. Muy charming ella (encantadora). Estamos casados desde hace cinco años, pero nos conocemos desde mucho más.

-¿Y antes de conocerla, sabía de la existencia del cantante chileno Antonio Prieto?
-Conocía sus canciones. Sabía que él cantaba y que la música era escrita por su hermano Pedro. Me gusta mucho Antonio Prieto y también gente como Armando Manzanero, que tienen muy buena música y han creado una fundación. Yo creo que los cantantes como Luis Miguel, Julio Iglesias, Marc Anthony le deben mucho como cantantes a Antonio Prieto.

-¿Trabajan juntos con Sofía en música y artes visuales? Se dice que ella lo ha motivado a entrar a la música de cine.
-Sofía es la mujer más creativa que conozco y me inspira mucho en la música, sobre todo en la parte espiritual. Cuando un hombre es creativo y está con una mujer que es creativa, eso produce una explosión de creatividad.

-Sabemos que ha estado dos veces antes en escenarios chilenos, pero hay gente que lo ha visto caminando por Santiago o probando instrumentos en tiendas especializadas. ¿Cuantas veces ha venid como “incógnito”?
-A lo menos unas diez veces. Mi lugar favorito en Chile es Pucón. Me encanta ir allá y, por supuesto, visitar a mi familia chilena en Santiago. Tengo recuerdos imborrables de los helados con mi cuñado en el Bravissimo.

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