Ilona Goyeneche
Aguantó sólo dos canciones. Después de eso a Olivia Ruiz se le acabó la paciencia y detuvo el concierto que encabezaba en el Centro Mori. No tenía retorno y bajo esas circunstancias dejó en claro que no iba a seguir tocando. Fue la tónica por la que iba a atravesar la noche en que esta cantante franco-española de música pop cerraba su gira en nuestro país.
Los problemas técnicos la interrumpieron una y otra vez. Los acoples ensordecedores sorpresivos que transformaban su rostro en una gran mueca o el famoso retorno. Si regresaba, a veces era tan alto que Olivia Ruiz se quejaba de que en cualquier momento podía perder la capacidad auditiva.
Pero por algo Olivia Ruiz estudió teatro y por algo una de las cosas que mejor sabe hacer es improvisar. Mientras los técnicos gateaban sobre el escenario en busca del cable suelto, Olivia y sus cuatro músicos se sentaban junto al público para seguir una canción
a capella.
Hubo varios intentos de retomar el concierto. La misma cantidad de momentos en perfectamente Olivia Ruiz pudo haber abandonado el escenario. Eso, hasta que la cantante aprobó los ajustes técnicos y siguió adelante.
“Hoy tuve una sensación que algo iba a pasar…ahora sé qué era”; “recién me vengo a dar cuenta de que lo que más necesita una cantante es la capacidad de mantener la calma”; “parece que la que va a terminar borracha esta noche seré yo” (haciendo alusión a una de sus canciones) y “tráiganme una copa de vino, por favor”, fueron algunas de sus salidas maestras que alivianaron un aire cada vez más irrespirable. Especialmente cuando a alguien se le ocurrió prender ese efecto de humo sobre el escenario que sólo logró que la cantante comenzara a pedir aire aleteando con los brazos.
Se suponía que ésta iba a ser la gran noche de despedida para Olivia Ruiz y terminó siendo la prueba de fuego para la francesa que, de paso sea dicho, terminó dominando toda la compleja situación. Demostró su capacidad para improvisar, mantener el hilo del concierto e inyectarle energía al público. Un público que después de tres canciones de María Perlita y una presentación definitivamente larga del grupo jazz fusión La Marraqueta (más de 45 minutos) había esperado hasta las 23:00 horas para ver a la cantante.
El concierto consistió finalmente en un cóctel de canciones pop, folk, flamenco y
varieté reunidas en sus discos
J’aime pas l’amour (No me gusta el amor, 2003) y
La femme chocolat (La mujer chocolate, 2005). No sólo el carisma, energía y voz de Olivia Ruiz mantuvo el público hasta el final en la sala. También el relato de sus magníficas historias que introdujeron cada canción, su español afrancesado y su notable sinergia con sus músicos. Un concierto que contó con todos los elementos para que la noche del miércoles hubiera terminado en un fiasco.