Pamuk recibió en octubre, durante la Feria de Frankfurt, el Premio de la Paz que otorgan los libreros alemanes.
EFESANTIAGO.- En febrero de este año la Revista de Libros publicó una entrevista a Orhan Pamuk ganador del Premio Nobel de Literatura según lo anunció hoy la Academia sueca.
Lea a continuación la conversación que el periodista Miguel Ángel Villena sostuvo con el autor de 54 años.
La política como destino inevitable
El escritor turco ha reflejado en su última novela, "Nieve", la compleja situación que vive su país en la encrucijada entre Oriente y Occidente. Premio de la Paz de los libreros alemanes, Pamuk es un intelectual incómodo en su tierra, donde ni militares ni islamistas le perdonan su voz independiente.
Orhan Pamuk publicó en español su última novela, Nieve (Alfaguara), poco después de que un tribunal turco lo acusó de haber "insultado deliberadamente" a la identidad nacional tras declarar en un diario suizo que "un millón de armenios y 30 mil kurdos fueron asesinados en Turquía y nadie, salvo yo, se atreve a hablar de ello". Los cargos pudieron haberlo llevado a la cárcel, pero el 23 de enero recién pasado un tribunal de Estambul sobreseyó la causa.
Pamuk recibió en octubre, durante la Feria de Frankfurt, el Premio de la Paz que otorgan los libreros alemanes, una de las distinciones culturales más importantes de Europa. Desde su casa en Estambul, el novelista concedió una entrevista telefónica sobre Nieve, una novela que constituye un monumental friso de la sociedad turca de los últimos años.
- Nieve en turco se dice "kar", el protagonista de este libro se llama Ka y la ciudad en la que transcurre la historia se llama Kars. Usted describe la nieve como algo que representa el aislamiento, la belleza, la frialdad, todo unido. ¿Por qué ha prestado tanta atención a la nieve como fenómeno y símbolo?
- Yo necesitaba un pueblecito del noroeste de Turquía, en el que nevase lo bastante como para que el pueblo se quedara aislado del resto del país. Por eso necesitaba la nieve, para que la historia fuera creíble. A la vez, está también la idea de que cada copo de nieve es diferente de los demás, por lo que nosotros, como personas, nos podemos identificar con esta individualidad, con la personalidad de seres humanos. Cada ser humano es diferente a los demás, como los copos de nieve. Además, está la belleza del paisaje nevado, que es un tema que me gusta mucho. Y estas cosas se combinan. Usted ha dicho que son símbolos, pero yo no creo que se trate de eso, sino que más bien son temas que me gusta unir en el argumento de la novela. Casi todas estas cosas las fui haciendo de tal forma que no sé muy bien por qué las hice. Pero así las hago, me interesa y queda muy bonito. Hay una extraña geometría oculta en todo ello y yo simplemente me dejo llevar por la intuición cuando las junto todas.
- Su novela no sólo habla de la situación política y religiosa en la actual Turquía, también habla del amor y de la amistad. ¿Usted cree que el amor y la amistad son los mejores instrumentos para la lucha contra el fanatismo, la represión o simplemente los malos momentos?
- Sí, de hecho, aunque ésta sea una novela política, sobre gente que está muy concientizada políticamente o que manifiesta su rabia a través de la política, el narrador, Ka, es muy similar al narrador de otro libro mío, Orhan, y ambos tienen un punto de vista más distanciado. Los narradores no viven la política tanto como la vive la gente del pueblo o los que son más políticos. El texto, de alguna forma, recuerda al lector que aunque se trata de un libro enormemente político, el escritor o el narrador no creen tanto en esto. De hecho, se dan a entender otras cosas con un toque de humor. Pero se comprende que esta furia política, esta obsesión política, es algo que surge por todas partes, mientras que el punto de vista del narrador es mucho más moderado, porque el narrador tiene la sabiduría del hombre que no se toma las cosas tan en serio. Es decir, es una novela política escrita por alguien que no cree tanto en la política, pero que la considera como una especie de destino inevitable que no le gusta.
- Su historia también refleja el conflicto entre la Turquía urbana y proeuropea y, por otro lado, el país islamista rural. ¿No existe una solución a este enfrentamiento?
- Mire, este libro no trata de soluciones. Le pondré un ejemplo más claro, está el asunto del velo, que todavía es un problema muy grande en Turquía. Los periodistas turcos me preguntaban por el libro y me decían que yo había definido la postura política de todo el mundo intentando identificarme con todas las personas. Con las niñas, con los laicos, con la gente como Ka, etcétera. Así que me preguntaban: ¿cuál es tu punto de vista?, ¿cuál es la solución? Y mi respuesta es que este libro no pretende solucionar los problemas de Turquía o imponer soluciones a los problemas políticos de Turquía. De lo que se trata en este libro es de comprender a la gente que ha quedado totalmente atrapada por estos problemas de laicismo, islamismo político, modernidad, tradición, amor a la familia y la imposición de una manera de pensar, vestir, hacer...
El objetivo de esta novela política es diferente del que tenían las novelas políticas de los años treinta, cuarenta y cincuenta, en las que había una agenda y se servía a una causa. De hecho, la intención política de este libro es describir mi país, más que hacer un comentario político. El tema de este libro es político pero, por otra parte, no tiene la aspiración de adoptar una postura política. Tanto los lectores laicos, como los islámicos, se sintieron ofendidos de alguna forma con este libro cuando se publicó en Turquía hace tres años. Porque los laicos pensaron que yo estaba mostrando algo de comprensión hacia los políticos islámicos, que se retrataban en el libro como una especie de víctimas del Ejército turco. Y los políticos islámicos pensaron que me estaba riendo un poco de ellos por sus ideas, su brutalidad, su confusión y su miseria.
- En su novela, usted describe a un montón de personajes diferentes. Da la sensación de que quería mostrar todo el espectro social de Turquía.
- Sí, este libro es, de todos mis libros, el que aporta una visión más social, incluso más periodística, y mi intención era mostrar la parte más pobre y problemática de Turquía. El sector que tiene mayores problemas políticos, problemas religiosos y, por supuesto, mayores problemas económicos de la Turquía de provincias. Intentaba identificarse con la gente que está en las peores condiciones de vida y tratar de comprender por qué están furiosos y cómo expresan su furia. Comprender lo que se llama "realidad turca". El punto de vista es el de aquellos turcos más privilegiados, intelectuales que han leído libros y tienen un sentido poético.
Microcosmos realista
- La acción, la historia, es una historia limitada a tres días.
- Sí, la acción transcurre en tres días.
- En una ciudad de la frontera oriental de Turquía, Kars, lejos de Estambul y de Ankara. ¿Era mejor para su novela limitar la historia a tres días?
- Necesitaba hacer eso para que esta ciudad, Kars, que existe en la realidad, fuera un microcosmos de Turquía. Pero, para hacerlo, la ciudad tenía que estar aislada del resto de Turquía y para que eso fuera realista sólo podía durar unos tres días, ésa es una de las razones. Por otra parte, al igual que en mi anterior novela, Mi nombre es Rojo, me gusta concentrar los acontecimientos en uno o dos días. Eso también le da al escritor muchas posibilidades para desarrollar los argumentos y el drama. Así que es una especie de representación de toda Turquía, de una forma ligeramente irónica, simplista e ingenua. Pero yo creo que la belleza del libro tiene que ver con esto. Este tipo de fantasía de política y realidad y de los horrores de la vida no pueden durar más de tres días. O eso es lo que pensé cuando escribí el libro.
- En su libro describe la brutalidad de los movimientos islamistas, pero también la represión del Estado y del Ejército. ¿Son dos aspectos de una misma situación?
- Sí, tiene razón. Ni los políticos islamistas ni el Ejército son víctimas los unos de los otros. Sus lenguajes, su cultura, sus acciones y lo que pasa por sus mentes son, en algunos casos, ideas simétricas. Yo creo que la política del país a mediados de los noventa, que es cuando transcurre esta novela, se basaba en estas dos fuerzas que radicalizaban el país, matando civiles y destruyendo la democracia en vez de poner fin a la lucha entre las fuerzas islámicas y las laicas. Las fuerzas islámicas tenían más apoyo popular y las fuerzas laicas tenían el apoyo del Ejército. Éstos son los problemas normales en Turquía. Han pasado diez años desde los hechos de la novela, pero en este momento las fuerzas islamistas y las fuerzas militares se han unido en Turquía contra la integración del país en la Unión Europea. No todos, pero algunos de los políticos islamistas y algunos de los militares se oponen a que Turquía entre en la Unión Europea.
- Un tribunal de Estambul dijo que usted había insultado a la identidad turca y amenazó con procesarlo. ¿Qué puede decir?
- No creo que vaya a salir nada bueno de esta situación. Desgraciadamente ha sido un acontecimiento muy público e internacional y las fuerzas turcas que están en contra de que Turquía se integre en la Unión Europea van a utilizar esta situación y este juicio para demostrar algo, para decir a los conservadores europeos que no acojan a Turquía porque en Turquía se hacen este tipo de cosas. La gente que defiende que Turquía sea parte de Europa, como los verdes alemanes y los liberales socialdemócratas, están un poco avergonzados por este asunto, pero no creo que este juicio vaya a cambiar mucho las cosas. Es un juicio político más que un juicio legal.
- ¿Qué significa para usted el Premio de la Paz que los libreros alemanes entregan en la Feria de Frankfurt?
- Claro que estoy contento con el premio. En Alemania hay una enorme población turca, pero la cultura y los autores turcos no son muy conocidos. Ahora, por primera vez, empiezo a ser popular entre los lectores alemanes, éstas son cosas que a mí me importan. Yo he estado muchas veces en Alemania promocionando mis libros y conociendo a la población alemana y turca. Las relaciones entre turcos y alemanes tienen una larga historia y esto ya es importante en sí mismo. Además, yo sé que éste es un libro político, por lo que mucha gente me ha dicho que es un premio político. A mí eso me parece bien, me honra y me halaga. Pero también intento ver otro aspecto de esto y es que llevo ya treinta años escribiendo ficción. Hace treinta años decidí que no podía hacer ninguna otra cosa. Ni ser arquitecto, ni nada más, yo quería ser novelista y empecé a escribir novelas por impulso propio. Así que este año es mi trigésimo aniversario como escritor de novelas y me dan un premio muy importante en Alemania. Por supuesto que estoy contento.