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Lea un comentario del libro "Hacia un Mundo sin Pobreza" de Muhammad Yunus

13 de Octubre de 2006 | 09:43 | Cristóbal Camino M., El Mercurio
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El Mercurio

Aunque las corrientes liberales que inspiraron a gran parte de los gobiernos en los años ochenta parecen atravesar cierto eclipse, dando paso a regímenes de corte más socialista, desde la ex Bengala India se levanta la voz de Muhammad Yunus (hoy ya muchas veces laureado con múltiples premios y reconocimientos internacionales), para plantear ideas que en Chile fueron, hasta cierto punto, realidad. El apoyo focalizado para superar la pobreza y la extrema pobreza, la prioridad de la ayuda a las mujeres como sustentadoras principales del hogar y, por sobre todo, la importancia del esfuerzo individual, son algunas de las herramientas que el profesor bengalí plantea en este libro, cuya lectura rápida y amena muestra el desarrollo del Banco Grameen, "el banco de los pobres", el "banco de aldea". Con el objetivo - nada menor- de superar la pobreza, dicho banco, fundado en 1976, "presta pequeños montos a gente que realmente lo necesita, en vez de grandes montos a gente que no lo necesita". Así, desde un país como Bangladesh, del cual sólo solemos oír penurias y desastres, Yunus recuerda: "Cuando una cosa diminuta comienza a ocurrir un millón de veces, se transforma en una cosa grande. Sienta los fundamentos para una fuerte base económica. Con las mujeres participando en la construcción de esta base económica, se transforma en el fundamento para un mejor futuro económico y social".

Esta meta no es desestimable en países como el nuestro, que avanzan siempre hacia ella, pero demoran notoriamente en llegar. El nacimiento del Banco Grameen se basa en una visión netamente capitalista, que surge de una concepción del hombre como persona individual, cuyas potencialidades son el principal motor de su propio desarrollo y el único medio para salir de la pobreza. Lo novedoso de Yunus es que, a diferencia de las visiones de ayuda a los pobres que, casi invariablemente condenan el capitalismo, él postula que la pobreza es un problema de oportunidades, caracterizadas éstas como carencia de capital. La capacitación, según el autor, es parte secundaria del proceso de liberación de la pobreza. Lo determinante son las capacidades de los pobres, lo que saben hacer, el aprovechamiento de sus propias ventajas. El capital, así sea en diminutas dosis, ha sido la tabla salvadora para miles de mujeres bengalíes que, con él, han podido desarrollar sus negocios y buscar mejores horizontes para sus familiares.

Esta propuesta sencilla, que cree en las capacidades innatas de los hombres, es crítica de los grandes bancos y organizaciones internacionales de ayuda, que, según el autor, son sólo mantenedores de grandes burocracias que se autojustifican. "Somos partidarios de reducir la intervención del Estado. Apoyamos la economía de mercado y la creación de empresas". No es el lenguaje internacional políticamente correcto en relación con los pobres. Grameen sueña con un mundo sin pobreza y sin la limosna de los subsidios, pone en tela de juicio el marco institucional existente y las empresas fundadas sólo en la búsqueda de ganancias.

Yunus plantea ideas que en muchas partes del mundo parecen retroceder, no porque no satisfagan a los que las reciben, sino a los que las dan... y las administran.

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