SANTIAGO.- Un complot, una intriga oculta, críticas veladas contra el gobierno o algún agente de impenetrables lentes negros, cualquiera de estos elementos eran esperables en “World Trade Center”, la nueva película del director Oliver Stone, pero el polémico realizador sufre un inesperado ataque de patriotismo en esta historia sobre el atentado contra las Torres Gemelas.
Una breve alusión a la falta de un plan de contingencia es lo más cerca de la controversia que llega la historia, uno de los estrenos de hoy en los cines nacionales, poco para un realizador acostumbrado a enfrentar duras controversias con sus trabajos.
La explicación de esta carencia podría estar en las declaraciones del propio cineasta sobre su nuevo trabajo: “El guión de Andrea Berloff es uno de los mejores que he recibido. Me sorprendió – y también a muchos otros – con su emoción y su sencillez. Analiza ese día horripilante de una forma que no había visto antes, de una manera muy personal,”, dice.
Los protagonistas de su largometraje son dos oficiales del Departamento de Policía de la Autoridad Portuaria de Nueva York, interpretados por Nicolas Cage y el desconocido Michale Peña, quienes enfrentan el horror de los ataques del 11-S al intentar cooperar en las labores de rescate de las víctimas.
Su odisea comienza cuando no logran escapar del derrumbe de la primera Torre y quedan atrapados bajo las toneladas de escombros, esperando que un milagro permita su rescate.
Aterrizaje patriota
El proyecto de Oliver Stone es el segundo que aborda los sucesos ocurridos hace 5 años en la Gran Manzana, el primero fue “United 93”, de Paul Greengrass.
La gran diferencia entre ambos proyectos está en su “realismo”, porque la película de Greengrass está basada en una historia ficticia e intenta reconstruir las vivencias de los pasajeros que viajaban en otro de los Boeing que se estrelló ese día.
La de Stone, en cambio, está basada en la historia real del oficial Will Jimeno (Peña) y el sargento John McLoughlin (Cage), quien formó parte del equipo que intentó diseñar un plan antiterrorista para las Torres luego del auto bomba que explotó en sus estacionamientos en 1993.
“Presentar el 11 de septiembre de esta forma, personal, exacta, austera, me pareció un reto,” dice el realizador. “Tratamos de hacer una cinta lo más realista posible: dos hombres, enterrados en medio de esas torres durante 24 horas”, agrega.
El director mezcla en “World Trade Center” dos “mundos”: el que todos vimos a través de las imágenes que transmitieron los canales de noticias ese día, secuencias que se han seguido repitiendo una y otra vez estos años.
A eso le agrega la realidad que vivieron los familiares de las víctimas y los voluntarios que perdieron la vida producto de los ataques, su dolor, su angustia al no tener noticias va surgiendo para recordar el macabro efecto que tuvo el derrumbe de las Torres.
Vietnam, política y cine
La propuesta que muestra en “World Trade Center” se aleja bastante de lo que habitualmente ha mostrado Oliver Stone en su filmografía. Guiones que han abordado usualmente alguna realidad que afecta directamente a Estados Unidos, pero desde una mirada crítica y cuestionadora, que suele incluir fuertes discrepancias con la mirada “oficial” de los hechos.
El tema que ha marcado su carrera detrás de las cámaras es, sin discusión, la Guerra de Vietnam: su primer gran éxito lo consiguió en 1986 con “Pelotón”, una historia que mostraba la cruda realidad del conflicto y que le dio su primer Oscar; cinco años después, en 1991, transformó a Tom Cruise en un irreconocible veterano que luchaba por reinsertarse en la sociedad en “Nacido un 4 de julio” y nuevamente se quedó con la estatuilla doraba.
Una obsesión amparada también en su historia personal, porque Stone combatió en el país oriental, siendo incluso condecorado.
Su inquietud por los temas polémicos lo llevó a involucrarse con dos proyectos protagonizados por dos ex presidentes que marcaron la historia de Estados Unidos: en J.F.K. (1991) abordó el controvertido asesinato de John Fitzgerald Kennedy, planteando sus particulares teorías conspiratorias acerca de los responsables.
En 1995 le toco el turno a Richard Nixon, un personaje que marcó la historia de su país con su renuncia en medio del escándalo por el caso Watergate.
La política no ha sido su única obsesión, “Wall Street” (1987), una de sus grandes realizaciones, mostró el oscuro mundo detrás de los corredores de bolsa en el famoso mercado neoyorquino.
El mundo del espectáculo tampoco se ha escapado de su inquisidora mirada: en 1991 estrenó su particular historia de Jim Morrison y The Doors, donde las drogas, los excesos y la enfermiza personalidad del líder de la banda era mostrada desde todos los ángulos.
Una demostración más de su espíritu crítico lo mostró al anunciar, cuando aún promueve “World Trade Center”, que su próximo proyecto podría estar basado en la operación de captura de Osama Bin Laden. Es Oliver Stone.