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No rockstar

03 de Noviembre de 2006 | 00:00 |
No disc, se llama el disco debut de Álvaro Prieto, el hombre que entre 1997 y 1999 cantó al frente de la banda de rock Miserables y que hoy vuelve a la música y a la ciudad, luego de haber avanzado desde la crítica a la autocrítica. "Creemos que es rebeldía contra el sistema, pero el sistema se apodera de cualquier iniciativa de revolución", dice.


David Ponce


De vuelta en la ciudad: "Tomé el toro por las astas y me vine a hacer un disco", dice Álvaro Prieto (foto: Alerce).
Literalmente estaba escrito. En su canción más famosa. "¿Qué es eso? ¿Progreso? A otro perro con ese hueso", es uno de los versos de "Progreso", la canción que Álvaro Prieto grabó en 1998 con los Miserables, junto a quienes vivió años de popularidad como cantante y rapero de una de las bandas más activas del rock chileno iniciado en los ‘90.

Sus progresos ahí llegaron hasta un año más tarde, cuando en 1999 se alejó del grupo y también de la ciudad para ir a vivir en el pueblo de Alcohuaz, en el valle del Elqui. Recién hoy está volviendo, siete años después, aunque hoy como solista. Su disco debut recién lanzado, No disc, lleva la firma "Prieto", a secas, e inscrita con letras de apariencia oriental. "Rock y zen", dice Prieto.

–¿Rock y zen?
"Es la idea de un juego conceptual que tenía hace años. Al grabar el disco lo recordé. Yo compongo rock, pero con una experiencia de vida rural y de soledad que si había que asociar con algo era con ciertas tradiciones orientales más cercanas al taoísmo y al zen, que es con lo que más he podido identificarme".

Luego de alejarse de los Miserables, Prieto armó dos grupos. El primero fue Chechango Social Club (2000), que luego se llamó Blest y que formó con dos hombres de Santo Barrio y el actual guitarrista de los exitosos Difuntos Correa, Sergio Gómez. "Él no lo ha querido reconocer, pero fue descubierto por mí", sonríe. "Él era Chechango. Él era la estrella. Pero cuando ya teníamos la alternativa de pasar a la otra etapa, grabar, tocar en lugares más grandes, yo siempre renuncié, por alguna razón", explica. Y lo mismo pasó con Flores Prieto, el dúo que luego formó con actual tecladista de su grupo: también se fue. "Como dice Charly (García), me fui con los hippies, tuve un amor, un hijo, y fue otra cosa", recuerda.

–¿Por qué esta tercera vez no renunciaste?
"Creo que voy a entender por qué después. Me ha pasado que miro para atrás y digo ‘Ah. Con razón me fui’. Nunca tuve mucha añoranza del escenario, e hice esos proyectos con un afán más compositivo, entonces al momento de abrirlos siempre me achunchaba o salía otro proyecto que me resultaba más agradable. Sabía todo lo que implicaba lanzarse con un disco, y todavía no tenía la disposición. Ahora sí la tengo. Antes de empezar a sentir melancolía al respecto, tomé el toro por las astas y me vine a hacer un disco".


El disco de un rockero ex punk


"Cuando uno transforma su afán crítico en autocrítica tiene pega para rato. A mí me pasó eso" (foto: Alerce).
La canción "No disc", que da título al disco, fue la última del álbum, compuesta sobre la marcha durante la grabación.

–¿"No disc" es por la advertencia de los equipos cuando no logran leer un CD?
"La idea viene de dos lados. Se me ocurrió el concepto volviendo un poco a la filosofía oriental, donde se habla mucho del no pensamiento, de la experiencia del no ser, de enfrentar la realidad a partir de la negación. Para definir a Dios yo diría qué no es Dios: no es una imagen sagrada, por ejemplo. El anarquismo tiene también mucho de eso. Por eso invento el No disc. Y después se me ocurrió la letra, que es otra payasada".

La letra es una mirada cáustica a las aspiraciones de estrellato de un rockero, con versos entre los que van desfilando desde Ozzy Osbourne hasta Henríquez y González como testigos del éxito del personaje. "Es como una auto ironía con estos sueños del rockstar", dice. "Desde el camarín y las chicas hasta lograr poco menos que la paz en el mundo, como Lennon o Bono. Yo creo que a Bono le encantaría que viniera una revolución de no violencia activa, pero generada por él".

–Es casi un subgénero el de las canciones de rock que hablan del rock.
"Por lo menos las que se me vienen a la cabeza son con humor. O un homenaje. Pero en realidad me alejo un poco de las temáticas rockeras clásicas".

–De hecho éste es un pobre rockero porque el disco al final no le suena.
"Claro, no funciona. Justo cuando tenía la certeza".

–A propósito del ejemplo de lo que no es Dios, ¿puedes llegar a establecer lo que no es un disco también?
"Se supone que el disco de un rockero ex punk podría ir en la línea de la crítica social, la crítica permanente, de burlarse de los cuicos, de los políticos, de los curas, de todo eso que ya nos sabemos, o que yo por lo menos ya me sé de memoria. Y el otro lado es el de la bohemia, del ‘Estamos aquí con mis amigos y la chica me mira’. Y (mi disco) no tiene ninguna de esas cosas. Tiene algo de la crítica, pero vinculada a la autocrítica, y eso ya es harina de otro costal. Cuando uno transforma su afán crítico en una crítica a sí mismo uno ya tiene pega para rato. A mí me pasó eso".


Esto, esto, esto y unos rebeldes


Miserables a fines de los ‘90: Óscar Silva (voz y bajo), Pato Silva (guitarra), Álvaro Prieto (voz) y Claudio García (batería). "Los Miserables implicaban muchas cosas, una posición social ante el mundo, una opinión concreta", recuerda el cantante (foto: Alerce).
En la música Prieto también se alejó de los sonidos más reconocibles del punk, y sus canciones van desde cierto aire psicodélico de "Lemon flowers" hasta el charango que se escucha en la acústica "Piola".

"Con los músicos ya había un feeling que nos ayudó mucho en eso", dice: el cantante grabó No disc con Pato Silva, guitarrista de los propios Miserables, el tecladista Joselo Flores, con quien armó sus dos grupos previos, y la dupla entre el bajista Iván Nuñez y el baterista Álvaro Recabarren, de Santo Barrio.

–Hay un integrante de los Miserables en tu grupo. Así como el tiempo aclaras las cosas, ¿ahora entiendes mejor por qué te fuiste del grupo hace seis años?
"En ese momento lo entendí más con la emoción, y ahora puedo hacer un análisis más exhaustivo. No sólo me fui de los Miserables, me fui de la ciudad, y los Miserables implicaban muchas cosas también, una posición social ante el mundo, una opinión concreta, también me fui de relaciones humanas. De casi todas las canciones que hice para ellos diría lo mismo, las siento igual: ‘La otra guerra’, ‘El origen de la violencia’, ‘Leocatán’ es sobre un loco que vive en la playa, solo; el ‘Progreso’ habla de un loco que no soporta el progreso y de hecho se va. Yo siento ese vínculo".

–En la canción "Rock de paz", de tu disco nuevo, dices que nunca te aprendiste "Progreso".
"Sí, es que se me olvidan las canciones, en general. Pero también era un juego con decir ‘Nunca estuve cien por ciento’, o al menos en un momento. Hubo una etapa larga de los Miserables donde tuve una distancia. Pero ahora estoy tocando con el guitarrista de ellos. Tengo buenas relaciones, aunque me he distanciado".

–Esa canción también habla de los clichés punk. ¿Es es un recado para tu antiguo grupo?
"No, es general. Sí, es un mensaje a preocuparnos de lo importante y no de los detalles, porque por los detalles nos estamos hasta matando nosotros mismos. Siempre planteamos eso con los Miserables. Yo hablo del rock y del punk porque es de lo que me siento parte y puedo hacer una autocrítica, pero es para las tribus. Y específicamente a los punk y a los Miserables también, en el sentido de que asuman la responsabilidad. Siento que es una banda que podría abarcar más y la siento quinceañera todavía. No es un mensaje siquiera para que cambien algo, sino que estén conscientes. Yo no estaba consciente".

–¿De qué?
"No sé si es demasiado perfeccionista o ideal asumir una responsabilidad con el público, pero me doy cuenta de que decía cosas en un sentido y podía generar algo distinto en otra persona, y es una responsabilidad importante de asumir. Además al final el mercado y el sistema son tan fuertes que no nos damos cuenta de cuándo estamos siendo cómplices de ese sistema. Han diseñado una estrategia tan planeada en el poder y tan inteligente entre comillas que se apoderan de cualquier iniciativa de revolución, y al final creemos que es rebeldía contra el sistema, pero el sistema es perfecto con rebeldía: necesita esto, esto, esto y unos rebeldes".

–¿Alguien logra salirse de ese esquema?
"Salir del sistema en tu diario vivir no sé si sea un objetivo. Cambiar el sistema puede serlo, pero es conceptual, es abstracto. Tengo fe en que existe una posibilidad, que es vivir tu presente e ir construyendo paso a paso ese mundo distinto. Toda la energía que gasto en criticar la puedo destinar a observarme, a estar atento, a mejorar, como un juego, incluso. Si hay una solución es por ahí".

–¿Cuáles son tus planes ahora que está afuera el disco?
"Quiero tocar en lugares chicos. Con los Miserables mi primer recital fue para cuatro o cinco mil personas. Nunca tuve esa experiencia de tocar para los amigos, de ver las caras, de tocar para tus círculos, para la gente que te está rodeando. Y quería partir por eso, porque una de las posibilidades es que me vaya bien muy luego", sonríe, "y me voy a perder esa experiencia".
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