El cantautor brasileño se presenta en el Teatro Muncipal este martes y miércoles junto al legendario Zimbo trío, una de las agrupaciones capitales del bossa jazz.
Iñigo Díaz
Violão. La guitarra de limpieza casi jazzística es una de las características del estilo de Toquinho (foto: Teatro Municipal). |
La acuarela brasileña tiene tantos colores musicales que no se podría terminar de apreciar uno cada día. Sus últimas degustaciones han ofrecido el swing de Leny Andrade, el pop psicodélico de Ed Motta, el tropicalismo de Gilberto Gil, la MPB de Gal Costa, la fusión de Airto Moreira, el pop electrónico de Bebel Gilberto y el nuevo pop de Chico César.
Y eso sin considerar uno de los más importantes conciertos de música popular brasileña escuchados en Chile, en mayo de 2004: Toquinho y María Creuza en el escenario, y, fuera de él, Vinicius de Moraes, en la poesía.
Por tercer año consecutivo, hoy y mañana regresa a Santiago Antonio Pecci Filho, el cantautor paulista que el mundo conoce como Toquinho. Se presentará en el Teatro Municipal en dos conciertos inéditos, porque será la primera vez que se acompañe con un ensamble de jazz. Es el legendario Zimbo Trío, formado por sus miembros originales de 1964, el pianista Amílton Godói y el baterista Rubinho Barsotti, además del nuevo contrabajista Itamar Collaco.
“Hay otros conjuntos anteriores como Os Cariocas, que ya representaban una tendencia jazzística en sus arreglos. Pero la formación original de piano, contrabajo y batería del Zimbo Trío adoptó en una forma más natural la influencia del jazz transformado a la manera brasilera con un talento entonces inigualable”, dice Toquinho desde Sao Paulo.
Junto a Chico Buarque, Caetano Veloso o Maria Bethânia, Toquinho perteneció a la primera generación heredera de la bossa nova. Trabajó en una histórica “parceira” (“complicidad”) junto a Vinicus de Moraes y también confiesa un romance con el jazz que se mantiene vigente desde sus inicios.
—Brasil tiene un vínculo directo con el cool jazz, ¿por qué?
“Por una coincidencia de timbres e intenciones musicales traducidas por sonidos puros y blandos. La relación del samba y este tipo de jazz derivó en lo que se conoce como bossa nova”.
—¿Fue un encuentro definitorio?
“Fue inevitable. Y las influencias, mutuas: Tom Jobim, Miles Davis, Carlos Lyra, Chet Baker, João Gilberto, Stan Getz. Son músicos que destacaron con una nueva forma de traducir sus emociones, más limpia, menos virtuosística, más profunda. La improvisación está en ambos. El canto, casi hablado y sin demagogia vocal, está en el estilo de Dick Farney, así como el piano insuflado del jazz de Johnny Alf. Roberto Menescal era loco por Chet Baker, y João Gilberto llegó a grabar con Stan Getz”.
—¿A quién escuchó antes? ¿A quién escucha ahora?
“Cuando comencé en la música la bossa nova también comenzaba a encantar al mundo y el jazz tenía mucho que ver con eso, pero me acuerdo que se quedaron marcados en mí sonidos como los de Benny Goodman y George Shearing. Y también Dizzy Gillespie. Entre los que se inspiraron en la música brasilera están Charlie Byrd y su guitarra. Hoy sigo prefiriendo a los jazzistas clásicos”.
—Hace dos años hizo un homenaje a Vinicius de Moraes, ¿qué viene ahora?.
“Vinicius estará siempre en mis conciertos, pero también ahora habrá cosas nuevas. Tocaré con un grupo con Ivâni Sabino (contrabajo), Pepa D’Elia (batería) y Vanda Breder (vocal). Y la diferencia más importante es que ahora tendré el placer de presentarme junto al Zimbo Trío. Por primera vez".