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"No vale la pena perder la conexión que tenemos en Chile"

16 de Noviembre de 2006 | 00:00 |
Lee aquí los datos del lanzamiento en vivo del nuevo disco

"Que no la tenemos en ningún otro lado", agrega Roberto Márquez, el director del conjunto: reestablecidos en nuestro país desde el año pasado tras su estada en México, Illapu estrena su primer disco de canciones nuevas en seis años: Vivir es mucho más.

David Ponce


Illapu 2006: Alfredo Ulloa, José Luis Contreras y Raúl Acevedo arriba; Sydney Silva, Carlos Elgueta, Roberto Márquez y Cristián Márquez, abajo (foto: La Oreja).
Hay una razón por la cual Illapu parece una familia para Roberto Márquez. Una razón generacional: es la edad de los dos más recientes integrantes del conjunto chileno, Alfredo Ulloa y José Luis Contreras. "Podrían ser hijos míos. Tienen la edad de mi hijo y mi hija, 29 y 30 años", calcula Márquez, el histórico director del grupo iniciado en 1970 en Antofagasta. "Han traído una savia que se nota. Hoy día la media de edad de los Illapu es más baja con ellos dos. Así que a todos nos han rejuvenecido".

Es parte de la nueva versión de Illapu que toma cuerpo hoy con la edición de su más reciente disco, Vivir es mucho más, su lanzamiento en vivo este sábado 18 en el Teatro Caupolicán y una canción de igual título con la que el grupo alude a asuntos como la vida del ciudadano chileno medio y a la revolución de los secundarios. Reinstalados en nuestro país desde septiembre de 2005 tras una estada de dos años en México, Illapu vuelve a hablar del Chile de estos días en su música.

La nueva alineación del conjunto mezcla integrantes experimentados (Roberto Márquez, Raúl Acevedo y Carlos Elgueta), familiares (Cristián Márquez) y recientes (Sydney Silva, Alfredo Ulloa y José Luis Contreras), y en el disco figuran además como coautores de canciones varios músicos históricos del grupo, como Osvaldo Titi Torres, los hermanos Andrés y José Miguel Márquez y Nelly Lemus, además de Cecilia Echenique, que firma la letra del bolero "Qué manera". "Hay voces bien queridas para nosotros que han hecho que este disco sea muy especial", dice Roberto Márquez, que escribió a mediados de año la primera canción para el disco, "Vivir es mucho más".

–Tiene que haber sido después de las protestas secundarias, porque habla de la "rebelión de los cuadernos".
"Claro, fue en esa etapa que empezamos. Nunca habíamos grabado un disco tan rápido. Exceptuando los del comienzo. El primero, Música andina (1972), lo hicimos en una noche. Este disco va a ser homologable al De libertad y amor (1984), al …En estos días (1993), que son discos que tienen mucho cuento, mucha tripa nuestra, mucha energía".


Canciones para el rebaño endeudado


Vivir es mucho más, el nuevo disco.
Entre las razones por las que Roberto Márquez se felicita de su regreso a Chile están haber sido testigos de la revuelta estudiantil o la elección de Bachelet, asuntos que aparecen en canciones de Vivir es mucho más como "Caracola madre tierra", con letra de Nelly Lemus.

"Con la elección de la Michelle Bachelet hubo todo un cuento respecto de la mujer que yo siento que en muchos hombres es un discurso de la boca pa’ fuera. No se ha terminado de asumir lo que significa la sensibilidad de una mujer llevando los destinos de Chile, y no va a dejar de sorprendernos porque la mujer tiene una mirada distinta, y hay un cuento que tiene que ver con la mujer latinoamericana de mucha profundidad", dice, con gente como Rigoberta Manchú, Frida Kahlo, Violeta Parra, las abuelas de Plaza de Mayo o las mujeres asesinadas en Juárez entre los versos de la canción.

"En el disco la diversidad nuestra va desde el ‘Caracola madre tierra’, que es un ritmo mapuche, donde tocamos trutrucas de nuevo, hasta el bolero ‘Qué manera’, y ese tema también es de una mujer: Cecilia Echenique", compara. "En medio de eso damos una mirada al mundo indígena, retomamos los ritmos afroantillanos y latinoamericanos y hablamos de los desplazados, como lo que pasa en Chile con los peruanos, donde vemos que el discurso de hermandad y de ‘verás cómo quieren en Chile al amigo cuando es forastero’ queda en el puro discurso".

El libre mercado y la globalización son otros objetivos de las nuevas canciones de Illapu. "Es el mismo lobo vestido con otro ropaje. ¿Cómo le decíamos nosotros…?: es el mismo imperialismo", dice. "Pero que ahora tiene la nueva técnica a su servicio para disponer de un rebaño de mano de obra barata en el mundo. Y un rebaño absolutamente endeudado, porque en Chile se ha perfeccionado la fórmula de un modo tan descarnado que las deudas del papá pasan a los cabros chicos. Y borraron los sindicatos, hay quinientos compadres esperando tu puesto, así es que ponte un poquito saltón y se acabó tu pega".

–¿Y el público de Illapu es sensible a ese mensaje? ¿O también está endeudado con las cuotas del televisor?
"Yo creo que a todos les pasa, está hecho para que sea así. Pero lo único que no puedes perder es esa capacidad de ser reflexivos y críticos y de que en algún momento la chispa se te tiene que prender, y que por lo menos mis hijos se salgan de este proceso, en el que vivo para trabajar. Por eso decimos ‘Vivir es mucho más’. Porque la vida tendría que ser para disfrutarla".


La siguiente generación


Roberto Márquez: "México es una vitrina distinta. Pero no vale el esfuerzo" (foto: Andrés Piña).
Para Márquez ése es un problema afianzado sobre todo en Chile, tras su reciente experiencia mexicana. "México sufre lacras y desigualdades a lo mejor más grandes que Chile, pero el sábado o domingo la gente y las familias están en las calles, en los parques. Desde el que tiene hasta el que no tiene nada se las arreglan para disfrutar la vida. Y en Chile la gente trabaja de sol a sol, llega a la casa y qué hace: prende una televisión que lo único que busca es aturdirte para que estés listo para ir a la pega mañana. Que la gallada piense lo menos posible para que trabaje. Que el compadre sepa que si se atrasa tres meses en las deudas va a llegar a la cana, y entonces se mata trabajando".

–En el disco no falta nada. "Traidor corazón", que parecería una canción de amor, hasta menciona a la farándula.
"Exactamente. Pero es que la farándula al final para qué sirve: para que tú digas ‘No, en realidad no tengo tantos problemas: este compadre está más cagado que yo’. Y este compadre que tú admiras, porques es futbolista, porque es artista, porque tiene lo que tú no tienes, ‘oye, pero la pasa re mal, la comadre le pega en la nuca", y con esa cuestión te conforman al tipo que no tiene nada salvo sacarse la cresta para poder llevar el tren de vida que no es el de él: es un tren de vida basado en puras deudas".

–¿Pueden hacer esa comparación por experiencia propia?
"Yo lo viví. Con mi mujer hablábamos de lo que extrañamos de México, porque Chile para mí es muy potente, pero de México lo que extraño es el ocio, los espacios públicos de los que la gente no se priva por ningún motivo, y eso se ve en Colombia, en Argentina, en muchos países".

–¿Y por qué en Chile no? ¿Es una cuestión de idiosincrasia?
"Mira, yo creo que nos han ido llevando a eso. ¿Sabes cuándo yo viví ese disfrute? Y no quiero ir al plano político, pero me acuerdo cuando en el año ‘72, ‘73, nos vinimos a vivir a Santiago, íbamos a almorzar a (el edificio de) la Unctad (hoy edificio Diego Portales), y te ibas a ver libros, te juntabas con los amigos, estaba el Parque Forestal, iban músicos, escritores. Había una bohemia muy sana, además. No había el copetearse como hoy día, que los compadres se copetean para reventarse y como para olvidarse del mundo".

–¿Lo obvio es que en dictadura eso cambió?
"En dictadura empezó a cambiar. Se mantuvo esa solidaridad en los comedores infantiles, las bolsas de cesantes, la Vicaría de la Solidaridad, la Parroquia Universitaria, pero a la vez empezó la desconfianza de no saber si el del lado te podía sapear, en tu misma familia podía haber un informante de la Dina. Ahí yo creo que empezó el asunto de rascarse con las propias uñas y cerrar su espacio".

–Eso se asocia más a la transición y al modelo neoliberal
"Pero se incubó ahí y se potenció, desgraciadamente, con la llegada de la Concertación. Y siento que la frustración de la gallada fue muy potente también. Claro, recuperaste la democracia, pero era la justicia en la medida de lo posible, y había toda una componenda, y si planteabas ciertas cosas había movimientos en las tropas y Pinochet prácticamente seguía mandando. Y frente a eso la Concertación utilizó este modelo de libre mercado implementado en la dictadura. Después de haberse repartido el botín de las empresas que eran del Estado la derecha no tiene moral para criticar el caso de Chiledeportes, pero yo lo critico absolutamente, y ojalá que Michelle Bachelet sea muy dura, porque el nivel de frustración va a ser muy potente si no se sacude todo eso".

–¿Pero la gente de hoy es la misma que estaba frustrada en los ‘90? ¿No es ya otra generación?
"Yo creo que los estudiantes mostraron que hay otra generación y se sacudieron todas las mochilas que traemos los viejos. Es cierto: mostraron un camino distinto, sobre todo los secundarios. Y todas estas componendas (de corrupción) pueden jugar en contra de esta riqueza que había creado con el movimiento estudiantil. Es un balde de agua fría".


Recuerdos de Eric Maluenda


Roberto Márquez y Carlos Elgueta en vivo, dos integrantes de antigua data (foto: Christian Castro).
–Pero Illapu ha tenido una postura de izquierda, identificada más con las candidaturas del Partido Comunista, por ejemplo. ¿Igual te interesa la Concertación?
"Mira, es que los Illapu somos un grupo con una mirada progresista de la sociedad. Y hay una enorme diversidad. Yo soy un tipo mucho más cercano al Partido Comunista, pero en eso no soy, como muchos dicen, hegemónico, ni es que Roberto Márquez es el que lleva el cuento. Si fuera por eso los Illapu tendrían que ser todos comunistas antes de entrar al grupo".

–¿Eres comunista militante?
"No soy militante, pero estoy muy cercano, yo era muy amigo de la Gladys (Marín), he hecho muchas cosas con ellos y en la última elección me jugué por Hirsch. Sentí que había un referente distinto, por primera vez los comunistas fueron considerados en la televisión. En la última elección, y qué bueno que los Illapu estábamos aquí, esa diversidad se mostró. Desgraciadamente con esto que se llama el (sistema) binominal se frustró todo eso, pero por lo menos hubo opiniones diferentes en la televisión. Al interior del grupo soy muy respetuoso de esa diversidad. Frente a todo lo que se ha mentido lo único que podemos anteponer es nuestro trabajo y mostrar lo que somos".

–¿Se ha mentido sobre Illapu, sobre esa hegemonía que dices?
"Se ha mentido en todos los sentidos. Incluso nos dieron hasta por disueltos. Los Illapu no hemos dejado un día de trabajar. Y de repente hemos estado en conflictos muy jodidos, se ha ido un tipo a dos semanas de un concierto, pero nos hemos sacado la mugre y no hemos dejado de cumplir los compromisos. Y si agarras los diarios en Chile nos han dado por disueltos no sé cuántas veces. Esa es una mentira gratuita, pero la asumo como un deporte nuestro que es el chaqueteo".

–¿Pero es tan mentira lo de la hegemonía? A lo mejor no es la palabra, pero ¿una mano dura permite una cohesión en el grupo?
"Mira, lo que pasa es que cualquier colectivo tiene que tener dirección. Eso sí. Y eso no lo niego: yo dirijo al grupo. Nadie quiso asumir del todo una cuestión que es muy jodida: administrar y llevar cuentas no tiene mucho que ver con el espíritu de un músico".


Illapu en 1986, años de exilio en México: Eric Maluenda y Roberto Márquez en primer plano (foto: archivo El Mercurio).
–¿La disputa con Eric Maluenda fue especialmente dolorosa?
"Claro, y eso tiene que ver con la prensa. Lo que debimos haber hecho, y ni Eric ni yo nos dimos cuenta, es resolver en una conversación nuestro conflictos", dice: Eric Maluenda es uno de los históricos integrantes de Illapu, que se desvinculó del grupo en 2003 cuando partieron a México, se integró al conjunto de música andina Arak Pacha y murió el año pasado.

"Nosotros tomamos la decisión de irnos y Eric no quiso irse a México, y eso es muy respetable y ha pasado siempre", dice Márquez, y cita el traslado de Illapu desde Francia a México en 1986, cuando sus hermanos Jaime, Andrés, José Miguel y Juan Carlos Márquez salieron del grupo y sólo lo acompañaron Raúl Acevedo y el propio Eric Maluenda.

"Llegamos a un país que no conocíamos, a empezar de nuevo: qué más conflicto que ése", compara. "De hecho, Eric se mete a los Arak Pacha, sigue con su cuento musical, rico, qué bueno, y eso la prensa ni siquiera lo toma en cuenta. Han sido muy irrepetuosos con un grupo como Arak Pacha. Él se había ido antes, los Illapu estábamos en México y tuvimos los conflictos que tuvimos, que son inherentes a un grupo que tiene más de treinta años. Es imposible que en treinta años no haya diferencias en un grupo".

–Lo que trascendió por la prensa fue que cuestionaste que Eric Maluenda acudiera al entonces alcalde de Santiago, Joaquín Lavín, por sus problemas económicos.
"Claro. Fue una tontera, porque debí haberme juntado con él. (Fue ) una amistad de tantos años, el recuerdo que tengo de él es el mejor, un tipo que se jugó por nosotros, vivió todo el proceso cuando fuimos famosos, entre comillas, en Chile a partir del ‘93, pero también nos mamamos todos los malos momentos, toda la dictadura, estar prohibidos en todos lados, que nos expulsaran de Chile (en 1981)".

–¿Y no te duele cómo terminó esa amistad?
"No. Yo estoy tranquilo. Vivimos cosas muy potentes y lo que pasó al final no las empaña para nada. Su salud se resintió. A lo mejor por eso tomó la decisión de no seguir patiperreando. O sea, a México nosotros íbamos a patiperrear de nuevo: hacer de nuevo la cola, ir a golpear puertas, ir de nuevo a hacer promoción. Eso mismo que hicimos en los años ‘90 aquí en Chile".


México ida y vuelta y lo que está sembrado


El grupo durante su atuación en el Festival de Viña de este año (foto: Cristian Soto).
–¿Fue una buena decisión ir a México? ¿Cómo lo evalúas ahora?
"Fue bueno. Siempre es bueno llevar adelante los desafíos que te planteas, porque si no te quedas con una frustración. Cuando sea viejo no voy a tener que decir "Cómo no nos fuimos a México cuando estaba todo dado y a lo mejor…". No: nos fuimos, lo vivimos a concho y lo que está sembrado en México está sembrado. Podemos seguir trabajando desde Chile. ¿Cuántos chilenos han hecho (conciertos) en el Teatro Metropolitan? La Ley. Nosotros lo hemos repletado. Hemos tocado en el Auditorio Nacional, en el Zócalo, en grandes salas, en giras".

–¿Por qué tomaron la decisión de volver a Chile?
"Por la tripas. Por los sentimientos que tienen que ver con lo más profundo de los Illapu. Nuestra razón más profunda de cantar está acá. Me encanta México, lo pasamos muy bien también allá, pero en Chile no necesito intelectualmente comprometerme: me comprometo desde las tripas. Aquí cualquier cosa que pase me hace tomar partido. Y eso hace que la canción tenga razón de ser. Es lo que dicen, que lo más potente de uno es ser fiel reflejo de su aldea. Y ésta es la aldea nuestra. Tratamos de hacerlo desde México, pero el capital humano, la llegada y lo que te entrega la gente en Chile no lo tienes en ningún lado".

–Como dices, era ir a aperrar a México. ¿Era más trabajo, era más complicado de lo que pensaron?
"Es que es es complicado en cualquier lugar. Argentina, Perú, Bolivia, Brasil, Colombia, México, son países que quieren lo de ellos, y si quieres ir a meterte en ese mercado tienes que pelear para que te den el lugar. Que es la diferencia con Chile. El Álvaro Henríquez, que ha hecho lo que ha hecho, el Jorge González, en Argentina o en México ya tendrían estatuas. Mira lo que es el Charly (García) en Argentina, con todas las que se ha mandado. Esa es la diferencia con un artista que nace en Chile".

–Tal vez la pregunta es al revés: ¿por qué pensaron que era buena idea irse a México, sabiendo que tenían que ir a hacer la cola, como dices?
"Porque sentíamos y sentimos que desde México te puedes proyectar más fuerte en América Latina. Nosotros no habíamos ido nunca a Colombia, y en los dos últimos años hemos ido cuatro veces, estamos ad portas de ir a El Salvador, a Nicaragua, a Venezuela. Es una vitrina distinta. Pero no vale el esfuerzo. No vale la pérdida que tenemos. En la balanza México es un lugar donde tienes mejor proyección, a lo mejor te vas a sacar la cresta por dos años antes de que empiece a funcionar, pero no vale la pena perder la conexión que tenemos en Chile, que no la tenemos en ningún otro lado. Y el disco está absolutamente permeado por esto. Pero es increíble lo fuerte que le pegan las canciones nuestras a gente que nos escribe desde Colombia, Ecuador, Perú, México. La revolución de los cuadernos fue acá, pero te das cuenta de que en el resto de América Latina es el mismo referente".

–¿Pero este disco no es más para Chile que para otros países? Las trancas son chilenas, no mexicanas, decías tú. ¿Chile es un país más enfermo de la cabeza en ese sentido?
"Pero espérate: el modelo chileno se está vendiendo para el resto de América Latina. Y eso es lo peligroso. Porque además Chile vende cifras macroeconómicas de mucho éxito, y viene alguien de Perú, de Ecuador, y sienten que es como estar en Europa".

–¿Y este disco es el lado B?
"El precio que tiene es que vivan como vivimos los chilenos. Y por eso es tan importante decir que de Chile tú miras lo bonito, pero nunca te muestran el lado B. La farmacia es es tremendo negocio en Chile, y eso es por cómo nos tienen a los chilenos. Hay que ser capaz de despercudirse de eso, porque a pesar de que te hablaron del fin de la historia, los cambios son permanentes".

–¿Este es un disco globalizable entonces: para exportar el lado B de Chile?
"Y eso es lo que hacemos. En México en nuestras entrevistas hablamos de eso. La canción sigue siendo un vehículo de reflexión. Cantar, pararnos arriba del escenario nos encanta, pero la posibilidad de plantear cosas, de dejar una semilla que empiece a germinar, eso es lo más rico que tiene este cuento".

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