ROMA.- Ningún otro escritor de éxito escribe libros tan refinados y tortuosos como Umberto Eco. Novelas policiales plenas de suspenso y a la vez cargadas de profundidad, ocurrencia y referencias histórico-culturales.
Este autor italiano se burla de la división tradicional entre literatura de entretenimiento y seria, algo que no es bien visto por todos. Por ejemplo no está entre los favoritos al Nobel pese a que a sus 75 años -que cumple el 5 de enero- es uno de los más importantes autores de nuestro tiempo.
"El nombre de la rosa" ha vendido más de 15 millones de ejemplares en todo el mundo, con una historia que combina un "thriller" de monasterio con el acercamiento al lector a la mentalidad de la Edad Media.
Ya sea en "El péndulo de Foucault" (1988), "La isla del día de antes" (1994) o "Baudolino" (2001), Eco combina de forma magnífica las tramas con una ironía refrescante y lleva a sus héroes por laberintos de pensamiento filofósicos y científicos, todo ello combinado con "flash-backs", sueños y fantasmas mentales.
Nada es lo que parece. Página a página hace que el lector vaya desvelando los secretos; todo está construido de manera meticulosa, nada queda al azar. Pero pese a ello Eco permanece humilde. "Un narrador no puede inventar nada superior al drama y la comedia de la realidad", afirma este profesor universitario.
"Cuanto más investigamos la historia, nos topamos con más situaciones increíbles, que inspiran novelas. Incluso la mente más creativa no podría imaginarse algo así", asegura. Eco reconoce públicamente que en su épico libro "Baudolino", que transcurre en la Edad Media, se atiene en la descripción del rey Barbarossa y su mujer de forma bastante exacta a las fuentes históricas, en un rasgo de sinceridad que no suele ser habitual entre los escritores.
Todo eso pese a que Eco no es en su origen un escritor de ficción, sino un investigador. Hijo de un librero de la localidad de Alessandria, en el norte de Italia, estudió filosofía en Turín, trabajó en los medios y editoriales y en 1971 se convirtió en profesor de semiótica. Ha sido profesor invitado en Brasil, Estados Unidos y Argentina y es doctor honoris causa en más de 25 universidades.
El que tal vez sea el intelectual italiano más famoso es también uno de los más productivos, pues ha escrito decenas de obras científicas y también columnas en los periódicos.
Casado con una alemana, la capacidad de Eco para las apariciones públicas y el hecho de haber popularizado ciertos temas le han valido la calificación un tanto maliciosa de "Pavarotti de la semiótica".
"Nadie me cree cuando digo que al escribir novelas no pienso en la teoría", afirma este autor de bestsellers que en su vivienda de Milán tiene una biblioteca con más de 20.000 libros. "Y es como en una película de Hitchcock. Con un buen comienzo, la historia fluye por sí misma. La novela se escribe sola", afirma.
Esto es difícil de creer cuando la fascinación por la literatura de Eco se basa en la plenitud de citas, alusiones irónicas y a fuentes históricas. Para algunos críticos, esto equivale a una especie de "búsqueda del tesoro erudita", pero sus lectores adoran precisamente esto y se sienten cómplices de un juego de ingenio.