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Toda la fuerza del rock

08 de Enero de 2007 | 00:00 |
David Ponce / Iñigo Díaz


Lo más rockero de la cumbre rockera. Una guitarra eléctrica y ya. Jorge González sorprendió con su set de canciones desnudas y arrolladoras (foto: El Mercurio).

Entre todos los discursos, proclamaciones y ceacheís pronunciados por un siempre exaltado Sergio Lagos como animador de la Cumbre del Rock Chileno en el Estadio Nacional, hubo uno muy cierto: "Nunca más podrán decir que el rock chileno no tiene apoyo".

Se refería a apoyo popular: ante el estadio Nacional copado en buena parte de la cancha y las graderías con unas 35 mil personas que llegaron al festival, los nombres más exitosos del rock chileno unieron fuerzas en una muestra no sólo de música, sino de poder. Con 38 grupos y solistas en el programa y una organización tan ambiciosa como lograda, la Cumbre del Rock Chileno confirmó que esta música tiene un lugar relevante entre el gusto del público.


Zapping en vivo

Los inicios del concierto, cuando antes de la cinco de la tarde el sol azotaba la cancha a medio llenar del estadio, fueron minutos disponibles para el joven rock de autor de Leo Quinteros, el pop melancólico de Golem, el rock de escuela inglesa de Casino o el pop de tintes góticos de Monik. Más tarde, el sonido punk de Los Miserables, un bloque rockero con los muy solventes Fahrenheit y con los históricos Dorso y Panzer, y otro hardcore con Los Mox! y Gufi evidenciaron la buena producción del festival.

Un impecable sistema de sonido pasó la prueba de la amplificación de bandas metaleras sin que el sonido perdiera fidelidad alguna. La coordinación sin fallas entre los dos escenarios paralelos fue otro de los aciertos: ver a los grupos de La Cumbre del Rock era tan sencillo como cambiar de una radio a otra, sin segundos gastados en montaje de equipos ni instrumentos, y ese zapping fue la mejor solución para el problema de hacer caber a tantos números en una sola tarde.


Rock chileno para las masas

Luego fue el turno de músicos pop como De Saloon y los solistas Gonzalo Yáñez, Francisco González y Anita Tijoux, que sólo tuvo espacio para una canción, su reciente single "Ya no fue". C-Funk hizo una muestra de su estilo funk entre su disco solista Joya (2006) y un éxito de Los Tetas como "Cha cha cha", y Difuntos Correa foguearon para las masas su reciente single "Mujer azul" y su popular sonido de rock latino que hasta emplearon en una versión del himno nacional de los mismísimos Eusebio Lillo y Ramón Carnicer.

Tiro de Gracia, Quique Neira y Sinergia prendieron por primera vez al estadio completo al son del hip-hop, el reggae y el metal pájaro chileno. Con Sinergia en particular no hay caso: donde vayan, la rompen. Es una banda de la primera línea representativa del rock chileno de hoy. Bastó que tocaran unos compases para que el público se aglomerara a presión sobre las cercanías del escenario y coreara a gritos hits como "Te enojai por todo", "Mi señora" y "Todos me deben plata". Luego, Saiko puso en juego su estilo pop melódico y también mediático, con el vistoso beso que la cantante Denisse Malebrán propinó al guitarrista Luciano Rojas, a modo de "un regalito para la prensa".


Aguaturbia y Humedad: años de historia

Aguaturbia llegó a poner en juego blues-rock a la manera clásica, con el guitarrista Carlos Corales en su verdadera salsa: fuera del estudio de grabación y dentro del escenario. Rayén Araya, la conductora central del festival, llamó a la cantante Denise la "reina madre del rock chileno", y Sergio Lagos fue un poco más allá: "de no haber sido por ellos, no estaríamos contando esta historia".

Otro pedazo entrañable de historia fue el que trajo Congreso con canciones de su señera carrera dedicada a la fusión del rock con la música latinoamericana. Javiera & los Imposibles, con la cantante Javiera Parra de vuelta al escenario días después de haber sido madre, impusieron su oficio y pusieron a sonar una de las mejores canciones del festival, "Humedad". Y Claudio Narea, prisionero frenético, hizo el set más rockandrollero de la jornada, con canciones propias y de sus dos bandas, entre "Muévete, retuércete" y "Lo estamos pasando muy bien".


Valija Forzosa o Aterrizaje Diplomático: recuerdos de los ''''''''80

Un segmento de rock de los ''''''''80 funcionó como un registro histórico de varios grupos de esa década. Emociones Clandestinas tuvieron sólo tres minutos y fracción para tocar, y su única canción fue la menos chilena y más "británica" de toda la Cumbre. Obvio: "El nuevo baile". El estadio completo bailó. Viena sólo cuenta con uno de sus cuatro integrantes originales, el cantante y compositor Claudio Millán, que cantó "Niña engreída" y sonó muy cercano a su carácter ochentero, y Upa! tuvo más repertorio que echar al ruedo, con canciones como "Sueldos", "Ella llora" y "Cuando vuelvas".

Los dos siguientes grupos pudieron ser Valija Forzosa o Aterrizaje Diplomático: fue una mezcla de Aterrizaje Forzoso y Valija Diplomática, con el bajista Germán Céspedes cantando "Sólo un sueño" y Alejandro Cappeletti en "Mi vida vale más". Y con Sexual Democracia, en rigor, el set perteneció a Miguel Barriga, más conocido como El Miguel Sexual Democracia. Hizo brincos y carreras por la pista y levantó al público con canciones muy populares y un final de taberna: "¡Viva el rock chileno conchetumare!".


La actualidad de Los Bunkers

Los Bunkers fueron un violento y relevante regreso a la actualidad. El grupo penquista sumó la audiencia del Estadio Nacional a los públicos de masas para los que se habituaron a actuar todo el año pasado en escenarios mexicanos, y demostraron su solidez con un repertorio implacable hecho de éxitos como "Ven aquí", "Llueve sobre la ciudad", "No me hables de sufrir", "La culpa" y "Miño". "Aprovechamos de mandar un saludo a toda la gente que vino de regiones", se tomó el tiempo para saludar el guitarrista Mauricio Durán.

Luego, Nicole apeló sobre todo a sus éxitos de los ''''''''90, como "Despiértame" o "Dame luz", guitarra en mano y con una de las mejores voces del festival. Por alguna extraña razón sus canciones no prenden en el público, ni siquiera la más conocida, "Dame luz". Pero la cantante sorprendió con su actitud rockera y excelente sonido, y terminó con una versión a quinteto junto a Javiera Parra, Juanita Parra, una sorprendente Denise y Monik para "Maldigo del alto cielo", de Violeta Parra.


Jorge González: la cumbre de la cumbre

Llegó sólo con una guitarra eléctrica y empezó a cantar. "Paramar" y "Tren al sur" fueron las primeras, de entrada, desnudas, y no hizo falta más. A veces Jorge González hasta dejó de tocar la guitarra e incluso de cantar, porque para eso estaba todo un estadio: para cantar con él y armar el mejor momento del festival.

"Estaba esperando al bajista y al baterista, pero no llegaron. Así son", dijo. "En realidad la mayoría de mis canciones las he hecho con la batería, así que traje una caset", agregó, y entonces fue hacia atrás y puso a sonar una base de ritmo tecnopop y hiphopero tan simple como elegante para tocar "Corazones rotos" y luego "Sudamerican rockers".

De vuelta a la pura guitarra, cantó "Fe", de su primer disco como solista. "Es una canción que me gusta mucho porque me acuerdo de que se rieron de mí. En ese tiempo estaba de moda el grunge y yo me puse a escuchar Los Ángeles Negros", dijo. Fue la última de su actuación, que dejó al público pidiendo más. Con el aval de un grupo tan popular como Los Prisioneros y su propio carisma arrollador, Jorge González se desmarcó de toda la Cumbre para fijar sus propias reglas y, como cada vez que sube a un escenario, dejó claro que es un músico chileno indispensable.


La Cumbre del Rock Chileno que Suena en la Radio

Con Los Jaivas, uno de los nombres estelares de la jornada, es conmovedor asistir al modo en que la unión hace la fuerza. Muere un Jaiva y suben a nacer otros tres a tomar su puesto. Si antes Gato Alquinta en "Pregón para iluminarse" tocaba la melodía en flauta, cantaba y tocaba la guitarra, ahora la flauta la toca Francisco Bosco, el solo de guitarra lo hace Ankatu Alquinta y la voz es tarea de Carlos Cabezas González.

Lo mismo pasa en "Mira niñita" y en todas las canciones. Las voces principales también son asumidas por el bajista Mario Mutis, con una fidelidad a toda prueba al sonido de la melodía y los instrumentos de Los Jaivas. Lucybell y Chancho en Piedra, cada uno en registros distintos, cosecharon algunas de las máximas muestras de popularidad, y Los Tres, ya pasada la medianoche, salieron a tocar "La torre de Babel" y "Camino", melodías animadas de ayer y de hoy, de sus discos Fome (1997) y Hágalo usted mismo (2006), además de su imborrable nueva canción "Cerrar y abrir" y un tributo a sus fuentes con cuecas como "La vida que yo hey pasao" y "Quién es la que viene allí", de Roberto Parra Sandoval.

El mismo Álvaro Henríquez acostumbraba a citar en los conciertos de Los Tres una de las célebres muletillas de Antonio Vodanovic en su empleo de animador del Festival de Viña: "Toda la fuerza del rock", decía Antonio, y ése es el mejor resumen para La Cumbre del Rock Chileno. Si Arjona viene a Chile y llena cinco Arena Santiago y un estadio Regional de Antofagasta, sí existe la tentación nacionalista de oponer esta cumbre como una respuesta de la música chilena.

El nombre de este festival suena bien, aunque en realidad es equívoco: ésta fue La Cumbre del Rock Chileno que Suena en la Radio. Pero ésa es su fortaleza. Toda una generación de nuevos músicos iniciados desde el 2000 en adelante no fue incluida, porque es el rock chileno más representativo, como era el propósito de la cumbre, el capaz de apelar a esta audiencia. Aun dentro de esa lógica hubo algunos ausentes –Joe Vasconcellos, Gondwana, Weichafe y Papanegro, entre otros–, sin contar a los que viven y suenan al margen de los medios –Fiskales Ad Hok o Lafloripondio, para empezar– pero el pianista de Los Jaivas, Claudio Parra, tal dejó planteada la respuesta sobre el escenario, con el Nacional por testigo: "Ojalá que (la Cumbre) se transforme en una tradición que se cumpla todos los años".
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