Su nombre está asociado a la polémica y, en Chile, particularmente a unas licuadoras. Pero no a cualesquiera, sino a, tal vez, las más célebres que se puedan recordar: unas con unos peces de colores nadando en su interior.
Marco Evaristti, el autor de esa muestra que admiró a muchos y enojó a otros tantos en 2000, está de regreso con la exposición "Triángulo de amor", que este jueves se inaugura en la Galería Animal. Sin embargo, ya ha motivado encontradas reacciones.
¿La razón? Obras como un cúmulo de propio excremento enchapado en oro y diamantes, o albondigas hechas con su misma grasa, que serán servidas a modo de hostia a una serie de personalidades, en una réplica de la última cena que se realizará este jueves. Claro que el final es abierto. Cada uno verá si se come o no las albóndigas. Al menos Evaristti lo hará. "Son riquísimas", asegura.
Se ha presentado esta muestra y a ti mismo como provocativos. ¿Es tu intención provocar?
No, es más confrontar, hacer un diálogo entre la sociedad y mi trabajo. Es como un espejo que pongo a la sociedad para que se refleje a sí misma y haya un diálogo intelectual con ella.
Sin embargo, a veces tus obras han despertado cierto rechazo. ¿Ésa es también una forma de remoción de conciencia o es un efecto no deseado?
No, yo pienso que es una cosa más moral del espectador. Porque, ¿cómo puedes rechazar diez peces de colores en una licuadora, cuando has vivido en una sociedad que, metafóricamente, ha matado a miles? Y nadie dice nada, pero al poner diez peces en una licuadora se enfurecen. Incluso no se enfurecen al poner limón en una ostra viva, o cocinar una jaiba viva por diez minutos. Esta pregunta tiene por respuesta otra pregunta: ¿Cuál es la conciencia del ser humano al hacer ese tipo de comentarios estúpidos? ¿Cómo rechazas ese tipo de obras cuando no rechazas lo que realmente está destrozando a la sociedad?
En otras muestras, partiendo por la de los peces, las obras han logrado adquirir cierta independencia respecto del autor, sin embargo ahora va a estar tu grasa, tu excremento e incluso tu cara, en algunas fotos. ¿Por qué te involucraste más ahora?
No es algo nuevo, lo he usado anteriormente. He hecho pinturas con mi semen, con mi sangre, y ahora las albóndigas. Algunas veces es necesario usarse a sí mismo para poder hacer un diálogo intelectual entre el espectador y la obra.
Tras tu experiencia con la muestra de los peces y la expectativa que se ha generado ahora, ¿qué respuesta esperas del público?
Creo que lo dividiré en dos grupos, como siempre pasa: los que van a aceptar la obra, porque la entienden de una forma más intelectual, y los que van a rechazarla, porque son más moralistas, que van a hacer una reflexión de ellos mismos, y al verse de una manera negativa van a pensar que la obra es asquerosa.