SANTIAGO.- En una tarde que tuvo más de juego y anécdota que de desorden, la Pequeña Gigante continuó su recorrido por el centro de Santiago en busca del rinoceronte perdido.
La muñeca, que ya duerme en una cama a su medida en la Plaza de Armas, reanudó su recorrido a las 17:50 horas de hoy tras dormir una siesta en la plaza Fray Andresito, en Recoleta. Al despertar, la Pequeña Gigante no pudo contenerse y se hizo pipí al levantarse de su silla para ponerse a caminar. El curioso hecho llamó la atención de todos, pero la muñeca hizo como si nada y marchó a paso firme.
Desde ahí caminó unas cuadras para luego subir a un viejo automóvil Peugeot, en el cual recorrió las calles Avenida Recoleta y Diagonal Cervantes.
En ese lugar, siempre rodeada de cientos de personas, la Pequeña decidió volver a la plaza Prats, donde despertó esta mañana, para darse el tiempo de jugar con los niños. Dada su estatura, aprovechó sus grandes brazos para columpiar a los menores.
Luego, subió a un monopatín, y equipada con un casco y lentes, de dirigió por la calle Diagonal Cervantes hasta la Plaza de Armas, donde se habían congregado desde temprano otra multitud expectante.
Cuando la gigante llegó al lugar, todo fue espectáculo. Primero, porque fue recibida con una ovación, como si se tratara de una estrella de rock. La multitud enfervorizada (y paciente) tuvo su recompensa.
Antes de dormir, la Pequeña decidió brindar unos pasos de baile. La compañía Royal de Luxe había decidido cambiar la grúa que la acompañó en el recorrido por una de mayor tamaño. Así es que, como si estuviera flotando al ritmo de la música, la muñeca fue elevada varias veces para que todos pudieran verla.
Luego del show, los liliputienses que la acompañan le pusieron un pijama y la ayudaron a acostarse en una enorme cama, donde se quedó dormida.
Carabineros esta vez dispuso nuevas medidas para evitar que la ansiedad de los espectadores impida el adecuado desplazamiento de la muñeca. Así, cordones humanos y simples cuerdas intentaron delimitar un camino por el que se desplazó la muñeca, las que en un primer momento resultaron absolutamente insuficientes para controlar a la multitud.
El calor de la tarde, además, hizo que esta vez la espera por ver en pie a la Pequeña Gigante fuera algo más ingrata: algunos desmayos y principios de asfixia se registraron entre algunos de los presentes.
A la Plaza de Armas, en tanto, llegaron miles de personas desde tempranas horas. Tanto fue el tumulto, que las salidas del metro colapsaron y el desplazamiento fue prácticamente imposible.
La monumental marioneta pasará la noche en el lugar, y podrá seguir siendo visitada por quienes quieran verla dormir. Mañana se levantará a eso de las 10:30 hrs. y se bañará antes de seguir en busca del rinoceronte, que volcó varios automóviles en el céntrico lugar.