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Juliette Gréco cumple 80 años

La llamada "musa negra" y la "gran dama de la chanson", amor de Miles Davis, voz del existencialismo y última diva de la canción francesa sigue vigente.

05 de Febrero de 2007 | 16:16 | DPA
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El magnetismo de la canción francesa de mediados del siglo XX. La Greco sigue cantando hoy día, a los 80 años.

El Mercurio

París.- Es la última gran "chansonnette" de Francia, poética y resuelta, elegante y juguetona. La melancolía en sus ojos oscuros, el rostro pálido rodeado de una impresionante cabellera negra, pantalones estrechos y un pullover negro. Así se ve a Juliette Gréco, a los 20 años, en una foto casual tomada delante de la iglesia de Saint Germain des Prés.

Tras la guerra, esa foto convertiría a la cantante en figura simbólica de la juventud rebelde en una París liberada. Luego, como "grande dame de la chanson", se convirtió en una seña de identidad.

La "musa negra" de los intelectuales de la orilla izquierda del Sena celebra este miércoles 7 de febrero sus 80 años. En su álbum más reciente, Le temps d’une chanson, por primera vez la acompaña una orquesta de jazz. Sigue ofreciendo conciertos y habla pestes de los extremistas de derecha de Jean-Marie Le Pen, con tanta energía como siempre.

Cancionista existencialista

"Sólo soy un pequeño granito de arena", dijo en una ocasión. "Y a la chanson llegué de pura casualidad, como un pájaro se posa en una rama". Las turbulencias posteriores a la guerra mundial fueron su trampolín. "¿Cómo es la cosa, Gréco, cantará ahora?", le preguntaba Jean-Paul Sartre a la francesa de Montpellier, que se había sumado al grupo existencialista.

También Albert Camus y Francois Mauriac escribieron canciones para ella. Y la Gréco salió así de los ahumados sótanos de los existencialistas a la verdadera luz de las candilejas. Muy pronto canciones como "Si tu t’imagines", "L’Eternel féminin" y "Déshabillez-moi" recorrieron el mundo.

La menuda diva de la chanson y leyenda viviente, que subraya cada canción con su singular gestualidad corporal y sobre todo con las manos, tuvo una vida difícil. Su tendencia a la melancolía proviene seguramente de su complicada infancia, que describió abiertamente en su autobiografía "Jujube" (1983). A su padre, un comisario de la policía corsa, apenas lo conoció. Su madre, que participó en la resistencia y fue deportada por la Gestapo, "no me quería", escribió la artista.

La voz contra la adversidad

Cuando en los años 50 su fama decayó un poco, Juliette Gréco participó en algunas películas, hasta el primero de una serie de "comebacks" en 1957. Dos años después, fue la primera cantante francesa en actuar en la Alemania de postguerra. Los altibajos en su carrera se corresponden con su tormentosa vida privada.

Primero estuvo casada con el actor Philippe Lemaire. Luego, entre 1966 y 1977, con Michel Piccoli. Entre sus amores figura el legendario trompetista de jazz Miles Davis. "Se puede decir que aquello fue amor a primera vista". A pesar de que Miles no hablaba una palabra de francés y ella nada de inglés, "nos entendimos muy bien".

En los años 90, su triunfal regreso fue impulsado sobre todo por el pianista Gérard Jouannest. Con su acompañante musical de años, se casó en 1988. El Saint German des Prés de Gréco y los existencialistas ya quedó en el pasado desde hace tiempo. La cantante vive en una granja cerca de París.

Un infarto sobre el escenario le mostró en mayo de 2001 los límites de su energía. Sus canciones (grabó unos 50 discos) siguen entusiasmando y fascinando.

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