BERLÍN.- Con un personalísimo y nostálgico documental sobre Cuba, "El telón de azúcar," narrado en primera persona por Camila Guzmán Urzúa, y "A casa de Alice", un fresco retrato familiar de una familia trabajadora en Sao Paulo, obra del brasileño Chico Texeira, se coronó anoche la aplaudida presencia del cine latinoamericano en la Berlinale.
"A casa de Alice" (La casa de Alice), en la sección de Panorama, es una firme candidata a llevarse el premio del público, a juzgar por los aplausos cosechados en una sala llena hasta la bandera, sobre todo por la protagonista Carla Ribas.
A base de pinceladas naturalistas, sin aspavientos, el documentalista Texeira nos describe una familia urbana, en torno a una mujer, Alice, "que tiene más poder en sus manos del que cree, pero se cree atrapada en ese entorno familiar", explicó el realizador a Efe.
No falta ningún ingrediente de un hogar machista: Alice tiene que lidiar con un hombre que la engaña a la más mínima y tres hijos mayores, egoístas a más no poder.
El lento proceso de ceguera que comienza a padecer la abuela, cuidadora silenciosa de esta tropa y a la que no se le pasa nada por alto, fue el tema de inspiración de Texeira: "Más que la pérdida de visión, quería mostrar los sentimientos que le acompañan", agrega.
"A casa de Alice," que se estrenará en junio en Brasil, pone la guinda a la presencia del cine de este país en la Berlinale con "O ano em que meus pais saíram de férias" (El año en que mis padres salieron de vacaciones), de Cao Hamburger -en competición-, "Deserto Feliz" de Paulo Caldas y "Antonia" de Tata Amaral.
El esclarecedor documental sobre la revolución cubana a través de los ojos de quienes crecieron en ella como Camila Guzmán Urzúa, clausuró anoche la sección de Forum, dedicada al cine innovador, y puso punto final a la presencia latinoamericana en el 57 Festival de Cine de Berlín.
Esta chilena que a la edad de dos años tuvo que exiliarse con sus padres y fueron acogidos en Cuba, donde vivió hasta los 18, explicó a Efe que este documental fue una "necesidad absoluta de recuperar mi infancia y guardarla en una cajita".
"El telón de azúcar" es una intimísima reflexión de su realizadora que si no chocó con el sistema "es porque me fui y conservé el recuerdo de algo que quizás nunca existió", pero que está convencida de que "pese a los errores, fue una experiencia muy positiva para un niño".
Desde ese entusiasmo infantil sufre un proceso de maduración que nos devuelve en este documental coproducido por Francia, España y Cuba, todas las contradicciones del país que dejó a los 18 años.