LONDRES.- Una carta hasta ahora inédita dirigida por Richard Wagner a una firma de moda de Milán apunta a la posible afición fetichista a las prendas femeninas del compositor.
En la carta, aparecida en la publicación "The Wagner Journal", el músico da toda suerte de detalles sobre un vestido que le gustaría que le confeccionaran y que supuestamente era para su esposa, Cósima.
"El corpiño deberá tener cuello alto, de encaje y con cintas, las mangas deben ser ajustadas, y el vestido llevará volantes abultados, del mismo material de satén- será muy amplio y con cola- y el jubón tendrá un lazo detrás como el de delante", escribe Wagner, quien rechaza además el empleo de alfileres para abrochar las prendas.
Según Barry Millington, codirector del "Wagner Journal", citado hoy en el diario "The Guardian", la carta, que data de enero de 1874 y se guarda en una colección privada de Estados Unidos, "alienta la teoría de que el compositor mostraba ciertas tendencias de travesti".
Como mínimo indica un interés muy detallado, si no fetichista, en las minucias de la ropa femenina, señala Millington, según el cual el compositor de "Tannhauser" tenía "un lado femenino muy pronunciado".
"Está, por ejemplo, su necesidad de llevar ropa interior de seda y satén, evidentemente porque sufría erisipela", explica el experto.
Ya en vida del compositor circularon rumores sobre ese tipo de aficiones, y así su discípulo Hans von Wolzogen contaba que en cierta ocasión Wagner se presentó vestido con una chaqueta de mujer.
También circuló una anécdota según la cual el músico huyó de sus acreedores vieneses en 1864 vestido con prendas femeninas.
Detallista
En otra carta al modisto del matrimonio, fechada en noviembre de 1869, Wagner encarga "un traje de satén negro que pueda llevarse tanto en la calle, con o sin "cazavoika", como en casa a modo de combinación."
Wagner define la "cazavoika" como una "polonesa" o vestido de mujer consistente en un corpiño ajustado y una falda abierta desde la cintura de forma que deje ver unas enaguas con muchos adornos.
Pese a ser un diario muy completo, Cósima nunca mencionó en él la llegada de tales prendas, lo que hace pensar a muchos, según escribe Stesard Spencer, en el "Wagner Journal" que tal vez el compositor hizo los encargos para sí mismo.
En 1877, cinco años antes de la muerte del músico, estalló un escándalo cuando un periodista publicó detalles de prendas íntimas que Wagner había encargado a otra costurera.
Los expertos en la obra de Wagner se han fijado últimamente en su particular erotismo, y así Joachim Koechler, autor de "Richard Wagner: el último de los titanes", hace, según Spencer, el retrato de un "compositor travestí que necesitaba un aura de feminidad para estimular los sentidos".
La textura fuertemente erotizada de su última ópera, Parsifal, exigía aparentemente un determinado ambiente para dar alas a su inspiración, y así Wagner se rodeó de cojines hechos de satén rosa y debidamente perfumados.
"Necesitaba obviamente ese ambiente muy refinado y sensual, casi fetichista", afirma Millington, según el cual su esposa Cósima, de carácter un tanto masculino y organizado, era incapaz de satisfacer plenamente sus voluptuosas necesidades.