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Prende su propia luz

07 de Marzo de 2007 | 00:00 |
Con su carrera como cantante recién estrenada, el ex baterista de Lucybell enfrenta el año de la mano de su disco Mi propia luz (2006) y en estos días estrena el videoclip de su canción a dúo con Nicole, "Sueño eterno". "Por eso me cuestan las comparaciones", dice. "Esto no tiene que ver con mis quince años con Lucybell, porque estoy en otro proceso".

David Ponce


González, un paso al frente: el músico pasó desde la batería a tocar guitarra, piano y cantar al frente del escenario. "En lo que más estoy interesado últimamente es en cómo transmitir cada palabra", dice (foto: La Oreja).
Si Francisco González quería una sacudida fuerte para iniciarse como cantante, la tuvo apenas empezado el año, cuando el 6 de enero último fue parte de la multitudinaria Cumbre del Rock Chileno. Su debut había sido veinte días antes, con el lanzamiento de su disco Mi propia luz (2006) en la ex discoteca Oz de la capital. Y de ahí pasó a un Estadio Nacional con más de treinta mil personas al frente.

"Sentía que había tomado un riesgo súper grande. La valentía está bien, pero otra cosa es hacerlo. Yo creo que de todas las bandas que estuvieron ahí, fui el único que tenía sólo dos tocatas en el cuerpo", recuerda hoy, con una salvedad: González tiene la experiencia de quince años como baterista fundador de Lucybell, aunque su carrera oficial de cantante solista recién comienza, y quedó estrenada esa tarde con dos de sus nuevas canciones, "Sólo quiero" y "Tú".

"Me dieron seis minutos, acababa de salir con el disco recién y me parece que no podría haber sido más", dice. "Tener 35 mil personas escuchando algo que nadie conoce es parte de la valentía también. No me pusieron como debutante, pero en realidad lo era. Te aseguro que Leo Quinteros (otro de los cantantes emergentes convocados al festival) tiene muchas más tocatas que yo. Pero obviamente eso me ayuda. No me hubiera quedado tranquilo si no lo hubiera hecho".

Desde entonces Francisco González ha tocado en La Batuta, el Cine Arte Alameda y El Huevo (en Valparaíso) con su propio grupo, integrado por Jorge Flores, ex guitarrista de Mal Corazón, Juan Pablo Aldana (bajo) y Javier Vásquez (batería). Él ya no es más baterista. Ahora sale al frente, canta y toca guitarra o piano. "Cada vez los temas tienen más carácter, y hay diferencias con el disco. Está más rockero ahora".

–¿Te acomoda estar al frente y no al fondo?
"Mi preocupación es que haya algo audiovisual atrás, coordinar bien el rol de tocar piano; me es bastante cómodo estar cantando y tener a la gente aquí encima. Y te das cuenta cuando la canción ya está en la radio, empieza a sonar, la gente se la sabe y la canta. Me acuerdo de que con Lucybell estuvimos los primeros cinco años y nadie cantaba una canción", sonríe. "A lo más ‘De sudor y ternura’. Hasta que salió el disco. En ese sentido todo se ha ido acortando, y así lo busqué".

–Tomaste clases de voz para este disco. ¿Es distinta la exigencia de grabar un disco y la de cantar en vivo, entre el humo, el ruido?
"En lo que más estoy interesado últimamente es en transmitir cada palabra. No sólo estar concentrado en si te estás escuchando o en qué parte de la canción estás. Si digo ‘Me duele’, es cómo me lleno de eso y lo saco y lo transmito. Es súper enigmático el paso de sacar una palabra y llegar a la persona que está escuchando. Cuando tocaba batería no sé si era muy técnico, tiene que ver con emoción y en ese sentido no hay gran diferencia para mí. Es la emoción lo que vale".


"No soy músico de escuela, no me he pasado veinte años haciendo canciones, no soy un gran virtuoso en el piano. Me considero una persona simple" (foto: Mauricio Palma, El Mercurio).
"Éste es un disco tremendamente emocional", agrega. "Y de repente ni siquiera sé qué acordes estoy haciendo en la guitarra, y menos en el piano. No soy músico de escuela, no me he pasado veinte años haciendo canciones, no soy un gran virtuoso en el piano. Me considero una persona simple. Por eso me cuesta cuando me caen las comparaciones. Porque estoy en otro proceso, y no tengo que ver con mis quince años con Lucybell. Si llevo un año, a lo mejor tengo que ver con el primer año de Lucybell. Y en ese sentido esto es mucho mejor. O es diferente", rectifica. "Tiene experiencia, tiene claridad, tiene madurez, lo que no había en esos días".

–¿Tiene que ver con haber hecho en cinco años lo que ahora hiciste en unos meses?
"Ésas son mis guías. Hice un disco en un año, conseguí una compañía (disquera), edité el tema. Con eso me puedo comparar. Me acuerdo de que con Lucybell (al comienzo) la gente se quedaba escuchando, entre sorprendida y sin entender. Era ‘No le entendemos a tu vocalista’, o ‘por qué es tan oscuro’ o ‘no entiendo mucho el mensaje’…".

–Parece que eso pasa todavía. Es justo lo que dijo Ítalo Passalacqua en la tele cuando comentó el concierto de Lucybell en Viña.
"(Risas). Creo que no nos dábamos cuenta. Teníamos un acorde, un ritmo, una nota, y de repente se iba armando y a uno le iba gustando".

–Este disco es más lento, tiene harto piano. ¿Te sigue gustando el rock, te gusta la idea de ganar otro público?
"En ningún momento pensé en hacer un disco pop, o rock, o electrónico. Me sientro más cómodo con términos como la melancolía. El Óvalo (el disco de música electrónica que editó en 2002) tiene eso: es un disco electrónico, pero lo veo súper melancólico. Y aquí se da que son temas más tranquilos. La forma de componer me tomó en un período súper introspectivo. Habiendo dejado a la banda, habiendo vuelto de Los Angeles (California) a Santiago, falleció mi mamá… yo armé el disco solo en mi casa. Después con la banda empecé a trabajar más los ritmos".

–¿Cuál es tu relación con el piano? ¿Habías tocado antes?
"Trabajar con un piano tiene que ver con estar sentado y no estar rockeando. Al final son intuiciones que siempre he tenido y que ahora estoy siguiendo. Ese aprendizaje es lo que más valoro de este nuevo camino. Si le va a gustar a la gente, si va a ser hit, si va a vender o no, no lo sé, pero es otro proceso".

–¿Te incomoda esa parte más competitiva?
"Cuando proyecto eso a largo plazo, cuando me veo tocando un tercer single o saliendo con un disco nuevo, está todo bien. Requiere tiempo, que la gente me vea en este nuevo rol, y estos conciertos me clarifican un poco la percepción. Con lo que no estoy de acuerdo, y que sí voy a tener que acarrear por harto rato, es con los prejuicios: si era el baterista, si hacía música electrónica, qué se cree que ahora está cantando…


"Sueño eterno" es la próxima canción de Francisco González, grabada junto a Nicole y con un próximo videoclip también a dúo (foto: La Oreja).
–¿Es el costo del pasado?
"Claro. Hay gente que ama a Lucybell y que odia a Lucybell, y yo por ser un ex Lucybell ya llevo eso encima. Somos un lugar tremendamente prejuicioso, y eso me toca verlo todos los días. Pero el balance va a ser distinto después".

–¿El ego no sufre con cosas como que te dieran seis minutos en la Cumbre del Rock y Lucybell haya sido uno de los números de fondo?
"Es que me pongo en mi situación actual. Yo tenía medio single funcionando, porque no puedo decir que tenía un single. Tiene que ver con el tiempo. No me puedo comparar con quince años, sería infantil de mi parte. Me pongo en esta escala: tengo una banda nueva, un primer disco y acabo de salir con el primer single. Quince años me sirvieron al momento de grabar, de componer, pero pretender más ahora sería iluso".

–¿Viste a Lucybell en el Festival de Viña? ¿Cómo está tu relación con ellos?
"No lo vi", sonríe. "Está en menos cero. Vi el final de Cerati, y lo mismos con Los Tres".

–En el disco están invitados Nicole y Carlos Cabezas. ¿Cómo fue grabar con ellos?
"Con Nicole fue el último tema que hice. Se lo mostré, nos juntamos tres veces y entramos a estudio. Ella es súper de escuela, súper técnica. Y con Carlos me parece que es un tema que amalgama una emoción y lo que gusta de su trabajo es eso: siento que hay algo en común ahí, tiene algo oscuro y también melancólico".

–¿Ahora vas a tocar el disco Óvalo también, o te vas a concentrar en las canciones?
"Sí, cien por ciento en el disco nuevo. Se me pasó mucho tiempo y hay algo que me falta ahí. Ahora que lleva tres meses tengo la percepción de que gente de cuarenta años, de veinte, de treinta, puede tener una visión similar con el disco. No estaba tan errado con mi intención de no complicar mucho las cosas, de tener un lenguaje muy simple, sin metáforas. Me gusta mucho que sea transversal, que el mensaje pueda emocionar incluso a alguien de cincuenta".

–¿Cómo te das cuenta, hay gente de cincuenta que va a los conciertos?
"Gente que me escribe al mail, que me va a ver a los conciertos. Yo creo que es súper transversal. No sé si pertenezco a una clase, a un segmento. No pertenezco a los ‘80. No soy cuico. No soy flaite. Soy clase media. Me gusta la electrónica, pero no me quedo pegado. Me gusta el rock. Entonces no puedo decir que este proyecto va a llegar sólo a un segmento".

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