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Jaime Celedón recuerda a su amigo Jorge Díaz

El actor y publicista fue determinante en impulsar la carrera del fallecido dramaturgo en sus inicios, como parte de la compañía Ictus, con la que Díaz estableció un vínculo que duró largos años.

13 de Marzo de 2007 | 14:40 | El Mercurio Online

SANTIAGO.- "Jorge Díaz es el más importante dramaturgo que ha tenido este país. Ha estrenado en distintos países casi 50 obras. Empezó en el Ictus, con nosotros, hace 45 años, y la primera obra que hicimos juntos fue 'El Cepillo de dientes', pero lo primero que él estrenó fue un monólogo que se llamaba 'Un hombre llamado isla'. Después siguió con una cantidad de obras y el Ictus se transformó un poco en el teatro de Jorge, que en esa época estaba muy influenciado por el humor absurdo. Yo le dirigí varias obras, entre otras 'El Velero en la botella'".


"En esa época nos juntábamos mucho en Merced, cerca de la sala La Comedia, y el grupo era muy insólito. Estaba Raúl Ruiz, Víctor Jara, Jorge Díaz, gente que ha figurado muchísimo en la actividad artística. En esa época Raúl Ruiz quería ser dramaturgo, y escribió una obra que se llamaba 'La Maleta', que fue un fracaso, pero que la estrenaron los Duvauchelle. Y Víctor Jara dirigió una obra con el Ictus".


"Pero la de Jorge es una historia completa, porque él se recibió de arquitecto. Antes estuvo en el seminario, y su director espiritual era Raúl Silva Henríquez. Él le pidió a Jorge que hiciera los planos del seminario, y los hizo en su oficina de Villavicencio. Ahí comenzó a distanciarse de su vocación religiosa, y se fue dedicando más a escribir. Después dedicó su vida a eso. Yo creo que es el único en Chile que vive de esa profesión, recibía derechos de autor de varios países, tiene obras traducidas a doce idiomas, hay universidades americanas que han dado una beca para estudiar el teatro de Jorge Díaz".


"Era un gran tipo, un tipo solo, célibe absoluto, mañoso, súper complicado. Nunca asistía a los estrenos ni le gustaba ir a los ensayos, siempre hablaba de que el teatro era un desastre, que le cargaba, no creía en el teatro. Él era un escritor, un fantasista, un imaginario de la vida, y siempre a las obras que escribió les puso un tinte que va bastante en contra de lo que él ha sido toda su vida. Él era un rebelde".


"Y empezó a enfermarse en España (porque él se saltaba los inviernos, pasaba un verano allá y otro acá), y por eso adelantó su vuelta. Él no tenía esta enfermedad diagnosticada. En España le decían puras vaguedades, y él presintió que la cosa era más seria. Se vino, y acá le dijeron de frentón que era un cáncer al esófago, que se estaba propagando con gran facilidad".


"Ahí no quiso ver a nadie más, se encerró en su departamento. Hablé con él por teléfono el viernes, y apenas se le oía la voz. Los miércoles hacemos, en la sala La Comedia (Merced 349) con sus más amigos, un refrito de sus textos. Y mañana no se va a suspender, pero seguramente no haremos la función. Vamos a decirle al público que entre y vamos a rendirle un homenaje, aunque sea con el silencio".


"Es una terrible pérdida".


                                                                                      Jaime Celedón

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