El periodista Alfredo Sepúlveda ya ha editado el libro de cuentos "Sangre Azul" y la novela "Las Muchachas secretas".
Álex Moreno, El MercurioSANTIAGO.- La historia de Bernardo O'Higgins, el reconocido "padre de la patria", no sólo ha vuelto a través del telefilme exhibido anoche por Canal 13. En agosto se publicaría "Bernardo: Una biografía no autorizada de Bernardo O'Higgins", que prepara el periodista y escritor Alfredo Sepúlveda ("Las muchachas secretas").
En el libro, que será publicado por Ediciones B, Sepúlveda anuncia la historia de O'Higgins "que no te mostraron en el colegio", y las 400 páginas que ya lleva escritas lo transforman en un más que idóneo juez para referirse al filme debut de "Héroes". Desde ese ángulo, la evaluación que el autor hace del episodio dedicado a O'Higgins es positiva, pero "entendiendo que es una película, y que en audiovisual tú tienes que elegir una línea de las muchas que hay en una biografía. (Ricardo) Larraín se centró en el trauma por ser hijo ilegítimo. No sé si es la elección que habría hecho yo, pero a partir de eso construyó súper bien la historia".
-Tú estás construyendo una historia que anuncias como la que no enseñan en los colegios, ¿crees que algo de eso se mostró en la película de anoche?
-Sí, el asunto de Rosario (Puga). El colegio te enseña la leyenda rosa, que es la leyenda construida por los historiadores clásicos o'higginianos como Eyzaguirre y Vicuña Mackenna, quien incluso decía que la vida privada es sagrada y no se metía en ella. Pero ha habido otros historiadores modernos que estaban en la parada de que si quieres entender a los personajes tienes que hacerlo en todas sus dimensiones.
-Las historias oficiales de los personajes tienden a mostrarlos en su faceta más heroica, ¿te parece que Canal 13 se apegó a esa línea o logró tener una visión más amplia?
-Me parece que hizo el intento de abordarlo desde una dimensión humana y que mantuvo más alejada la idea del héroe tradicional que uno tiene. Y está bien, es sensato y le dio más aire a la película. Si no, hubiera parecido como esas películas francesas sobre Napoleón de los años 30, que no se pueden ver hoy, porque es lo mismo que se lee en las biografías oficiales.
-¿Qué crees que le faltó?
-Es que un telefilme no puede abordar todo, tienes que elegir y hay muchas dimensiones de la vida de O'Higgins. Por ejemplo, en la escena final, en que está en Perú, te da la sensación de que es una escena bucólica, como que se fue a Perú y nunca más se metió en nada. Entiendo que lo hace porque él allá manejaba una hacienda, ése era su principal trabajo, pero desde allá intentó intervenir en política chilena, se embarcó en aventuras que pudieron traerlo como jefe militar para derrotar a Freire, tuvo una posición frente a la Confederación Peruano-boliviana contraria a la de Portales. En Perú estuvo de todo, menos tranquilo. Pero en una película no puedes ponerlo todo, tienes que optar, no es que Larraín esté mintiendo en esa escena final.
-¿Qué cosas encontraste en tu revisión de la vida de O'Higgins, que harán de tu biografía algo más alternativa?
-No sé si tan alternativa. Yo no estoy descubriendo nada, todo está. Si tú lees la biografía de Barros Arana ahí está todo, lo que pasa es que nadie tiene el tiempo de leerla. La biografía de Eyzaguirre tiene buenos datos, pero quién se la va a leer. Son libros difíciles de encontrar. Yo junto lo que sé que existe y lo trato de interpretar. Y, por ejemplo, me parece que el tema del guachismo no fue importante para él en su vida adulta. Desde mi punto de vista el rollo de O'Higgins es tratar de levantar socialmente a su familia, porque su mamá venía de estar muy mal. Ella, por el hecho de que sus tres hijos tuvieran padres distintos, había sido socialmente condenada muy temprano en su vida. La constante en la vida de O'Higgins es tratar de levantar a su mamá y ponerla en el lugar que Ambrosio nunca quiso darle. Y de hecho lo logra.
En su blog, Alfredo Sepúlveda adelantó el primer párrafo de la biografía que espera publicar en agosto:
"A las cinco de la tarde del nueve de julio de 1824, una comitiva de siete hombres, más sus criados de confiaza, cocineros y arrieros, “zambos”, negros y blancos, partió de Trujillo, en el norte de Perú, a encontrarse con el ejército de Simón Bolívar que entonces luchaba por liberar Lima del dominio realista. Lo que se les venía encima era un penoso viaje de más de seiscientos kilómetros hasta Huancayo, en plena sierra. En el grupo había una nada de extraña mezcla de intereses financieros, políticos y militares. Dos de los viajeros eran ingleses con intereses mineros en la zona; otros dos eran soldados que iban en camino a reincorporarse a las filas de Bolívar: un colombiano y un chileno, José Domingo Allende. Iba también el argentino Tomás Guido, que hasta pocos años antes había sido una suerte de mano derecha del general José de San Martín. Y también iba un precursor de Darwin: era un irlandés llamado Thomas Nowles que respondía al sobrenombre de John Thomas, bueno para dibujar plantas desconocidas y tomar apuntes del viaje y especialmente de la vida del último de los pasajeros, el de pasado más ilustre y a la vez oscuro, un general chileno con apellido irlandés, colorín, bajo y rechoncho, que un año y medio antes había detentado el poder absoluto en su país pero había sido derrocado por su general más fiel y engañado por su amante. Se llamaba Bernardo O’Higgins".