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Hernán Rivera Letelier hace del fútbol una metáfora en su última novela

"El Fantasista” rescata la memoria perdida de los ex campamentos salitreros a partir de un partido entre dos poblados.

11 de Abril de 2007 | 12:16 | EFE

MADRID.- El escritor Hernán Rivera Letelier ha convertido el fútbol en una metáfora de la vida en su última novela “El Fantasista”, libro con la que ha saldado su deuda sentimental con los habitantes de las antiguas salitreras de la pampa con quienes compartió cuarenta años de vida.

"En el rectángulo de una cancha de fútbol aflora durante noventa minutos lo mejor y lo peor del ser humano: la creatividad, la picardía, la amistad; también la violencia, la traición y la cobardía. Por eso la novela, de alguna manera, habla de la vida en general”, afirmó hoy el escritor.

La acción de la octava novela de Rivera Letelier (Talca, 1950) gira alrededor de un partido de fútbol que enfrentará a los habitantes del campamento del yacimiento de Coya Sur con sus eternos rivales del vecino poblado de María Elena.

Este encuentro es especial, ya que será el último que dispute el equipo de Coya Sur -que cuenta por derrotas los partidos contra sus acérrimos adversarios- antes de que el campamento sea desmantelado.

Cuando en vísperas del partido los habitantes del poblado ven aparecer a un hombre, surgido de la nada, que es capaz de ejecutar increíbles malabarismos con un balón de fútbol, creen que ha llegado el milagro que esperaban para poder ganar el trascendental partido.

Rivera Letelier va incorporando a esta historia una galería de entrañables personajes, inspirados directamente en los hombres y mujeres con los que convivió, trabajó y jugó al fútbol en los campamentos salitreros del desierto.

Incluso el enigmático protagonista de la historia tiene base real en un hombre al que el escritor chileno vio en la plaza de un mercado y que deleitaba a la audiencia “haciendo fantasías” con una pelota.

"El Fantasista” rescata la memoria perdida de aquellos campamentos salitreros que a mediados del siglo pasado llegaron a sumar trescientos en una franja de mil kilómetros y de los que en la actualidad sólo queda uno (precisamente, el de María Elena).

"Los pampinos somos tipos que nos quedamos sin raíces. No podemos recorrer las calles de nuestra infancia, porque ya no están”, afirmó el autor, quien vivió el cierre de cuatro de estos poblados, de los que el de Coya Sur le resultó “el más doloroso”.

Con la sucesiva desaparición de esos campamentos, la pampa se transformó en “un osario de pueblos desaparecidos”, en los que sólo quedaron los muertos, arrancados de sus tumbas por “los buitres del desierto” y los ladrones que asaltan los cementerios en busca de los anillos, dientes de oro y relojes de los difuntos.

El autor chileno reivindica el fútbol como “un acto de creación pura” y a los futbolistas como “artistas” capaces de crear una obra de arte en una jugada, aunque lamenta que los sueldos millonarios estén “matando un poco el alma” de este deporte.

Letelier Rivera asegura que su propia creatividad literaria procede del fútbol, al que jugaba con pasión como delantero centro en los equipos que se formaban en las salitreras. "Las metáforas que hacía con la pelota empecé a hacerlas después con las palabras”, recordó.

De esta manera logró dejar el desierto, después de haber trabajado treinta años como obrero. "De pronto un día me puse a escribir y descubrí que aquello me iba a sacar de ese infierno”, afirmó.

Para su autor, escribir “El Fantasista” -palabra que propone incluir en una próxima edición del Diccionario de la Real Academia Española- “fue casi una fiesta”. Y se muestra admirado con los “dos milagros” que la novela ha provocado en su país: “uno es que la leen las mujeres a las que no les gusta el fútbol y la gozan igual, y el más fantástico, que la están leyendo... los futbolistas”.

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