Revisa las fotos de la visita de Keane a Chile
El trío británico cerró el Festival Vive Latino fiel a su estilo: explorando en los más disminuidos estados de ánimo, y haciendo del optimismo nada más que un paréntesis. Una fórmula que, de todos modos, funciona.
Sebastián Cerda
(Foto: Cristián Soto). |
No era para tanto, pero venían instalados como una especie de "guinda de la torta" del Festival Vive Latino. Un rótulo promocional, por cierto, que no hacía justicia con otros nombres que pasaron por el evento, tan meritorios como esa misma "guinda".
Pero si se da a cada cosa su justa medida, nadie podría decir que Keane defraudó. Los británicos jugaron con las reglas de Vive Latino, que en rigor permitía a cada uno hacer lo suyo, aunque con un margen horario algo más amplio que el resto de los invitados.
El trío apareció en el "escenario amarillo" del festival a la medianoche, después de los argentinos Babasónicos y de la espera obligatoria para acondicionar el espacio con todos los elementos correspondientes a la escenografía de su gira (tubos verticales, dos esferas luminosas y una tercera pantalla gigante para video clips, todas sobre un fondo negro). Luego subieron al escenario uno a uno. El tecladista Tim Rice-Oxley, primero, y el baterista Richard Hughes, después, para abrir con la atmosférica e introductoria "The iron sea".
El vocalista Tom Chaplin apareció para la segunda canción, "Put it behind you", de su segundo y último disco
Under the iron sea (2006), completando así la nómina de músicos en escena. Porque el trío aplica en vivo la estructura de la que han hecho una peculiar marca registrada: nada de músicos de acompañamiento, y dejando instrumentos considerados tan esenciales en un concierto tipo, como guitarras y bajo, en manos de bases pregrabadas. Sólo batería, teclados y voz son interpretadas en directo.
El ingreso de Chaplin ayudó también a derribar de inmediato los prejuicios con que se esperaba al grupo, a partir del tono más grisáceo impreso en la mayoría de los cortes de sus dos álbumes (el primero es
Hopes and fears, de 2004). En contraposición, el vocalista se mostró como un tipo enérgico, movedizo y locuaz (a veces demasiado). Esas características en algo pudieron compensar la baja de revoluciones que en muchos de sus temas ofreció este trío, fiel a la vertiente más melancólica del pop británico actual, que tiene en Coldplay a su máximo exponente y a su vínculo inmediato. Ambas bandas, con U2 como referente de forma y con Radiohead como referente de fondo.
Y aunque la expresión musical de los puntos más bajos de la escala anímica es el fuerte de Keane y lo que les ha granjeado la gran cantidad de seguidores que cuentan (partiendo por los cerca de cinco mil que presenciaron su presentación hasta pasada la una de la madrugada), también se dieron espacio para cortes inscritos en un pop mucho más luminoso. Canciones para encender a las masas, como "Is it any wonder?" y "Crystal ball", ambos de su último disco.
Fueron los únicos momentos en que el trío se apartó de una fórmula conocida, pero que si se aplica bien da buenos resultados en distintos mercados y, por cierto, en un Chile muy dado a ese tipo de sonidos (algo que bien reflejaron las tres repletas y costosas noches de Coldplay, en febrero). Y cuando ése es el caso, para bien y para mal, tal vez no haya mucho más de qué preocuparse.
Temas
1. The iron sea
2. Put it behind you
3. Everybody’s changing
4. Nothing in my way
5. We might as well be strangers
6. Bend and break
7. Try again
8. Your eyes open
9. Leaving so soon?
10. This is the last time
11. A bad dream
12. Somewhere only we know
13. Is it any wonder?
14. Atlantic
15. Crystal ball
16. Bedshaped