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El lado más porfiado de Sergio Lagos

20 de Abril de 2007 | 00:00 |
Partió como animador alternativo y terminó como rostro de un canal grande. Inició un proyecto electrónico y pronto fue parte oficial de esa escena. Hoy, a días de lanzar su disco debut como solista, recibe los mismos cuestionamientos a los que sus partidas ya deben haberse acostumbrado, pero el final, ya sabemos, puede sorprender.

Sebastián Cerda


"Ahí va ‘Telephone’, tómenla, háganla pedazos", dice la celebridad.(Foto: El Mercurio).
Una misma oficina de Bellavista en que se hacen calzar cifras, se firman contratos y se realizan reuniones, esconde en uno de sus rincones un estudio. Guitarras, batería, micrófonos y toda clase de equipos se amontonan allí, entre un suelo cubierto de cables y un olor a cigarrillos que insiste en quedarse entre esas cuatro paredes.

A las dos de la tarde de un viernes los escritorios están desocupados, los computadores apagados y la sala de reuniones vacía. Sin embargo, en el estudio sí hay actividad.

Allí Sergio Lagos, el insigne animador de realities y anfitrión de los últimos festivales de Viña del Mar, prepara las bases que acompañarán las presentaciones en vivo de su disco debut como solista, titulado crípticamente como S.O.L.O. La sigla alude tanto a la soledad como a las iniciales de su padre.

Por los parlantes suenan los bajos y algunas secuencias del tema "Traje", una canción romántica que en algo recuerda a "Disco eterno", de Soda Stereo. Lagos se intranquiliza al detectar una pequeña imperfección y lo discute con su sonidista. El sobrexpuesto rostro de Canal 13, conciente de sus limitaciones, confía a ciegas en su equipo.

Lagos no se cree artista, pero, a fin de cuentas, lo es. Guste a quien lo guste. Después de diez años y cinco discos con Marciano, ya tiene listo su primer disco de canciones —será lanzado en los primeros días de mayo—, algo que, según dice, hasta hace un par de años ni siquiera pensó.

-Dijiste que en un momento te sorprendiste con unas 20 canciones acumuladas, hasta que llegó Cristián Heyne (productor de S.O.L.O.) y te dijo "acá hay un disco". ¿Tú no sentiste eso antes?
-Sí, desde la primera canción. Pero desde entonces también decía "pude hacer una canción, ¿podré hacer otra?". Y ésa ha sido mi única reflexión. En Marciano siempre estuve observando si lo que había hecho tenía alguna coherencia, pero la canción es un terreno muy arduo y de mucho respeto. La música electrónica tiene un desarrollo profuso, pero siempre está dentro un carácter más "novedoso". Todo entra en un campo de la experimentación. Pero la canción exige otros parámetros muy distintos.

-Y cuando llega Heyne con este empujón oficial, que te lo da una voz autorizada...
-Es que Cristián también es un gran amigo, y a pesar de lo distinto de nuestros trabajos, hay puntos en común. Él estuvo a punto de producir el primer disco de Marciano. Entonces me lo dijo un tipo del que siempre pensé que podíamos hacer algo juntos. Sí, fue como un espaldarazo.

-¿Ahí decidiste que había que hacerlo?
-Ahí me bajó el ataque de pánico (risas). Porque éstas son canciones, una cosa muy seria. Se ha escrito tanta buena, para qué escribir otra. Porque no es difícil hacer una cosa más aleatoria, más intimista, con unas vocecitas...

-Como lo que hacías en Marciano...
-Sí. Algo más "indie", que se defiende desde la rareza. Aquí yo estaba entrando en el terreno de lo establecido, de lo que ya existe.

-¿Cómo superaste el ataque de pánico?
-Con un par de llamadas de Cristián. Me decía que él creía en el cuento y me tiraba frases cercanas al I-Ching. Me decía que veía mucha emoción en mi trabajo.

-Y viniendo en lo inmediato de la electrónica, y habiendo partido en el sur con el rock duro, ¿cómo llegas a perfilar el sello que tiene S.O.L.O.?
-Yo soy un tipo al que le gusta mucho toda la música, vengo de una familia muy musical, entonces tengo respeto por todos los estilos. Cristián me decía "tenemos varios caminos". Uno era hacerlo como estaban las maquetas, que las primeras eran muy "electrónicas". Otras tenían guitarras muy duras y baterías muy básicas. Después fueron canciones más naturales. Y después llegué al rock, y armé una banda, con todos los matices que aporta cada uno. Eso, finalmente , se homologó con Cristián y se llegó a cierta manera de entender el rock: cochino, sucio, no perfecto, ruidoso, excesivo.


Marciano ayer y hoy

-En Marciano trabajas codo a codo con un partner, ¿cómo fue empezar a trabajar solo?
-Cuando trabajas de a dos, y con la complicidad que tenemos con Rodrigo, las cosas salen bastante rápido. En una noche podíamos tener resuelto un tema, sobre todo porque había una comunicación no musical, tocábamos algo que nos sonara bien. Era una conversación como de la no-música, como una pintura.

-¿Y en qué pie quedó Marciano?
-Está con un disco ad portas, pero este año me pasó que me daban ganas de trabajar Marciano como trabajé este otro disco. Claramente quiero dedicar más tiempo a tocar en la sala y a componer, que a estar seis años tocando tres veces a la semana, como nos pasó.

-¿Por qué has hablado del grupo en pasado y diciendo que no fue todo lo que pudo ser?
-Ése fue un punto en una entrevista (con revista Rolling Stone) que no quedó claro. En Marciano, entre Rodrigo y yo, sumamos harta creatividad y harto talento, pero es un talento que está muy puesto en tocar. Nuestra lógica era hacer los discos y tocar. Nunca dejamos de hacerlo: todos los años nuevos, todos los fines de semana durante años. Ese proceso fue muy potente, pero deberíamos haberle dedicado más tiempo al estudio. Podríamos haber crecido mucho más en esa apuesta.

-¿Crees que pudo ser más masivo?
-No, no me interesa ese tema.

-¿Y crees que S.O.L.O. pueda ser un disco de vocación masiva?
-No me tiene preocupado. Masivo soy yo solito, por la tele, la radio. Eso ya me hizo "famoso", con lo bueno y lo malo que eso signifique. Para mí el que nos vaya bien significa poder seguir haciendo esto, no el éxito.

-¿Legitimarse?
-No. Vender discos, tener shows masivos, internacionalizarse. Todas esas palabras tienen que ver con otros factores, que son el canal paralelo de lo que contaba de Marciano: ensayar y tocar, ensayar y tocar. Eso estuvo bien, lo logramos, hicimos muchos conciertos y giras. Pero lo más importante en esta nueva etapa para mí es estar más quieto con la música, buscando nuevas facetas y sonidos. Aprender más, escuchar más.


Convivir con los prejuicios

-Por la ocupación que tú tienes, sería fácil pensar que S.O.L.O. es un gusto que te estás dando y que va a ser la excepción. ¿Es así o vendrán nuevos discos?
-Es que no lo puedo decir, porque ése es el afán interno. Yo no hago esto por lo que pueda especularse.

-Pero Marciano es una carrera.
-Sí, pero muchas veces dijeron "la excentricidad de Sergio, su hobbie". Tenemos cinco discos, me pasé tocando en vivo muchos años, viajando. Mis ganas son morirme haciendo ruido. Puedo dejar todo lo otro, pero la música tiene que ver con cómo converso comigo mismo. En su origen es una cosa que hago solo, y al que le guste bien, y al que no le guste no. No hay forma de medirlo, porque tampoco es una carrera profesional. Claramente yo no vivo de la música, y la forma en que la hago es muy distinta a como la hace un músico "profesional".

-Seguramente al decidir hacer este disco también decidiste echarte al bolsillo muchas cosas que se iban a decir. ¿Cómo convives con ese prejuicio que se genera por el hecho de que trabajes en televisión y estés editando un disco?
-El prejuicio es una cosa que vengo viviendo desde que soy chico. Yo vivía en Temuco, en un barrio muy facho, iba a un colegio muy cuico, era del No, escuchaba música rara, me vestía muy raro. En la universidad también era como excéntrico, por las cosas que escuchaba, que opinaba, por los bototos que vestía. En la tele, cuando llegué, decían "qué se cree este cabro, por qué habla así". Es un sino de mi vida. No es una cosa que me preocupe o me afecte.

-Por algo editaste el disco...
-No es que diga "estoy editando un disco, qué pensarán". Desde chico establecí la diferencia entre lo que hacían todos y lo que yo siento que debo hacer, que es hacer cosas, crear, atreverme. Y habrá otros que criticarán y opinarán. A mí me ha tocado hacerlo, y siempre traté de que fuera de la forma más propositiva posible, porque sé lo que significa y lo que cuesta hacer estas cosas. Entonces me sorprende mucho la liviandad y la dureza de la crítica medial, la veo poco aportativa. Cuesta menos encontrar palabras de odio. Por eso "Telephone" fue como "ahí va, tómenla, háganla pedazos". Era tan obvio lo que iba a pasar.

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